No logro entender cómo un rostro tan angelical es capaz de hacer tanto daño sin pensar en las consecuencias de sus actos. Eso confirma una vez más que las apariencias engañan. Y eso era Camila Anderson Smith, un rostro angelical al cual muy pocas ve...
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CAMILA
—¿Seguirás todo el maldito día así de amargada? Oye, tan bonita que eres y no puedes mantener una sonrisa ni cinco segundos.
Es irónico que me lo diga él teniendo en cuenta que siempre anda indiferente.
—Kedrick.
—¿Si?
—¿Podrías callarte de una buena vez? Es más, ¿podrías largarte de mi habitación? En primer lugar, ¿qué haces aquí? Puse un letrero en la puerta que dice "Prohibido entrar" con una foto tuya y una equis sobre ella.
—Ah, ¿esa mierda de letrero que quité y puse en la basura?
Lo miré mal dejando mi libro a un lado mientras seguía recostada.
—Hay dos cosas en esta vida que me satisfacen demasiado. Uno: Comer —Hizo un gesto de satisfacción—. Y dos, fastidiarte. Así que no.
Revoleé los ojos y suspiré clamando paciencia.
—¿Es por él? —interrogó, mientras caminaba frente a mi estante de libros analizando los títulos de cada uno.
Sabía perfectamente de quien me estaba hablando, decidí cooperar con la estupidez humana y hacerme la tonta. No quería hablar de él, no en estos momentos. Y
—¿De quién?
—Sabes que hablo de Jayden —respondió tomando un libro del estante para seguido a eso revisar las páginas.
—Primero que nada, el mundo no gira alrededor de Jayden —le respondí acercándome a él y arrebatándole el libro—. Y segundo saca tus sucias manos de mis libros.
—Quizás el mundo no gira alrededor de Jayden, pero en el tuyo sí.
Ignoré su comentario fingiendo que no pasaba nada. Jayden y yo llevábamos días así, él era muy orgulloso y yo también, pero no solo preferí no hablarle por orgullo, sólo me dolía que confiara en todos menos en mí.
—Oye, ¿es cierto que mandaste a Liliana a lamer el piso? —preguntó y al ver su expresión seria me esperaba algún comentario moral.
—Ajá, y si vienes a sermonearme te digo desde ahora que puedes irte al infierno —mascullé.
