48. El silencio

11.1K 607 538
                                    

Su frase sigue retumbando en mi oído.

No deja de sonar.

No deja de repetirse en mi mente una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez.

Podría ser perfectamente la canción del verano. Tiene un verso pegadizo que te impide pensar en cualquier otra cosa, como las canciones del verano.

No, no creo. Con Elena ya estamos bien. No, no creo. Con Elena ya estamos bien. No, no creo. Con Elena ya estamos bien.

Ya la oigo hasta con una base reggaetonera de esas que taladran. Y mi dedo le sigue el ritmo golpeando el volante.

No, no creo. Con Elena ya estamos bien. Chiqui pum. Chiqui pum. Chiqui pum. Con Elena ya estamos bien. Chiqui pum. Pum. Pum.

Pum.

El semáforo se pone en rojo, pero ni por esas la frase se detiene. Pues te van a multar, cabrona. Suelto el volante y suspiro. Giro mi cabeza hacia el asiento de copiloto. Alba está tranquila. Tan tranquila como el resto de la tarde. Con los ojos clavados en el móvil buscando alguna oferta interesante para cenar como si no pasara nada. Como si fuera una noche cualquiera.

Como si no acabara de soltar en esa fiesta que no vamos a tener más hijos.

—Nat, ¿me oyes?

—Perdón, cariño, estaba... ¿Qué pasa?

—Que está de oferta la CBO.

—Ah, guay, pues esa para mí.

—Elena, cariño, ¿te pedimos de postre el Danonino y te lo llevas mañana al cole?

—¡Síiiiiii! ¡Es el mejor día de mi vidaaaaaaaa! ¡Fiesta increíble con mi amiga y al Mc Donald's a cenar!

—Pero no vamos a cenar allí, ¿eh? Vamos a recoger la comida con el coche y nos la comemos en casa.

—Jo, ¿no puedo jugar ni un poquito? Mami, porfa, que me he portado muy bien hoy.

—Sí que te has portado muy bien, pero mañana tenemos que madrugar para ir al cole. Además, ya has jugado mucho hoy, ¿no?

—Solo un ratito chiquitito. Más chiquitito que una hormiguita. Porfaaaaaaaaaaa.

—Oye, confórmate con que vas a cenar Mc Donald's entre semana, y porque se nos hecho tarde—le advierto. No tengo humor para aguantar una rabieta ahora, sinceramente.

—¡Pero mamá, es que...! —protesta, y mis pulmones buscan aire donde no lo hay.

—Elena, hemos ido a esa fiesta por ti—la interrumpe mi mujer. Menos mal, porque como hable yo... —. Y nos hemos quedado hasta cuando tú has querido, porque tú has querido. Ahora mamá y yo estamos cansadas y nos queremos ir a casa. Te toca a ti ceder un poquito, ¿no te parece? Venga, cariño, no termines mal el día que te lo has pasado muy bien. ¿Me quitas esa cara de enfadadita, por favor? Vale, y ahora cuéntame cómo era la habitación de June, que yo no la he visto.

—Pues bonita. Es de color verde. Tiene un montón de jirafas bebés encima de la cama. Y un castillo de princesas más grande que nosotras. Me ha dicho que vaya un día a jugar con ella. ¿Puedo ir?

—Claro que sí, mi amor.

—Y mami, ¡tiene una cabeza para peinar como la que yo quería! ¿Te acuerdas que se la pedí a los Reyes Magos y se olvidaron?

—Yo no creo que se olvidaran, yo creo que es que te pediste demasiadas cosas. Hay muchos niños en el mundo, cariño. Tienen que repartir.

—Ya lo sé, mami. Y yo estoy contenta de que se la trayeran a June, porque así puedo jugar con ella cuando vaya a su casa.

Ohana - (1001 Cuentos de Albalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora