II. ☆ Pintura corporal ☆

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—Hace cosquillas —murmuró.

—Lo siento.

—No son cosquillas malas. Es como un mini masaje. —Mis respiraciones eran profundas, largas y pesadas. El pincel seguía temblando en cada trazo y odié eso—. ¿Qué estás dibujando?

—No lo sé. De momento solo pongo pintura de fondo.

—¿Qué color?

—Azul.

—¿Oscuro?

—Sí, pero no tanto.

—Puedes hacer un cielo estrellado o planetas.

—Apropiado para Karma de Estrellas.

—Sí, puede que tu subconsciente te haga dibujar eso.

—Mi subconsciente esperaba una serpiente en un brazo, no tu espalda desnuda.

—¿Seguro? —retó—. Fue tu subconsciente el que puso sábanas sobre tu cama.

Algo me dijo que sus palabras eran en broma, pero el hilo de esa lógica me hizo querer explicar de inmediato que no tuve ni una segunda intención con ella al pedirle que me ayudara con su piel.

—No, Karma, te juro que no te traje con dobles intenciones. —Levanté el pincel para que me prestara atención completa—. No quiero que pienses que...

—Solo bromeo, Marco, calma —interrumpió, burlona—. Sé que nunca actúas de mala fe. Continúa. ¿Estás cómodo así o quieres que me mueva?

—Así está bien. La luz me ayuda.

Volví a mi labor, intentando centrarme. Karma no dijo más por un buen rato y lamenté no haber puesto música para al menos escuchar un sonido que no fuera su respiración pausada tan cerca.

Subconsciente o no, la propia pintura empezó a manejar todo y un cielo se fue proyectando. No era exactamente uno diurno, pero tampoco de noche, se mezclaron varios azules y pareció más una amalgama de varios cielos en un solo espacio. Dibujé estrellas porque me pareció apropiado, hice una especie de planeta mezcla de rojos y azules que se convirtieron en violeta rayado. Di vida a un par de lunas y, sin mucho sentido, varias nubes de algodón rosado.

No parecía nada real, era como un escenario de fantasía sacado de un sueño ilógico, colorido pero sin paleta definida, brillante pero sin soles, con nubes pero nada natural.

El corazón no se me desaceleró en todo el rato.

Seguía muy consciente de una Karma medio desnuda sobre mis sábanas viejas y parcialmente manchadas de pintura salpicada, seguía pensando en el deseo de reemplazar el pincel con mis dedos e, inevitablemente, mi cabeza me traía cuadros fugaces pero explícitos de la tarde que compartimos juntos en el ático con el firmamento encima.

—Marco —llamó luego de un largo rato, pudo ser media hora o una entera. Emití un mmmmm sin abrir los labios—, ¿cómo vas?

—Bien. —Odié la ronquera de mi voz al pronunciar palabra. Aclaré la garganta—. Yo creo que ya casi acabo.

—¿Cómo luce?

—Está mal que lo diga yo, pero muy bello.

—Eres bueno con la pintura. Me gustan tus lienzos del ático, así que venía predispuesta a que esto te saliera bien.

Tragué saliva, esperando que charlando mi mente se distrajera y mis nervios cayeran. Era el tiempo más largo de mi vida en que el corazón me había palpitado a esa velocidad sin descanso. Ya tenía más de seis pinceles sucios, y el bote de agua para lavarlos estaba negra, sin embargo, pese a todo, estaba feliz con lo que iba resultando.

Karma de Estrellas  •TERMINADA•Where stories live. Discover now