Parte 10 -Vaticano-

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El tratamiento que le hicieron en el Laboratorio de la Habitación Roja esa tarde fue un shock a sus sistema nervioso y la noqueó por varias horas. Cuando despertó ya habían arribado en un vuelo privado a Praga desde donde ella y Oleg tomarían un tren a Roma por separado.

Era la primera vez que Melina salía al mundo exterior y estaba fascinada, sobre todo con la gente. Al principio pensó que eran todos simplemente tan ordinarios que no entendía como podían no caer muertos del aburrimiento espontáneamente a mitad de la vereda.

Luego fue adentrándose a pié por calles angostas en el casco histórico de la ciudad, y descubrió el verdadero espíritu de sus habitantes.

Praga era oscura, exótica, violenta, pero intelectual, con hermosos edificios en estilo gótico y barroco, entre los que palpitaba la electricidad de una época revolucionaria.

Encontró disturbios y protestas en la Plaza de la Ciudad Vieja y se coló en las multitudes, extrayendo hábilmente un par de billeteras, para sentarse a tomar una cerveza frente al Reloj Astronómico con el dinero que pudo juntar.

Un joven de aspecto hippie comenzó a cantar una canción en inglés de Bob Dylan cerca del reloj, acompañado de su guitarra y una armónica colocada con un arnés cerca de su boca.

"Si viajas en la feria del norte del país.
Donde los vientos golpean fuerte en la frontera,
Recuérdame a alguien que vive allí.
Ella una vez fue un verdadero amor mío.
Si vas cuando los copos de nieve asaltan,
Cuando los ríos se congelen y el verano termine.
Por favor, mira por mí si su cabello cuelga largo.
Si rueda y fluye por todo su pecho,
Porque así es como la recuerdo mejor,
Me pregunto si ella se acuerda de mí...".

Sintió de repente una tristeza extraña que no entendía, añoranza de algo o de alguien pero que no conocía.

La cerveza era amarga y suave, le había gustado pero no estaba acostumbrada a una bebida con tanto gas y dejó la mitad de la jarra para seguir caminando por El Puente de Carlos, quería despejar sensaciones nostálgicas de su cabeza , admirar las estatuas que decoraban el puente y ver el atardecer desde allí.

Un artista le preguntó si podía dibujarla, le dijo que era hermosa. Ella se negó y cuando el hombre trató de extender la conversación preguntándole su nombre y que hacía en Praga ella sólo le respondió —eres dulce, pero si te lo dijera tendría que matarte— y le sonrió, insinuando que era solo una broma que él se creyó.

Pensó que algún día volvería a ese lugar, que quizás en otra vida tendría dinero, poder, y libertad suficientes para recorrer el mundo, sin destino ni objetivos entregados a ella dentro de un sobre confidencial por un manejador de la KGB con mal aliento y manchas de café en la ropa.

Cuando oscureció volvió al pequeño departamento en donde Oleg la esperaba furioso.
—A donde carajos te fuiste? Se supone que debíamos mantener perfil bajo hasta qué Pável pase a buscarnos—

—Me fui a mantener perfil bajo a otra parte— respondió indiferente mientras se echaba en el polvoriento sillón de su manejador. Ventiló con una mano la nube de tierra que se levantó al sentarse—Podrías haber limpiado la pocilga de Pável si ibas a quedarte aquí, no?—

Oleg la ignoró y siguió estudiando el libreto de la falsa identidad que asumiría como turista americano en Roma.

—en lugar de salir a pasear deberías aprenderte tu parte. Si no haces bien tu trabajo yo no puedo hacer el mío y estamos fritos—

Melina soltó una risotada burlona—No es tan complicado, tenemos el contacto en el Convento que me hará ingresar como una monja, pasaré ahí unos días comportándome como el angelito que soy, y cuando nos toque visitar el Vaticano, deshabilitaré las cámaras para que puedas infiltrarte y ayudarme a robar los documentos. En serio necesitas estudiarlo tanto?—

Black WidowWhere stories live. Discover now