Cap. 5: ¿Es tu novio?

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Tomo un relajante baño de burbujas mientras música proveniente de mi celular inunda el silencio del cuarto. La canción Beso de Jósean Log es la que me acompaña en este momento.

Bésame, junta tus labios con los míos otra vez, que quiero amarte y decirte lo que sé, pero no encuentro las palabras, bésame... —canto en un tono bastante alto, sin importarme las desafinaciones que pueda llegar a tener.

Sin embargo, cuando estoy por proseguir con la segunda parte del coro, la canción se ve interrumpida por uno de los sonidos más detestables del mundo: la alarma.

Ruedo los ojos y presiono el botón necesario para hacer que el ruido se acabe. Verifico la hora en mi reloj, cerciorándome de que faltan unos minutos para las ocho de la noche.

Me pongo de pie dentro de la bañera y tomo la bata que está colgada en uno de los percheros que se sostienen de la pared. Cubro mi cuerpo con la prenda y envuelvo mi cabello en una toalla. Sujeto mi celular, con cuidado de no mojarlo, y salgo del agua para dirigirme al interior de mi habitación.

Camino hasta mi armario y me quedo varios minutos observando la ropa que tengo guardada, debatiéndome acerca de qué usar esta noche para la fiesta. Después de algunos atuendos fallidos, termino colocándome un crop top y una falda blanca, acompañándolos con unos botines negros. Me observo repetidas veces en el espejo, cerciorándome de que las marcas en mis pechos no sean visibles con la prenda que estoy usando.

Me maquillo para la ocasión y después arreglo mi cabello, recogiéndolo en una coleta alta y rizando un poco las puntas. Una vez que complemento todo con un collar de perlas, concluyo que estoy lista.

Inconscientemente coloco una mano sobre las joyas que descansan en mi pecho, recordando cómo mi abuela solía usar accesorios con estas gemas todo el tiempo.

Un mensaje de Thiago hace sonar mi celular y me saca de mis pensamientos. El canadiense me informa que ya se encuentra en la planta baja y que esperará por mí antes de dirigirse a la salida del hotel.

Agarro un pequeño bolso del mismo color de mi falda, en el cual meto mi teléfono junto con otras pertenencias necesarias, incluyendo la llave de mi habitación una vez que he cerrado la puerta.

Al llegar a la recepción no me es difícil localizar al muchacho que está aguardando por mi llegada, y tengo que admitir, que se ve realmente guapo. Una camisa de manga larga cubre su torso, al igual que unos pantalones de vestir lo hacen con sus extremidades inferiores. Está acomodándose el reloj que se enrolla alrededor de su muñeca izquierda.

Continúo caminando en su dirección hasta pararme frente a él, momento en el cual nota mi presencia. Sus ojos conectan con los míos e inmediatamente una sonrisa aparece en sus labios, provocando que imite su gesto casi de manera automática.

—Hola —lo saludo, aún con mis comisuras elevadas.

Hey. Lindo collar. —Sus ojos bajan sutilmente hasta mi clavícula y sus cejas se elevan y vuelven a descender rápidamente, acentuando su gesto.

—Gracias, lo mismo puedo decir del tuyo —comento, fijándome en que su cuello está rodeado por esa cadena tan peculiar.

Thiago ríe, haciéndome disfrutar de ese ronco sonido producido desde el fondo de su garganta.

—¿Nos vamos? —Me ofrece uno de sus brazos como apoyo al notar que los zapatos que estoy usando son de plataforma.

Asiento con la cabeza y acepto su ademán, recordando que al salir de la construcción, la piedra usada en el piso puede significar un problema en mi andar. Introduzco mi mano en el espacio creado entre el lateral de su cuerpo y su brazo derecho, sintiendo cómo, a pesar de la tela que separa mi piel de la suya, sus músculos de esa zona se contraen durante unos segundos.

Premonición de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora