XXI. ☆ El dolor de la hipocresía ☆

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Juro que algún día se lo contaré a Marco y le pediré disculpas, me repetía a medida que me acercaba

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Juro que algún día se lo contaré a Marco y le pediré disculpas, me repetía a medida que me acercaba. Con ayuda de Ray iba a meterme de nuevo en su sueño.

Dadas las circunstancias había una tensión rara entre nosotros durante las clases, era como si él siguiera sumamente desconfiado de mi manera de acercarme, como si aún pensara que yo jugaba con él a pesar de que habíamos quedado de forma tácita en un "estamos bien".

Era jueves, quedaba solo un día para que su cita llegara —en realidad unas horas porque era jueves casi a medianoche— y yo necesitaba saber si él ya no estaba dispuesto a estar conmigo ni siquiera en el ámbito hipotético porque yo lo había arruinado. Como yo estaba totalmente en contra de volver a hipnotizarlo para sacarle la verdad, mi opción era meterme a su sueño pues recordé lo fácilmente sincero que había sido al suponer que solo era su subconsciente.

Algún día te lo diré y te pediré disculpas, seguí diciendo en mi interior.

Cuando estuve segura de que los dos corazones dentro de la casa de Marco estaban en reposo, le dije a Ray que me ayudara a subir. Corrí la cortina y quité el seguro igual que la última vez, sin poder recordar si en aquella ocasión había cerrado la ventana al irme. Llegué a él, que esta vez estaba acostado sin orden sobre la cama, sus extremidades esparcidas ocupaban todo el lugar y a cambio de sentir ternura, me causó gracia.

Me arrodillé junto a la cama igual que antes luego de poner el silencio y lo zarandeé un poco. Despertó y supo de inmediato que era yo porque su sonrisa se dibujó en medio segundo; encendió la misma lámpara de la última vez y me miró.

—Hola —dijo en un suspiro—. Ya iba a enojarme con mi subconsciente por no poder imaginarte de nuevo.

—¿No has vuelto a soñarme en la playa?

—No. Desde la última vez no habías vuelto a aparecer... ven. —Se movió un poco hacia el lado derecho de la cama y palpó el lugar junto a él. Se sentó con las piernas cruzadas e hice lo mismo, quedando de frente—. No sé si es que estoy muy enganchado contigo, pero me sorprende la nitidez con que te veo ahora. Es como si hubiera captado a la perfección cada uno de sus poros.

—Yo te veo tan atractivo como siempre.

—Ay, Karma, ¿por qué no me dices eso en persona? Creo que me estoy enloqueciendo al hacer que digas eso ahora. ¿Y si termino siendo un loco obsesionado contigo?

Me reí, negando con la cabeza.

—Tú tampoco me lo dices en persona.

—Porque es obvio, ¿no?, ¿para qué te voy a decir que te encuentro más atractiva que el resto del mundo si es evidente? Eres muy lista, sé que notas cómo me derrito por ti.

—Pues te equivocas. Has estado raro estos días —confesé en voz baja—, es como si quisieras evitar mis cumplidos.

—Los quiero evitar porque creo que me hago ideas erróneas. A veces siento que me coqueteas y a veces siento que solo eres amable y dulce conmigo porque te sigue dando vergüenza haber rechazado mi beso. Sé que sería todo más fácil si te lo pregunto, pero si me dices que en efecto solo te sientes culpable, me entristecerá dejar de recibir tus cumplidos.

Karma de Estrellas  •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora