No logro entender cómo un rostro tan angelical es capaz de hacer tanto daño sin pensar en las consecuencias de sus actos. Eso confirma una vez más que las apariencias engañan. Y eso era Camila Anderson Smith, un rostro angelical al cual muy pocas ve...
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"A veces es demasiado tarde para enmendar nuestros errores por la magnitud de los mismos. El arrepentimiento puede convertirse en un consuelo, pero las cicatrices, quedaran para siempre."
—Camila Anderson Smith (Frase totalmente de mi autoría)
CAMILA
—Diviértete princesa. —canturreó antes de que cada uno avanzara a la entrada de la hermosa mansión y, una vez dentro, emprendiéramos caminos diferentes.
En la entrada no había más que adolescentes bastante tomados con risitas bobas cargando vasos llenos de alcohol y algunos se besaban como si la vida se les fuera en ello. La escena frente a mis ojos era repugnante pero igual decidí ignorarlos.
—Jodete idiota. —le dije empleando el mismo tono pasando completamente de él. No voy a permitir que me arruine esta noche. No le voy a dar el gusto.
Durante todo el camino no se molestó en ocultar aquella sonrisa triunfante que me provocaba ganas de golpearlo. Espero que disfrute todo lo que pueda antes de que tenga la oportunidad de deshacerme de él.
Cuando al fin entré a la casa sintiendo que me quedaba sorda por la estruendosa música divisé a mis amigas que como siempre, estaban juntas. Todas estaban hermosas pero desafortunadamente estaban acompañadas de sus... espera un momento, no sé quiénes son esos chicos. Seguramente conquistas de esa noche. Eso si, tenían miradas cómplices y ya me hacía la idea de que mi presencia estaba de más allí.
Yo era la amiga antipática que se daba el lujo de rechazar a todo el mundo, y no me gustaba permanecer ahí cuando la situación se tornaba incómoda en cuanto parecía que iban a devorarse entre ellos. No necesito muestras apasionadas en mi presencia.
—¿Dónde está Tyler? —Es lo primero que pregunté porque desde que me fui con Jayden no he dejado de pensar en que estuve obligada a dejarlo plantado.
La pelirroja me hizo un gesto indicándome que no me había escuchado bien. Le repetí la pregunta elevando más el tono de mi voz hasta que finalmente me entendió.
