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Levanté mi pesado cuerpo y empecé a reconocer la habitación, era una de esas tantas que había en el orfanato, que antes, era un verdadero castillo.

Sunmi se encontraba en los pies de la cama, observando fijamente mis pasos. Ella sonrió al ver que estaba manchado de rojo, cubierto en sangre que no era mía. Aterrado corrí hasta un espejo que se encontraba en la habitación, mi remera blanca estaba totalmente cubierta de sangre ajena, mis manos temblaron y al voltear me encontraba en el bosque, viéndome con Seonghwa en mis brazos, frío y sin vida. Yo lloraba y gritaba, con dolor en mi corazón me acerque, pero tan pronto como lo hice Mingi me golpeó lejos, mirándome con los ojos llenos de ira.

Mis ojos se aguaron.

Mi amigo me odiaba y yo también.

Hong apareció detrás de Mingi y me miró con decepción. ¿Qué hice? Seonghwa murió por mi culpa.

Todo es mi culpa.

Wooyoung se mantenía alejado, con miedo incluso, como si fuera a dañarlo, pero no era capaz, nunca, a ninguno de ellos.

- ¿Estás seguro? ¿Crées que nunca los dañaras? - ella se reía de mi, con superioridad. Podía ver como todo ella se oscurecía, alimentándose de mi peor miedo. Perder a mis amigos.

. Pronto lo verás, todo lo que puedes hacer y el poder que tienes en tus manos. Piensa Yeosang, si tú quieres destruir el planeta solo tienes que chasquear los dedos. - Sunmi se acercó, tomando mi mano, la de ella estaban tan fría como la nieve. - Es cuestión de que te des cuenta. - dio vueltas alrededor mi, con esa sonrisa que me irritaba tanto. - ¿Por qué no damos un paseo? ya sabes como hacerlo. - me guiño un ojo y sin pensarlo más, estaba donde había llegado con Jongho la vez pasada.

- Solo observa.

Seulgi se aferraba a un bebé que ya no le pertenecía, que ahora era de aquella mujer que había comprado sus tierras y los había dejando sin nada a su marido y a ella. ¿Cómo podría dejar a su bebé?

- Se llama Kang Jiseok. Es un hermosos niño. - ella le susurraba a su bebé, parecía tan culpable. No tardó mucho en largarse a llorar, con su hijo en brazos. Podía sentir el dolor, ella realmente lo sentía y le pesaba el abandonarlo. - Te amo y te amaré siempre Seokkie...- su madre acarició su nariz con ternura. - Seulgi, debemos irnos. - aquel hombre la llamó con frialdad. Ni siquiera volteó a verlos. - Me estoy despidiendo de mi hijo. - con sus ojos rojos, ella le reprocho. Se sorbió la nariz y se lo entregó a Sunmi, quien felizmente lo recibió en sus brazos. Ella lo destruiría.

- Él era el primer elegido hombre, ya sabes, yo soy la primera elegida. - soltó un suspiro, acercándose a ella misma. - Crié a Jiseok como mi propio hijo, lo llegue a amar, pero el amor no fue suficiente.

Un chico ya adolescente estaba en el gran balcón, observando a su pueblo destruido y casi extinto. Parecía enojado por algo y corrió con rapidez hacia dentro. Al encontrarse en las instalaciones fue directo a una gran puerta, detrás de ellas estaban las sombras y Sunmi sentada en el trono, como esperando a su llegada. - ¿Qué pasa Jinnie? - ella le preguntó casi con ternura, sino fuera por esa sonrisa cínica. - Intentaste matarme. - apretó sus puños con mucha fuerza. - Ja, muchas veces hijos, pero nunca lo consigo. - ella hizo un puchero. - ¿Cómo puedes hacerme esto? ¡Soy tu hijo! - el grito resonó por todo el palacio. - No, no lo eres. - sin rodeos, así de fácil y sin pelos en la lengua, lo dijo, sin importarle realmente las consecuencias ¿o sí?

- Era la única manera para que su corazón se rompa. - susurró a mi oído. - Los elegidos son muy frágiles, casi de cristal y por eso tienen guardianes, porque la mínima cosa puede consumir tu bondad y reemplazarla por algo peor. - tragué saliva sonoramente, sin importarme si ella olía mi miedo, era lo de menos.

- Eres...

- ¿Qué soy? Dime Yeosang, dímelo. Que soy una bruja, una asesina, vamos dilo.

- Eres horribles. - musité.

- Ella no esperaba esa respuesta. Se quedó callada y se esfumó.

Como siempre suele hacerlo. 








Jiseok se alejó de ella, aislandose en una parte del castillo, donde lloró y se enojó, explotó y pensó.

Ella le mintió toda su vida, lo crió con el amor que nunca pudo darle su verdadera madre, sin rostro en su memoria y ahora intentaba matarlo, para solo tomar más poder.

Pero ¿qué poder?

Él no quería tomar el reino, solo quería irse al cumplir dieciocho y explorar el mundo. Quería llevarse a la que era su madre consigo y vivir en un espacio verde y feliz.

Pero eso sería antes de saber la verdad y la razón detrás de todo.

El amor no bastó porque ella quería más.

Jiseok salió de esa oscura habitación y caminó sin rumbo alguno por los pasillos, sin darse cuenta que estaba frente la puerta que llevaba a la sala de baile del castillo. La música lo llamó a entrar y él no se negó. La vió ahí, bailando al compás y sonriente.

La pelinegra le tendió la mano, llevándolo silenciosamente a su muerte.

El chico bailó junto a ella su última pieza y no supo cuándo ni cómo, pero se desvaneció, en el suelo ya sin vida, en los brazos de su "madre", con ojos muertos y labios secos. Ella se secó una lágrima con brusquedad y soltó el cuerpo sin vida del adolescente.

- Entierrenlo. - le ordenó a sus sombras.


Mordí mi labio inferior, eso era tan triste. Jiseok se fue y con él se llevó sus sueños.

Vi el entierro tan crudo y como es que ella no se presentó, también la vi caminando por todo el castillo rompiendo todo a su paso y luego llegó a otro destino a otra época totalmente distinta, parecía que habían pasado muchos años, pero se encontraba en ese mismo lugar.

La tumba de su hijo.

Parecía perdida en sus recuerdos, mientras tomaba la tierra en sus manos y luego se iba.

Ella no enfrenta sus miedos y pérdidas como debería hacerlo.

- Por eso me recuerdas a mi. 





Es miércoles pero bue, tenía inspiración y además no voy a poder actualizar el viernes ni el sábado porque tengo un montón de tarea nueva así que...hagan sus tareas y cuidense. 


El elegido¹;; seongsang [ateez!]Where stories live. Discover now