Con Elena ya estamos bien, chiqui pum.

—Nat, está en verde.

Con Elena ya estamos bien, chiqui pum.

—¡Nat! —grita mi mujer antes de llevarme la pitada nacional. Meto primera y acelero, pero ella me sigue mirando como si no hubiera arrancado.

—Me he embobado con el cartel de la Blanca Suárez, ¿vale? —me defiendo, señalando el anuncio de Samsung de la marquesina del autobús.

—¿Quién es Blanca Suárez, mamá?

—Una novia que tuve antes de conocer a tu madre. La del anuncio del móvil ese, ¿ves? ¿Es guapa, eh?

—Ya te gustaría—murmura mi mujer con una sonrisa divertida.

—Síii, es muy guapa.

—¿Por qué la cambiaría por mami...? Ay, qué tonta fui.

—¡Porque mami es más guapa!

—¡¿Yoooo más guapa que Blanca?! Anda, hija, eso es lo que tú me quieres.

—Otra con implicación emocional—bromeo.

—¡Sí! ¡PORQUE MAMI, TÚ NO ERES GUAPA! ¡TÚ ERES MUY MUY MUY GUAPA REQUETEGUAPA! ¡LA MÁS GUAPA DEL MUNDO MUNDIAL! —patalea eufórica perdida.

—¿Pero cómo eres tan bonita? —alarga la mano entre nuestros asientos para acariciarle el piececillo con el labio mordido.

—Solo está haciéndote la pelota para que comamos en el Mc Donald's, Alba Reche.

—Tú a conducir, envidiosa.

El silencio vuelve al coche, y ella también.

Con Elena ya estamos bien. Chiqui pum. No, no creo. No, no creo. No, no creo. Con Elena ya estamos bien. Chiqui pum.

Esto es lo que quería oír... ¿no?

Es la respuesta soñada, la frase exacta que hubiera querido escuchar hace unos meses cada vez que alguien nos preguntaba. Es lo que quería decir yo. Lo que esperaba con media gota de sudor en la frente que dijera Alba. Pero ahora que lo he escuchado, se me hace muy raro. ¿Mi mujer ha tirado la toalla por mí?

Porque antes solía usar otro tipo de respuesta...

—Sí, lo estamos viendo. A ver si Nat se decide.

Nada que ver con la de esta tarde, ¿verdad?

—¿Qué tienes que decidir, hermanita?

—Tener un hijo no es como adoptar a uno de tus bichos, Elena. Hay que darle vueltas, y yo ahora mismo estoy muy metida en los ensayos. Y luego vendrá la gira... Me cuesta mucho pensar que vamos a tener al bebé y yo voy a estar en otra cosa, ¿sabes? Tengo que... pues pensar cómo organizar todo eso, joder.

—Pero si dijiste que querías tener una familia como los de Doce en casa. Como te pienses tanto cada niño no llegas al quinto, ¿eh? Por mucho que te llames Natalidad, los óvulos caducan.

—Coño, que hace ná que entré en los treinta y tres, ¿os queréis relajar? No sé qué prisa os ha dado a todos ahora con que tengamos un bebé.

—Nos vendría bien—sonrió mi madre.

—Bueno, pues a mí ahora no me viene bien. Joder, pa' una vez que me sale algo bueno de verdad.

—No tienes que renunciar a una cosa para tener la otra, cariño—contestó algo sorprendida mi ama.

—Eso le digo yo—suspiró Alba.

—Claro, tía. Doble felicidad—me sacudió el pelo mi hermana.

Ohana - (1001 Cuentos de Albalia)Where stories live. Discover now