Parte 25 - Las armas las carga el Diablo

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—papá!!!—Melina se despertó de un salto, estaba bañada en sudor y acababa de gritar una palabra que jamás habían pronunciado sus labios.—papá?— se preguntó confundida, ya sentada en la cama. Había tenido un sueño de lo más extraño.

Algo debajo de las sábanas a su lado se movió, miró a su derecha y una pierna delicada se escapaba desde debajo del acolchado.

Con los ojos siguió camino arriba de la forma de la pierna, los glúteos cubiertos por las sábanas y la espalda descubierta de la agente Lizzi Johns de Shield, con quien se había emborrachado la noche anterior en un bar de Paris.

Melina sonrió con suficiencia, un diamante brilló en la mano de la agente Johns, estaba comprometida con su novio de la adolescencia, pero las chicas estadounidenses tenían la costumbre de comportarse como unas ninfomanas cada vez que pisaban suelo europeo.

El pelo rubio de la agente Johns le recordaba a Yelena y sintió como el calor volvía a palpitar entre sus piernas.

Se chupó dos dedos para calentarlos y con suavidad, los introdujo en la agente Johns, quien inmediatamente abrió los ojos y sonrió con picardía.

Todavía era temprano y la americana era insaciable, solo esperaba que después de esto no comience a agobiarla con demandas, para muchachas demasiado recatadas como aquella, el sexo y el amor eran cosas confusas que se entremezclaban para evitar la culpa de entregarse a sus deseos, pero Melina sabía muy bien en donde se encontraban sus sentimientos y no estaban ni cerca de aquella cama de hotel.

Era demasiado temprano, y en otra habitación de otro hotel no muy lejano, Natasha abría los ojos para descubrir que Alexei ya no estaba a su lado.

El olor masculino, mezcla almizclé, madera y sol, aún calentaba el hueco de la almohada que él había dejado. Ella pasó su mano por la almohada, evocando sus caricias, la imagen de su cara mientras le hacía el amor, y la mirada clavada en ella mientras le repetía una y otra vez "eres mía" y "te extrañe demasiado".

Se sentó en la cama y volvió a encontrar el rostro que recordaba, pero de costado, observando ausente la ciudad, desde un pequeño sillón frente a la ventana.

—Perdón, no quise despertarte— musitó él sin mirarla, parecía como si París se robara su atención.

—Hora de volver a la realidad?— preguntó Natasha con reticencia imposible se disimilar. Deseaba quedarse en esa cama, junto a él por días, recuperando años en kilómetros de piel que no había podido tocar, por culpa de otros kilómetros de vida que los separó durante tanto tiempo.

Alexei volteó pero parecía que sus ojos aún le huían.

—que realidad? La de ellos?—señaló despectivamente a lo transeúntes que reían despreocupadamente en las calles de Paris, aparentaban ser como un grupo de hombres y mujeres un poco alcoholizados volviendo de un bar. Sonaban, jóvenes, tontos y felices.

—no tienen idea de lo que sucede  en el mundo, de todas las amenazas, de todas las armas que les apuntan a la cabeza ahora mismo—parecía ofuscado y Natasha se levantó rápidamente de la cama para acercarse a él, necesitaba tocarlo, recordarle con tu tacto que la realidad no estaba allá afuera sino en ese metro cuadrado del mundo que ocupaban sus dos cuerpos tan cerca.

Llegó hasta él, se arrodilló frente al sillón y lo abrazó mientras él le besaba la frente. Natasha no era una persona de muchas palabras, pero podía decirlo todo con una caricia y él lo sabía. No le hacía falta nada más que aquel gesto.

—Mañana cuando volvamos a Shield, será muy frustrante explicarles a todos que Sarkisian y Yelena siempre estuvieron un paso adelante, la alianza con Boris al final no sirvió para nada— ella pensaba en voz alta pero algo de lo que dijo capturó la atención de Alexei.

Black WidowWhere stories live. Discover now