Cap. 14: Nuestros demonios

340 32 40
                                    

Una suave melodía siendo entonada por una voz en vivo suena por todo el lugar en el momento en que ingreso a Echo's, un bar en la zona central de Queensland. Los zapatos de tacón que estoy usando repiquetean en el piso con un sonido sordo que se pierde debido a la música que resuena. Avanzo entre las mesas, buscando con la mirada la conocida cabellera rubia de Noah hasta dar con ella. A medida que avanzo, los ojos de mi amigo se encuentran con los míos y una sonrisa aparece en su rostro. Zoe está sentada a su lado derecho mientras que a su izquierda hay una tercera persona, pero solamente puedo divisar el perfil de un chico castaño.

—Hola. —Arrastro la silla disponible y me siento—. Lamento llegar un poco tarde.

—Descuida, linda, nosotros igual acabamos de llegar —me consuela Zoe con una sonrisa.

Aplano mis labios y bajo la cabeza para después dirigir mi mirada al tercer integrante de la mesa. Es guapo, sin duda, con cierto atractivo especial; nariz recta, mandíbula marcada y rasgos angulosos. Cuando me percato de que lo he observado más tiempo del necesario, desvío la vista con algo de vergüenza. El muchacho parece percatarse de ello, ya que se aclara la garganta y procede a presentarse.

—Soy Isaac. —Su voz es áspera y fuerte.

—Roxana. —Sonrío con algo de timidez—. Mucho gusto.

Isaac me devuelve la sonrisa.

En ese momento la interpretación que se estaba llevando a cabo en el pequeño escenario llega a su fin, provocando que una ola de aplausos inunden el lugar. No puse mucha atención a la canción, pero sin duda la chica que cantó tenía buena voz. No pasa mucho tiempo para que otra canción inicie y la joven le ceda su lugar a la siguiente persona. Sí, hoy es noche de karaoke en Echo's.

—¿Quieren algo de tomar? —inquiere Zoe con la intención de ponerse de pie y dirigirse a la barra.

—Una cerveza —pido yo, deshaciéndome de la chaqueta que he traído en vano.

—Te acompaño —sugiere Noah, levantándose de su asiento y situándose a un lado de Zoe. Cuando me da una mirada significativa que demuestran sus intenciones, le reprocho con un gesto—. ¿Tú quieres algo, hombre?

—Agua, por favor —responde Isaac, provocando que yo enarque una ceja. ¿Quién demonios ordena agua en un bar?

Ambos chicos se marchan, dejándome sola con Isaac. Empiezo a jugar con mis dedos nerviosamente sin saber exactamente el motivo. Por alguna razón, siento que su presencia, además de ser tranquila, también impone. La manera en que su espalda se mantiene recta todo el tiempo o la forma en que ensancha su pecho son difíciles de ignorar.

—¿No bebes? —le pregunto con la única intención de romper con el silencio.

—Muy poco.

—Ya. ¿Y hay alguna razón específica?

—No es lo mejor para la salud.

—Vale, pero una copa de vez en cuando no puede ser algo malo, ¿o sí?

—Si puedo evitarlo, prefiero hacerlo.

Algo paranoico para mi gusto, ¿pero quién soy yo para juzgar?

Muerdo mi labio inferior y desvío ligeramente la mirada sin saber cómo continuar la conversación. Para mi sorpresa, él me evita esta tarea.

—Noah me ha hablado cosas muy buenas de ti —comenta con un tono de voz menos tajante que hace unos segundos—. ¿Hace mucho que se conocen?

—¿Tres meses? —Hago unos cálculos en mi mente—. Tal vez cuatro.

—Mencionó que eras de... ¿México?

Premonición de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora