27. Promesas

17.4K 694 499
                                    

Llueve.

Llueve ahí fuera.

Hace sol.

Aquí dentro hace sol. Un sol sevillano de esos que queman.

Me gusta el contraste.

El otoño de Vivaldi se acerca, y a mí me ha pillado empezando el verano. Siempre llego tarde a todo.

Oigo un rayo, y la velocidad a la que cae la lluvia aumenta considerablemente. Un pitido, un coche derrapando. Otro pitido.

Sevilla siempre se colapsa cuando llueve. La gente se vuelve idiota conduciendo. Más de lo normal, quiero decir...

Sobre la lluvia, la tormenta y el tráfico, oigo a mi mujer roncando en mi regazo. Sonrío. ¿Cómo puede salir semejante ruido de ese cuerpo tan pequeño? Creo que hasta lo echaba de menos...

A ver cuántos días me dura.

¿He dicho días?

—Mami... —susurra una vocecilla que se cuela en nuestra habitación.

Intento levantarme, pero me doy cuenta de que tengo el brazo izquierdo dormido. Alba está tumbada en él, abrazada de lado a mi cuerpo.

—Ven por aquí, bichi—la llamo, alzando la mano.

—¿Mami está dormida? —pregunta en voz baja, dándole la vuelta a la cama.

—Sí, ¿qué quieres? Es muy temprano todavía.

—Me he despertado con la lluvia fuerte...

—Eso es culpa de tu amiga Elsa—bromeo. Ella niega enfadada—. Anda, acuéstate un ratito más, que es domingo.

—Pero mamá...

—Qué...

—¿Puedo dormir con vosotras? —me pone un pucherito y apoya la cabeza en el filo de la cama. Pestañea adorablemente. Pa' comérsela.

—Si me pones esa cara de peggito abandonado... —suspiro, abriendo la sábana por la derecha. Ella sonríe, escalando por el colchón. Yo aparto el brazo de Alba que me rodea la cintura para hacerle huequito a mi peque.

—Quiero en medio—me pide al tumbarse en mi pecho—. Con mis dos mamás.

Si es que no me ha podido salir más extra la niña. Que sí, igual que yo... Cómo os gusta llamarme así, troncas.

—Eso va a estar complicado... Mami se ha dormido encima de mi brazo—susurro con un tono divertido, y ella se traga una risa tapándose la boca.

—¿Y qué pasa si te pica la nariz?

—Pues que tengo esta... —le contesto, pero al intentar levantar la mano derecha, descubro que mi hija me la tiene agarrada. También me ha salido graciosilla—. ¡Ahhhh, no puedo...! ¡Me pica, me pica, me pica! ¡Ráscame, porfa!

—Mh... —ronronea mi mujer, que cambia los ronquidos por otro sonido que suena a despertar. Su hija y yo nos miramos asustadas.

—Sh—me manda a callar Elena, poniendo el índice sobre mis labios. Paramos de movernos.

Alba sacude su cabeza y se revuelve sobre mi brazo, aumentando mi dolor. Se gira un poco, quedando medio boca abajo sobre mi lado izquierdo. Parece que va a alargar su sueño un poco más. Yo, por suerte, consigo liberar mi extremidad.

—Ya estás casi en el medio—bromeo, colocando el brazo muerto de mi mujer sobre la espaldita de mi niña.

—Con mis dos mamás—repite, apretándose a mí. Extra x2.

Ohana - (1001 Cuentos de Albalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora