Primer Entrenamiento

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Rex se levantó. El día deparaba el primer entrenamiento con los otros integrantes de la selección.  «Nos ha tocado Turquía... No parece una selección peligrosa, el comandante Sharp ya debe tener pensado un análisis y una estrategia».

Se comió su rebosante desayuno, sus padres siempre le preparaban un desayuno enorme, lleno de frutas, bollos, cereales, leche y zumos. Era demasiado. No quería rechistarles nunca porque fue gracias a ellos que Rex pudo entrar a la Royal Academy, su sueño. Así que comía y callaba.

Siempre había soñado con jugar en el equipo más prestigioso de todo Japón, aunque el Raimon había conseguido reconocimiento los últimos años era la Royal el verdadero equipo de Japón, el orgullo del país que había estado ganando durante cuarenta años seguidos el torneo nacional. Eso Raimon no lo iba a conseguir mínimo en treinta y nueve años y ellos no lo permitirían. 

Fue gracias a sus padres que pudo conseguir entrar en el equipo y en la academia, su padre trabajaba como abogado y su madre era dentista, dos trabajos bien remunerados. Fue gracias a ese dinero ganado con el esfuerzo de los dos pudo formar parte del equipo de su vida.

Eso fue mal visto por todos sus compañeros de clase e incluso también lo fue por los integrantes del equipo durante las primeras semanas. No fue hasta la intervención de Samford que todo cambió con sus compañeros y logró que lo aceptaran, siempre le estaría agradecido de eso al segundo entrenador. Fue el propio David quien también le dijo que se tenía que poner serio con los compañeros de clase. Ellos siempre lo criticaban sin parar, así que le aconsejó que no se convirtiera en el saco de boxeo de ellos y que se defendiera. Tuvo que aprender a hacerse respetar aunque fuera a veces a golpes. Descubrió que tenía muy pocos o casi ningún amigo de verdad, aunque sus compañeros de equipo siempre lo apoyaron tras aceptarle.

Salió de casa andando. Sus padres siempre le ofrecían llevarlo en coche, pero él prefería ir andando, de esta manera al menos ejercitaba las piernas aunque fuera un poco. Sería gracioso y estúpido ahorrar el esfuerzo de andar para acto seguido ponerse a entrenar, como aquellos que van a un gimnasio y luego se molestan por tener que dar un paseo a la mascota.

Puso rumbo al club de fútbol del eterno rival, el Raimon. Ahora tenía que considerarlo su propio campo, al menos durante los meses que durase el torneo. «Tal vez si consigo que el Inazuma Japón gane el torneo haga que mis compañeros de instituto dejen de mirarme mal», se dijo a sí mismo. Era un deseo que le gustaría que se cumpliera. Aunque tuviese un carácter duro siempre había querido que lo tratasen como a los demás. Con un trofeo para toda Japón bajo su brazo los demás dejarían sus prejuicios aparte y así tendría que dejar de fingir tantísima seriedad y ser él mismo. Alguien serio, sí, y no muy cortés, también, pero él mismo. 

El camino desde su casa al Raimon era largo, y pasaba por calles que preferiría no tener que pasar, atestadas de pandilleros y macarras que dedicaban sus vidas a destrozarse su futuro, tomando cosas que no quería ni saber y participando en peleas por mera diversión. Afortunadamente, Rex había ganado su respeto o temor, lo que lo mantenía a salvo de sus amenazas. «Mejor, no quiero tener nada que ver con ellos. Ni siquiera unas palabras».

Se puso a ir al trote, un calentamiento antes del verdadero ejercicio le ayudaría para entrar en materia. En poco más de una hora hubo alcanzado su destino. Era de los primeros siempre, madrugaba más temprano que la mayoría del mundo y eso se notaba. Al llegar al campo de entrenamiento, Rex se encontró a parte de los integrantes de la selección: Travis, Sharp, Evans, Hillman, Cronus y Lucian. Observó que los dos últimos llevaban un atuendo diferente al que estaba acostumbrado en el Raimon o en el Inazuma Japón. Vestían camisetas blancas con detalles en un vibrante azul eléctrico alrededor del cuello y las axilas, creando un contraste llamativo. Rex se acercó a Travis y Sharp, quienes le entregaron una equipación similar.

Inazuma Eleven Go: ¡Mundial, allá vamos!Where stories live. Discover now