—¡Que adorables! —exclamó Mikoto, llevándose las manos a la boca mientras se reía en tono nervioso. La verdad era que los niños eran muy dulces, pero también le intimidaban un poco, así que no se le ocurrió nada más que decir.

Mars los mandó a callar.

—Parece que tweedle dee y tweedle dum quieren quedarse sin cena —espetó, cruzándose de brazos. "Se acabó el tío cool" pensó, mirando a sus sobrinos con cara de querer ahorcarlos. Siempre tuvo en mente que sus hermanas mayores eran unas pesadas cuando se lo proponían, pero nunca se imaginó que también terminaría recibiendo pullas de los más pequeños.

—Vamos tío, no seas aburrido, solo estamos jugando —espetó June, sus labios se curvaron en una sonrisa divertida.

—No tienes sentido del humor —agregó Aries, tirando de su hermano—. Venga, vamos a seguir viendo la tele —inquirió caminando hacia el sillón, June la siguió y ambos se acomodaron juntos en la sala.

Mars soltó un suspiro y se giró hacia Mikoto, quien estaba un poco abrumado con la situación, pero se notaba que tenía ganas de tomar a los chicos y jalarles las mejillas. Sus ojos miraban a June y Aries, quienes se habían sentado frente a la televisión para pelear entre ellos. Era sorprendente lo unidos que podían ser a veces y como en otras ocasiones parecía que querían matarse.

—Lamento el escandalo —se disculpó. Hacía tiempo que Mars no se sentía tan cercano a la humillación, sobre todo, nunca se imaginó que serían dos personas de 1.57 y 1.62 quienes terminarían haciéndole ver como un tonto.

—No, está bien, son adorables —espetó con una sonrisa en los labios—. Nunca había visto gemelos —agregó, sorprendido por el parecido entre los chicos.

A Mars le pareció raro que en una ciudad tan grande nunca hubiera visto hermanos gemelos, pero no hizo comentarios al respecto, después de todo, Mikoto era una persona bastante reservada que salía poco de casa y cuando esto pasaba, siempre tenía un objetivo concreto. A pesar del tiempo que llevaba viviendo solo, conocía poco del mundo.

—Son lindos, pero son un dolor en el culo —comentó encogiéndose de hombros—. ¿Qué quieres cocinar? Hoy podemos hacer realidad una gran colaboración entre dos quisquillosos de la comida —espetó, señalándose a sí mismo.

—Bueno —Mikoto parecía un poco ansioso por no estar en su zona de confort, pero también estaba emocionado—. Podemos comenzar revisando que hay disponible y después escoger algún platillo divertido para preparar —comentó, moviendo los dedos de manera ligera, demostrando su emoción.

Parecía que Mikoto solo podía calificar las cosas como simpáticas, dulces, divertidas o adorables y para Mars, Mikoto era cada uno de esos adjetivos.

—Está bien, vamos a escudriñar un poco en esta cocina abandonada.




Aries miró de reojo a su tío y se sorprendió ante la manera en que se movía alrededor de Mikoto. Mars era un hombre grande, rudo y fuerte, era el epítome de la masculinidad tradicional y la elegancia, le agradaba a todo el mundo. No parecía haber nacido en una casucha de una habitación que se estaba cayendo a pedazos, al menos no parecía que en él corriera la misma sangre que la suya. Aries a veces encontraba difícil encajar, pero su tío se movía como pez en el agua en cualquier sitió en el que lo pusieran.

Él era especial. Aries no iba a mentir, ella lo admiraba muchísimo y también le tenía un poco de envidia.

A June le pasaba lo mismo.

El instante más hermoso de la vidaWhere stories live. Discover now