Capítulo 3

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 DANTE

Como casi siempre eramos los últimos en llegar. De nuevo Ariel se había entretenido más de lo normal cuando le dio una crisis sobre que ponerse y yo no tuve mejor idea que ponerme a jugar a la play durante dos horas, por lo que habíamos salido con retraso, pero si la culpa era suya. 

Por fin el chófer paro el coche en frente de la mansión. Mi madre no paró de destacar y decirle a mi padre que deberían pintar la casa en blanco como la de ellos, que la hacía ver más elegante.  En cuanto bajamos del coche, note un olor muy peculiar bastante atrayente pero era imposible que fuese mi mate, aún no había cumplido la mayoría de edad y en la casa solo estábamos las mismas familias que había visto desde siempre. 

Mi padre y mi madre me miraron algo confusos mientras mi hermana mayor se retocaba el pintalabios. Otra vez aquel olor volvió a torturar mis fosas nasales y me vi obligado a ignorarlo para no preocupar a mis padres. 

En cuanto llamamos, el mayordomo que ya nos había abierto más veces, nos saludo con una señal de respeto y nos indico a donde debíamos ir, que era donde casualmente el olor se hacía cada vez más fuerte y menos resistible.

Una vez que entramos en la sala, todos estaban ya sentados tomando una copa de vino, menos los niños que bebían agua. Y ya allí pude ver de dónde venía ese olor y  me quede de piedra.

Aquella niña, aquella criatura que estaba sentada al lado de su madre mientras se tomaba un biberón era la que emitía tal adictivo olor. La observe durante un rato, mientras mis padres y mi hermana se sentaban junto al resto. Cuando termino de beberse el biberón sus pequeños ojos, los cuales casi ni podía abrir, me observaron y una pequeña sonrisa salió de sus labios. 

— Vaya parece que le gustas, Dante— dijo Bob, su padre.

Por algún extraño motivo, aquello me alegro. Dereck me contaba que le gustaba el olor a polvos de talco mientras comíamos el pollo que habían servido, puede que fuese ese olor el que me atraía a mi también, pero añadió que le hubiese gustado que fuera chico para jugar a las espadas con él.

  — Puedes jugar con ella a eso también—  añadí—  mi hermana me obligaba a jugar a lo que ella quería, puedes hacer eso. 

Justo antes de irnos a la cama fuimos a ver como Karen dormía a Bianca. Yo como no, iba a dormir en el cuarto de Dereck por algo eramos mejores amigos.

Bianca tenía una piel rosada muy suave, podía ver que sus ojos entrecerrados eran de un color verdoso. Habían cambiado aquel traje rosa que le habían puesto por un pijama azul que le tapaba hasta sus diminutos pies. Me agarro mi dedo meñique con su diminuta mano y lo atrapo formando un puño. Karen me pregunto en voz bajo si quería cogerla a lo que yo asentí. Me costo al principio con tanta manta, menos mal que me habían obligado a sentarme. Me gusto mucho ver como se dormía en mis brazos. 

Una vez que estuvimos en el cuarto de Dereck, hablamos sobre nuestra nueva casa del árbol. Él no tenía una por lo que solo podíamos jugar cuando el me visitaba a mí, pero estábamos planeando en que yo me quedara aquí con él y vivir en una que construyéramos los dos. De momento, nuestro principal problema era donde íbamos a conectar la play pero después de darle muchas vueltas decidimos que ya lo pensaríamos al día siguiente.

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