Capítulo 35

688 68 0
                                    

BIANCA 

Leandro tardo más tiempo del que me gustaría admitir en despertar. Estaba bastante confundido pero me aseguré de estar ahí cogiéndole la mano para cuando lo hiciera. 

No muy confiados el resto de lobos lo miraron, rodeaban su camino y si hubiera hecho una foto allí mismo se habrían dado cuenta de las desventaja que llevaba su enemigo frente a ellos. 

Fue Dereck quien le contó lo que pasaba, los vampiros acechando las manadas y el trato justo de darle todo ese poder a cambio de una paz y que dejará en vivir al resto. No pasaron minutos y el trato estaba más que firmado. Justo antes de acompañarle, antes de salir por la puerta tuve un encontronazo con Dante. 

No había llorado como aquellas protagonistas de los libros ni como mis mismas amigas de la universidad cuando un novio las había engañado. Fue incómodo sí, eso no lo pienso ni discutir. No llevaba camiseta y estaba igual de guapo que siempre, hasta quise abrazarle pero recordé lo que había hecho mientras la oscuridad me acechaba, sino fuera por Leandro lo hubiera pasado realmente mal y eso a él no le importaba lo más mínimo. 

En otras palabras, me había dolido mil veces más el que no hubiese ayudado a que despertase a el que me hubiese engañado pues al final solo demostraba que no le importaba lo más mínimo y que él se merecía el mismo trato sin miramientos. Le giré la cara seguí mi camino, hay rupturas y finales que no acaban siempre bien. 

- Espera.- me cogió del brazo. - ¿Ahora eres vampiro? - primero me analizó de arriba a abajo y después a mi derecho miró a Leandro con desprecio. - ¿Has dejado que te mordiera? - creo que le hubiese atacado allí mismo si no le hubiera dado semejante contestación. 

- Sí y al contrario que tú me ha dado el consuelo que jamás encontré en ti. Me alegro que lo hiciera sino estaría muerta y no sabría lo cerdo que puedes llegar a ser. 

No quise aguantar ni un segundo más estar en una habitación con él. Cargué las maletas apenas desechas de cuando me vine a vivir con él en el coche de Dereck y abandone aquella casa. Procuré no dejarme nada sino Ariel me lo daría la próxima vez que nos viéramos. 

Justo en la entrada me esperaba Leandro. Le abracé como nunca. Me había dado vergüenza hacerlo allí delante de todo el mundo, aunque había dejado claro que me importaba. 

- ¿Entonces vuelves al castillo rey vampírico? - sonrió. 

- En efecto, ¿querría acompañarme en esta nueva aventura? - propuso. - Puedo ayudarte ahora que eres nueva en esto del sol, la sangre y el ajo. 

- El ajo no puede mataros.- afirmé. 

- Lo sé.- rió.- es solo por añadir algo más a la lista. - me dio un beso en los labios. 

Lo aparté. 

- Quiero hacer las cosas bien. - confesé.- Me gustaría pasar un tiempo sola para recuperarme de todo esto y creo que a ti también te vendría bien estar solo una temporada.- me miró fijamente a los ojos.- Hasta que sanes.- le expliqué. - Creo que es lo más sano para los dos. 

Asintió con desgana. 

- Aunque no me gusta la idea, llevas toda la razón. Aún así, - me miró pícaro.- ¿puedo ir a visitarte? - le devolví el beso en respuesta. 


Lobo salvajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora