No logro entender cómo un rostro tan angelical es capaz de hacer tanto daño sin pensar en las consecuencias de sus actos. Eso confirma una vez más que las apariencias engañan. Y eso era Camila Anderson Smith, un rostro angelical al cual muy pocas ve...
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CAMILA
Dos semanas habían pasado desde aquella pelea entre Jayden y Tyler. La imagen de Jayden siendo golpeado por Tyler —aunque no era lo que buscaba— fue tan satisfactoria como obtener una A en una materia complicada. Jayden le dijo a mi papá que aquellos golpes en su rostro fueron a causa de "defenderme" en aquella fiesta. Obviamente, ninguno de los dos conseguía nada revelándole la realidad de los hechos. Desde que llegamos de esa fiesta no nos hemos dirigido mucho la palabra a menos que fuera estrictamente necesario. Ambos nos habíamos mantenido al margen y me alegraba porque en parte era lo que buscaba.
Él me ignoraba, yo lo ignoraba y todos felices.
Sin embargo, eso no quitaba el anhelo por sacarlo de esta casa. Eso permanecía como uno de mis principales objetivos. No se me olvidaba que Jayden era capaz de enfrentarme y que sentía que me traería más problemas de los que ya podía apenas manejar. Todo era demasiado complicado teniendo en cuenta que mi papá estaba realmente conmovido por este chico. Tan solo ver la forma en la que se dirigían ambos me dejaba perpleja. Era como si Jayden fuera su hijo y no yo.
Hice una mueca de desagrado en cuanto él se acomodó en la mesa para cenar con nosotros. Papá tuvo la "brillante" idea de unirlo a nuestras cenas últimamente como si fuera un hermoso cuadro familiar. Todo esto me parecía ilógico porque a final de cuentas, él era un empleado más.
—Lo que me faltaba. Seguir compartiendo la mesa con la servidumbre. ¿Qué sigue? ¿las sirvientas y yo tendremos una pijamada? —espeté con sarcasmo. Jayden me dedicó una mirada aburrida mientras que papá me hacía señas en desaprobación.
—Disculpa, no quiero molestar. —hizo el amago de levantarse de su silla, pero papá hizo algo que me descolocó por completo. Lo detuvo y le indicó amablemente que se sentara nuevamente.
—Por favor, papá. Déjalo que se vaya. Al menos él reconoce su lugar.
Papá suspiró, —Camila, si tanto te molesta la presencia de Jayden quien por cierto no te ha hecho nada, ¿por qué no te retiras? —el tono tan pacifico en el que lo dijo me desconcertó. Como si lo que hubiera dicho fuera la cosa más normal del mundo. Apreté la mandíbula tragándome el orgullo que me quedaba. Jayden intentó ocultar su sonrisa, pero aun así alcancé a verlo.
