Cap. 19: Timón de mi vida

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Había pasado semana y media desde mi pequeño momento de desahogo, y las cosas entre nosotros, por más sorprendente que sea, no son raras. Hasta me atrevo a decir que son mejores que antes, ya que al mostrarme tan vulnerable, nuestra confianza ha crecido mucho más. Como pudiste darte cuenta, Thiago se mostró sumamente comprensivo, e hizo todo lo posible porque no me sintiera mal.

Sin embargo, acordamos no volver a tocar el tema, a excepción que yo quisiera hablarlo, ya que no era uno de los mejores temas de conversación y no sería nada positivo estarlo sacando muy a menudo.

Y yo, bueno, sinceramente me siento mucho mejor conmigo misma.

—Sigue batiendo la mezcla a la vez que agregas los huevos —le indico a mi novio apuntándolo con un batidor globo, chorreando un poco del frosting en el piso.

—Yo no pienso ser quien limpie la cocina cuando terminemos —se queja refiriéndose a que he ensuciado bastante el lugar desde que empezamos a cocinar.

—Ni creas que limpiaré este desastre yo sola.

—¡Pero si yo he sido cuidadoso y no he dejado una sola mancha! —refuta él, y la verdad es que tiene razón.

—No está sujeto a discusión, ¡y sigue batiendo  hasta que no queden grumos! —Sacudo el dichoso utensilio en mi mano salpicando un poco del glaseado en su frente—. Ups.

Se pasa una mano por la cara retirando los restos de mezcla para después suspirar dramáticamente y murmurar algo al cielo.

Sí, estoy consciente de que cocinar conmigo puede ser una completa odisea. Soy un tanto descuidada en ese aspecto y suelo entrar en pánico.

—Creo que esto ya está —le informo orgullosa viendo cómo la consistencia de mi glaseado es cercana a la perfección.

—Falta algo importante. —Saca de una de las bolsas un bote con colorante lila y yo empiezo a aplaudir como niña pequeña.

—De verdad venías preparado, ¿eh?

Estamos preparando cupcakes a las 10 de la noche, o haciendo nuestro mejor intento. La intención es lo que cuenta, ¿no?

Literalmente Thiago llegó hace unos minutos con bolsas llenas de los ingredientes necesarios, y sin dar mucha explicación, me preguntó si me apetecía que cocináramos juntos en ese momento, a lo cual acepté un poco extrañada; porque vamos, así como que muy normal sea que tu novio se pare en la puerta de tu habitación algo tarde con la intención de hacer un postre, pues no.

Pero henos aquí destrozando mi cocina mientras escuchamos a Maroon 5 de fondo.

Una vez que Thiago termina de hacer la dichosa mezcla, la sirvo en los espacios del molde de metal, para después meterlo en el horno previamente precalentado. Coloco una alarma en mi celular, el cual gracias a los Dioses del Olimpo no sufrió daños mayores por la caída del otro día, para que suene en el momento cuando debamos de sacar los cupcakes.

Después de terminar con eso, vuelvo a donde estaba trabajando hace unos minutos mezclando el colorante con el betún, el cual ya comienza a adquirir un color morado.

I don't mind spending every day, out on your corner in the pouring rain, look for the girl with the broken smile... —canto en voz baja mientras sigo batiendo.

Ask her if she wants to stay awhile, and she will be loved. —Thiago me abraza desde atrás, colocando sus manos alrededor de mi cintura y recargando su barbilla en mi clavícula, a la vez que sigue con la canción cerca de mi oído.

Nos balanceamos de un lado a otro lentamente al ritmo de la canción, hasta que esta termina dando paso a una nueva. Me volteo para depositarle un casto beso en los labios y él sonríe sobre mi boca.

Premonición de amorWhere stories live. Discover now