XXV. ☆ Cambio de humores ☆

Comenzar desde el principio
                                    

Marco se bajó de la cama, encendió la luz para luego sentarse en el suelo y pedirme que me sentara frente a él. Me causó un poco de dilema ver su habitación con la luz encendida porque lo hizo más real para mí, tuve que repetirme que era su sueño varias veces para tenerlo muy presente y no equivocarme.

—Vas primero porque es tu sueño —dije, pasándole los dados.

—Tema: antiguos amores. —Marco lanzó los dados y cayeron dos caras de un seis, pero como no me apetecía hablar sobre mi antiguo amor, hice trampa, haciendo que un dado se moviera hacia otra cara, dándole ahora un seis y un dos—. Ni en mi sueño triunfo, qué triste.

—Ahora debes decírmelo. 

—A ver... mi última ex se llama Linda. La conocí en su preparatoria cuando fuimos a jugar con el equipo. Tuve varias citas con ella, nos hicimos novios al mes, estuvimos juntos cuatro meses en total y terminamos porque... bueno, no era destinado a ser y ya.

—¿Crees en los amores destinados?

—Sí.

—¿Y qué crees respecto a mí?

—Que estás destinada a estar conmigo y que será mi relación más intensa de todas. Aunque te admito que me dejaste pensando cuando me dijiste que tú no eres sinónimo de permanente. Le he dado muchas vueltas a ese tema.

—¿Y qué piensas? Si te pido aceptar eso, ¿lo harías?

El tema había entrado más rápido de lo que creí a terreno peligroso y mi corazón se aceleró de nervios. El suyo en cambio estaba calmado y seguro, pues era su mundo y en su mundo él mandaba, al menos tenía esa ilusión y le servía para estar calmado.

—A ciegas no. Necesito que me cuentes los motivos, porque mis teorías no me gustan.

—Dime tus teorías.

—La más trágica es que tienes una enfermedad mortal y que por eso no serás permanente, pero te ves muy sana para eso. También he pensado que Raymond es una especie de persona importante y temida de la delincuencia que te ha comprado de tu familia y que te maneja a su antojo, entonces por eso siempre te recoge de donde estés, porque te tiene controlada.

Ambos echamos a reír al tiempo, yo especialmente porque sus teorías eran muy dramáticas y ficticias... aunque la de Ray era algo medio paralelo a la realidad.

—No estoy muriendo... ni Ray es delincuente.

—Eso espero. Tu turno.

Me tendió los dados y cuando estiré la mano para tomarlos, con su índice acarició un segundo el dorso de mi mano. Actuó como si no se diera cuenta, pero sé que lo hizo a propósito.

—Tema: ¿en tu imaginación realmente nunca nos hemos besado como me dijiste la vez pasada? —El juego realmente no era para preguntas tan puntuales, pero yo estaba segura de que sacaría el marcador correcto así que me arriesgué. Marco se enserió y vio como los dados rodaban hasta dar dos caras iguales de un cuatro—. Honestidad, Marco. 

—Aquella vez te hablé de mis sueños, no de mi imaginación. Y no, en mis sueños jamás nos hemos besado.

—¿Y en tu imaginación?

Clavó sus ojos en los míos y de forma inconsciente se relamió el labio inferior, llevando sin querer mi vista a esa zona. A consciencia me alejé un poco más, sentándome más cerca de la pared para repetirme mentalmente no voy a meter la pata hoy hasta creérmelo.

—En mi imaginación sí, muchas veces. En Midwest, junto a tu bici, junto a tu casillero, en la cafetería, en el salón de artes luego de que la maestra se va, acá en mi habitación, en el sofá de abajo, en mi cocina, básicamente siempre y en todo momento. El besarte se ha vuelto un deseo y una intriga muy grande. Te culpo a ti —Me sonrió de lado—, si no fueras tan encantadora no desearía besarte a cada bendito segundo.

Karma de Estrellas  •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora