Isla del Fútbol

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Habían pasado nueve horas y media de vuelo, todos los jugadores y gerentes estaban dormidos excepto Riccardo, que había aprovechado casi todo el vuelo para descansar y Rex, que seguía mirando hacia fuera, sin hacer nada. Travis también estaba activo, el seleccionador estaba con su móvil.

Riccardo se levantó de su asiento y decidió dar un paseo por el avión. Al ponerse de pie, sintió las quejas en sus piernas, molestas de la actividad tras estar sentadas durante tanto tiempo. Mientras recorría las diferentes zonas del avión, fue reconocido por la gente que le pidió fotos y autógrafos. Al centrocampista del Raimon le pareció gracioso, no se consideraba una superestrella; simplemente era un chico al que le gustaba el fútbol y lo jugaba junto a sus compañeros. A pesar de eso, no rechazó ninguna de las peticiones y se tomó todas las fotos que hicieran falta.

Una azafata le preguntó qué hacía por allí, y él respondió que le apetecía dar un paseo por el avión, lo que dejó a la chica algo sorprendida pero no le recriminó nada.

Al terminar su recorrido por el avión, Riccardo regresó a su asiento y se sentó mientras miraba un reloj que marcaba el tiempo aproximado que faltaba. «Una hora y diez minutos para llegar al aeropuerto... Apenas he tardado veinte minutos en pasar por todo el avión y haciéndome todas las fotos que hacían falta... Me aburro, tendría que haber hecho como todos y dormir ahora, no nada más subir aquí».

Buscó con la mirada a alguien con quien charlar, pero solo vio a Rex, y su relación no era lo que se podría llamar amistosa. Eran compañeros, pero nada más, ni bueno ni malo. Eso solo dejaba una opción: Travis.

No era la persona más social del mundo, era buen entrenador, pero como persona era seria y distante. «Aunque hay alguna cosa de la que podríamos hablar. No es buena opción alargar más esto, si no será tarde para quejarme».

Se fue hacia delante y se sentó en la silla más cercana al seleccionador, quedaba a su derecha, aunque estaba separada por uno de los pasillos para caminar, que era apenas un metro. Al verlo, Travis levantó la mirada brevemente, pero volvió rápidamente a su dispositivo electrónico.

Riccardo quería iniciar la conversación, pero no encontraba el momento adecuado ni las palabras precisas, así que se mantuvo en silencio durante quince minutos. "Si no es ahora, ¿cuándo será?"

—Entrenador —las palabras salieron de su boca casi sin darse cuenta. Travis giró la cabeza para mirarlo, lo que lo intimidó un poco, pues Travis podía parecer amenazante incluso sin quererlo—. ¿Por qué me quitaste la capitanía?

—Por qué Bay está más capacitado que tú.

—Señor, no he preguntado por qué has nombrado capitán a Bay. Te he preguntado por qué me la has quitado a mí.

—¿De verdad hace falta que te lo diga, chico? Creía que al menos serías lo suficientemente perspicaz para saberlo.

—A ver, me hago a la idea de tus motivos...

—Entonces, si crees saber la respuesta, ¿para qué me lo preguntas?

—¡Pues para confirmar mis sospechas! —exclamó en un tono algo elevado, aunque por suerte no despertó a nadie ni pareció molestar a Rex—. ¿Es por Harrold, verdad?

Él no respondió. Riccardo siguió.

—A ver... Si Harrold ha hecho cosas malas, como aquello a Biel, lo de contestaros mal a ti y a Jude cada dos por tres y los únicos amigos que ha hecho es Wanli y Lucian, ¿No crees que se le debe poner en su sitio? Porque yo sí, y si usted no lo va a hacer me da igual, pero yo seguiré teniendo el mismo trato con él como el que hemos tenido hasta ahora. No me importa si no le parece bien.

Inazuma Eleven Go: ¡Mundial, allá vamos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora