PW: Epílogo

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El viento azotaba tranquilamente el largo pasto, meneando el trigo y las cosechas, haciendo sonar las hojas de los árboles más cercanos, congelando un poco su, poco importandole mientras pudiera sentir aquella tranquilidad al observar el sol siendo tragado por la tierra con lentitud, coloreando el cielo de rosad y anaranjados.

Sus labios, en una sonrisa tranquila, expresaban todo lo que su corazón sentía en ese momento. Con sus cabellos rubios moviéndose también, la música dentro de la casa tan alta, dándole más vida a esa sensación instalada en el calor de su pecho.

You too de chase atlantic tocada por las bocinas que compraron con tanto trabajo duro, conectadas a la luz que les propinaban los paneles solares, en la casa que compraron en ruinas y arreglaron los nueve para vivir bien. Aunque, poco a poco, cada uno de ellos se fue yendo, manteniendo contacto con los únicos dos que siguieron juntos.

La puerta de la casa se abrió, caminando sobre el piso de madera para recargarse en el barandal del mismo material, estando de espaldas a el paisaje que veía el rubio, siguió comiendo de su yogurt con la mirada sobre él.

El pelinegro vestía un pantalón negro, con un suéter rojo cubriendo su esculpido torso, teniendo unos mocacines del mismo color de su pantalón, aunque lo que más quería en ese momento era estar desnudo. A contrario de su pareja, el rubio portaba ropa suelta, teniendo una camiseta amarilla que le llegaba a las rodillas y un pans negro terminando en tenis del mismo color.

Jimin sonrió ante la vista que tenía del menor, acercándose un poco más para llamar su atención, mirada que recibió pero duró un par de segundos.

─¿A que hora vendrán todos? ─preguntó intrigado más por los gemelos.

─Mañana por la mañana, ya es muy tarde para que aparezcan hoy.

Jimin asintió, con una sonrisa, animandose a deslizarse por el barandal, lejos de él, caminando elegantemente, hasta pasarse detrás de las caderas del rubio, ya que este estaba con sus brazos sobre el barandal. Movió sus caderas contra el trasero del ajeno, bajando para pegar su pecho a la espalda ajena y respirar al propósito en su cuello, erizando todo su cuerpo.

El menor se levantó, girando entre los brazos de Jimin que fueron directamente a su cintura, teniéndolo contra el barandal, para unir sus labios en un beso lento, tomando la iniciativa de hacer que el pelinegro caminara hacia atrás rumbo a la casa mientras movían sus caderas el compás de la música.

Las paredes, de un azul bondi, con marcos blancos al llegar al final de la pared, escaleras blancas que iban hacia las habitaciones, entrando estaba la sala a la izquierda mientras que una gran aventura daba vista al comedor, de esta iba a la enorme cocina y teniendo otra abertura del lado de la sala que daba al estudio de la pareja.

Fotos colgadas en la pared, no en desorden como en los año de juventud del rubio, sino en marcos alineados estratégicamente, algunas viejas y recuperadas por la pareja, otras de sus años juntos, también de su nueva y gran familia. Encontrando fotos de los difuntos padres de Jimin solos, otra con él de pequeño, la siguiente con su abuela, para después dar paso a los padres de Jungkook, una con él y una más donde estaban todos juntos, teniendo varias de la pareja sola durante su crecimiento, la graduación de secundaria, Jungkook con la abuela en el pueblo, varias con Palatto y Uka, algunas de las pareja con su hijo y más de ellas con los siete que se habían vuelto sus grandes amigos, sobre todo los jóvenes gemelos, quienes permanecieron con la pareja hasta obtener sus veintiún años.

Aquellos adolescentes, conocidos en sus dieciséis años cuando Jungkook trnia veintidós, eran prueba de que no todos los menores se volvían titanes. Descubriendo, gracias a la información que Jimin descubrió y la que investigaron durante un tiempo, que lo que no funcionó en aquellos jóvenes, era que tenían una operación.

Power | JikookWhere stories live. Discover now