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Había comenzado a llover, pero era una lluvia normal, no había sonado la alarma y tampoco había color violeta por ningún lado, mucho menos gente violenta queriendo poderes o cadáveres llenando las calles.

Estaban en un semáforo, esperando a que la luz roja cambiara a verde para poder continuar con su camino rumbo a la preparatoria. La lluvia caía sobre el parabrisas creando sus figuras amorfas en el vidrio, siendo borradas rápidamente y nuevas apareciendo otra vez. Apesar de que llovía, el cielo no estaba gris y el sol se notaba entre las nubes.

Cada que había una lluvia violeta, existían tres tipos de personas; aquellas que al sonar la alarma se resguardaba e incluso cerraban muchos negocios, otras eran las que salían para contagiarse con la lluvia, aunque muchos de ellos ya eran detenidos por los agentes de siren y los últimos eran los que morían debido al no ser compatibles ni muy fuertes para soportar la mutación. Era un caos cuando habían lluvias, él lo había observado varias veces viajando por ahí sin moverse.

Era sumamente horrible lo que las personas llegaban a hacer para poder tener un poco de poder y aunque a ciencia cierta no sabia porque la gente se exponía a las lluvias, podrían explicarle cualquier razón y él la seguiría viendo mal, inadecuada. Ser un mutante era algo asqueroso, estresante. Era nefasto.

Vio el terror muchas veces en los rostros de las personas, la mayoría de esas veces han sido en sus peleas con los villanos idiotas que iban a romper la tranquilidad de su ciudad. Su ojos saltones, las lágrimas en aquellos, su ansiedad, el querer protegerse de alguna manera, algunos corrían y otros no podían ni moverse.

Había odiado cada maldito segundo en donde peleaba con alguien, porque era partícipe del terror, era una causa de aquello, era parte de la agonía y trauma que las personas sufrían. Era consciente de su condición ante las demás personas.

No importaba que él fuera bueno, era un mutante, no era un policía, tampoco era del ejercito o cualquier otro con poder legal y entrenamiento especial. No era Siren. Era un mutante. Eso era lo único importaba.

M.U.T.A.N.T.E

Había tenido presión desde el primer momento en el que supo que su cuerpo no andaba bien por la lluvia y, con el tiempo fue empeorando. Porque su poder iba en mayoría, creciendo sin parar, limitando las cosas que podía hacer con normalidad y aumentando en peligro, el control le había costado tenerlo, el no herir a nadie en gravedad. Porque sí, había dañado a muchas personas sin quererlo y aunque estaban bien de alguna manera, igual tenía la culpa muy muy clavada en su ser.

En su memoria revivia una y otra vez los rostros llenos de dolor de todas aquellas personas expuestas ante él cuando sus poderes estaban siendo explotados. Esas personas estaban por su cuenta, siempre diciéndole que estaban ahí porque querían y que no era su culpa, dándole confort con sus poderes descontrolados. No importaba cuando le dijeran que estaba bien, que no sintiera culpa. Jimin siempre sentía culpa.

Sin embargo, el estrés que le generaba el ser mutante, se iba totalmente, cuando estaba con Jungkook, él era todo lo que necesitaba para estar bien y aunque sabia que era muy poderoso y peligroso a la vez, con Jungkook se sentía una persona normal. Se sentía alguien normal.

No estaba en sus planes el ser Ghoust, fue espontáneo, fue su instinto, fue su necesidad y el sentimiento de protección que tenía sobre su pequeño niño de ojos brilloso y sonrisa encantadora. Seguir con ello, el luchar contra otros mutantes, sabia de sobra que no corría tanto peligro mientras se mantuviera con la energía suficiente y no gastara más de la necesaria.

Por lo que, poco a poco, aprendió a tener estrategia con cada uno de sus poderes y derrotar a cada uno de los que buscaban apoderarse de su pequeña ciudad. Sin embargo, había tomado muy bien el consejo de Palatto, donde si tienes cinco debes mostrar dos.

Power | JikookWhere stories live. Discover now