Cap. 32: Sentimiento mutuo

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N/A: Hay una imagen más abajo con contenido relevante de este capítulo. Considero importante que la vean, le da una esencia diferente. Pero pensando en si a alguien no le es posible, dejé el texto escrito al final del capítulo.

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San Valentín, Día del amor y la amistad y Día de los enamorados son algunos de los distintos nombres que recibe la festividad que se lleva a cabo en la mayoría de los países del mundo el catorce de febrero de cada año; y Australia no es la excepción.

Hoy es el día cuando las parejas, familia o amigos, aprovechan para demostrar su amor incondicional. Siempre me ha gustado esta celebración, aunque considero que, como las otras existentes en el calendario, no debería de ser un solo día en el cual la persona celebrara cierta cosa en específico. ¿Por qué debemos de tener veinticuatro horas en específico para decirle a alguien especial que lo queremos, cuando debería de ser un acto cotidiano?

Apenas desperté, recibí una buena dosis de cariño y gestos amorosos, acompañados de un bellísimo ramo de rosas lilas. Y, claro, no podía faltar la usual invitación para una actividad sorpresa en la noche.

Así que termino de colocarme un par de arracadas y bajo a la recepción del hotel, tal como Thiago me lo indicó hace unas horas.

Mientras espero su aparición, me dedico a admirar la peculiar decoración del lugar. Hay pétalos de rosas carmesí esparcidos por toda la superficie del piso, mientras que unas cuantas rosas enteras reposan en floreros transparentes en ciertos muebles. Música romántica sale de los parlantes en las esquinas del techo, y unas cuantas velas iluminan el lugar, haciendo contraste con la oscuridad que ya se avecina en el exterior.

Hasta que mi atención es acaparada por algo, o más bien alguien, mucho más llamativo que cualquier adorno en el mundo. Thiago camina dando largos pasos, irradiando seguridad en su andar; la camisa blanca que cubre su torso se ajusta perfectamente a las partes adecuadas, y lo mismo ocurre con su pantalón de vestir. Una de las comisuras de su boca se eleva apuntando hacia arriba y no tarda en hacer contacto visual conmigo, agrandado aún más esa sonrisa.

Se aproxima hasta donde estoy, y cuando ya está a escasos centímetros de mí, me saluda con un casto beso.

—Eres mucho más radiante que todas estas velas juntas, Rox.

La sangre que corre por mis venas reacciona ante sus palabras, acumulándose en mis mejillas.

—Que poética manera de decir que me veo bonita.

—No —me contradice—, que eres bonita.

Una sonrisa espontánea se plasma en mi rostro, sin intenciones de irse. Acción que lo hace sonreír a él también.

—Necesito pedirte un favor— comenta él, ladeando su cabeza.

—¿Qué pasa?

—¿Podrías cerrar tus ojos? —me pregunta con cautela.

—¿Para qué necesitas que cierre...?

Se adelanta a darme la respuesta.

—Es parte de la sorpresa. Yo te guiaré —asegura.

—¿Quieres que camine completamente a ciegas?

—No estarás completamente a ciegas —Toma mi mano—, me tendrás a mí. Y sabes que nunca te dejaría caer, lo prometo.

Muerdo mi labio inferior apartando la mirada unos segundos.

—Bien —termino accediendo—. Más te vale cumplir tu promesa, o juro que caerás conmigo —sentencio amenazadoramente, pero con una pizca de diversión en mi voz que termina delatándome.

Premonición de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora