O4

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El tarareo estaba ahí, flotando tan relajadamente, sentía una mano acariciando sus cabellos y podía oler perfume de frutos rojos.

Se había quedado dormido después de su ataqué de llanto y pánico, estaba seguro que quien tarareaba y le acariciaba el cabello era nadie más que la razón de sus lágrimas. Abrió los ojos lentamente, encontrando a un calmado Jimin que miraba en dirección a la cocina de su propia casa, habían voces ahí y se escuchan discutiendo muy raro, no en forma mala, sino en una paranoica.

─ Minnie... ─ Murmuró el pequeño aferrándose a la sensación del suave pollito y a las caricias en sus cabellos.

El niño de cabellos negros bajo su mirada avellana en el pequeño niño sobre sus piernas, había un aro dorado alrededor de sus iris y le hizo sentir muy extraño al pequeño Jeon. Estaba seguro que eso no estaba antes.

─ Despertaste, ¿cómo estás?

Jungkook sin querer salir de las caricias en sus cabellos, suspiró y se levantó de todos modos.

─ Estoy bien. ¿Cómo estás tú? ─ Su mano se movió rápidamente sobre la frente de su mayor, sabiendo que no había fiebre, incluso la cálida era su mano sobre la frente de su amigo.

Jimin tomó la mano de Jungkook, bajándola y tomándola entre sus manos, acariciando su pequeño manito. Su miraba estaba en los dedos gorditos cuando sus anchos labios rojos se movieron, se veían con vida, no como cuando estaba en cama.

─ Me siento extraño, Kookie. ─ Confesó el de cabellos castaños. ─ Muy extraño y sé que no termina aquí.

Las cejas de Jungkook se levantaron, tenía diez años y entendía algunas cosas, pero lo que decía Jimin en ese momento no tenía sentido en su cabecita. El mayor parecía tener un lenguaje más extenso, siempre había gozado de esa virtud, pero ahora era mas notoria indescifrablemente.

─ ¿Por qué lo dices?

La puerta de la cocina fue abierta, la abuela de Jimin entró en la sala de estar seguida de los padres de Jungkook. Los tres con una expresión como si su alma hubiera sido arrancada de sus cuerpos, Jungkook no podía entenderlo, ¿y las sonrisas?, Jimin estaba bien, vivo y ahí.

─ Tenemos que irnos a casa, amor. Es tarde y seguro Jimin está cansado.

Jungkook comenzó a negar y saltó detrás de Jimin, colando sus piernas a los lados de las caderas de Jimin y rodeando su cuello con sus brazos. Una actitud que tomaba cuando no quería alejarse de Jimin en lo absoluto.

Jimin tomó las piernas de Jungkook y sonrió en dirección de su amigo cuando miró por su hombro, el niño tenía las cejas juntas y un puchero rosado, miraba a sus padres con reproche y decisión.

─ ¿Puede quedarse? ─ Murmuró Jimin a los padres de su amigo y a su propia abuela.

Los adultos se miraron y terminaron cediendo, no podían ir en contra de los pequeños, Park y Jeon eran inseparables y se necesitaban tanto como sus pulmones al aire.

Los padres del castaño se fueron después de darle un beso, Jimin y Jungkook subieron tomados de la mano con la anciana detrás de ellos, se adentraron a la habitación del mayor y Jungkook se sacó los zapatos mientras subía a la cama. Jimin se había ido al baño y escuchaba a su amigo lavándose los dientes.

─ Kookie, ven a lavarte los dientes.

─ Pero, Minnie...

─ No seas cochino y vente a lavar los dientes.

Jungkook juntó sus cejas y bajó de la cama, se metió al baño y tomó su cepillo de dientes en el vasito rojo. La abuela de Jimin le había comprado uno cuando ya había sido normal que de repente Jungkook se quedara a dormir con el pelinegro.

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