16. Mi secretito oscuro

16.9K 646 852
                                    

Olía a palomitas recién hechas.

Aquella lejana tarde de otoño, olía a palomitas recién hechas.

Y a Alba Reche.

Sobre todo, a Alba Reche.

Hoy empezamos desde el flashback, en el pasado. Así, directamente. Empezamos el capítulo en el octubre sevillano de 2007. La primera vez que Alba y yo fuimos al cine juntas. Y así os ahorro el mal ratito del viaje, albayas. (De nada).

¿Que por qué? Porque me da la gana. Y... porque ahora mismo estoy de camino al cine para tener una nueva cita con mi mujer... No me he saltado ninguna norma, jefas. ¡El presente me ha invocado el flashback, y los lectores sabían perfectamente que teníamos un cine pendiente, estoy limpia! (Perdonad, es que tengo tarjeta amarilla... no quiero jugármela, que tengo una hija).

—Así que vas a invitarme al cine... —sonrió con la cabeza agachada, escondiéndose en su largo cabello castaño. Y yo me pregunté por qué se escondía tanto si conmigo había perdido ya todo indicio de timidez.

—Eso es. Y con palomitas y todo.

—No hace falta que...

—Tenías razón... Los guiris de aquí son muy generosos. Algunos me tiran billetes directamente—la interrumpí—. Y eso hay que celebrarlo.

—Pero no derrocharlo, Natalia... que las palomitas de aquí cuestan más que la entrada.

—Quiero invitar a la chica que me gusta a unas palomitas mientras vemos una peli en el cine. A mí no me parece ningún derroche. Cosas más locas he hecho ya por ti...

—Suficientes—sonrió en un suspiro. ¿Suficientes? Ay, pobre Alba... pues anda que no le quedaba ná. Ni había empezado, fijaos lo que os digo. ¿Que si hay más alucinantes shows de Natalia Lacunza que aún no sabéis? Pues claro, mamarrachas. Que me subestiméis en el capítulo 16 me ofende un poquito—. ¿Y qué vamos a ver?

—Esa—señalé el cartel sobre las taquillas.

—Mh... es de miedo, ¿verdad?

—Sí. ¿Pasa algo?

—Es que no me gustan mucho... Siempre tienen el mismo argumento.

—Vamos, que te haces caquita—la vacilé. Yo no, la estúpida Natalia de 2007. Que quede claro.

—Lo paso un poco mal... —reconoció, agachando su cabeza de nuevo. Y yo pasé de la burla a la ternura en cuestión de segundos.

—No te preocupes, Alba Reche. Yo te protegeré—le susurré, pasando mi brazo por sus hombros en un intento de ser el cliché de toda escena romanticona: sujeto 1 invita a sujeto 2 a ver una peli de miedo y acaban acurrucaditos y haciendo manitas. Mi mente, por favor. Y las expectativas que me generaron las comedias románticas de Hollywood. Ella en seguida se tensó, mirando a todas partes mientras avanzábamos en la cola para comprar las entradas. Parecía incómoda. Y a mí me extrañó.

—¿Qué buscas?

—Nada, nada—suspiró, pero yo me quedé mirándola mientras me apartaba el brazo, rechazando mi abrigo con poco disimulo. ¿Oís cómo se rompía mi corazón? Crash, crash—. Ay, no me mires así... Que no es por ti, es que... Mis padres conocen a mucha gente y... Yo les he dicho que venía al cine con Julia...

—Ah, que es por eso... —respiré aliviada. El rechazo tenía explicación. Y la timidez que noté cuando llegamos al centro comercial. Que bueno, no era timidez en sí... era esto. El miedo a que la viesen conmigo. ¿Oís cómo se reparaba mi corazón? Bum, bum—. ¿Por eso nunca quieres quedar fuera?

Ohana - (1001 Cuentos de Albalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora