El ojo de la tormenta

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3 persona

-Maldito escocés –lo maldijo ella.

Se quedó en silencio, con una terrible ansia de lanzar contra la pared el jarrón de su mesa.

Alaster bajó como pudo la escalera, furioso.

Tal vez si ambos se hubieran podido explicar, se hubieran entendido.

Bajó sin precaución y pasó por delante del despacho del tío de Aylin, que pase a ser bien entrada la madrugada estaba en su despacho, intentando solucionar las amenazas que le habían lanzado tan sutilmente. Se quedó pálido al verle bajar por su escalera, cojeando y con cierto aire altivo.

En el fondo no se sorprendió, tanto su hico como su sobrina llevaban semanas comportándose de maneras extrañas, sabía que su hijo le ocultaba algo y era extraña la forma en la que perseguía a su prima, siempre con la mano en la espada, como si estuviera preparado a defenderla en cualquier momento.

¿La defendía de aquel escocés?

Robb ya le había advertido de que la seguían.

Resultaba extraño, puesto que les había visto hablar animadamente en un par de ocasiones. No debía ser él quien la siguiera y tampoco los escoceses. Eso sólo dejeba una opción.

Aunque todos pensaran que él no se enteraba de nada, precisamente por permanecer siempre en silencio escuchaba cosas que los demás ni oían, veía cosas que otros ni visualizaban. Era muy observador, como los halcones que se encaramaban en las montañas horas, y planeaban, observando las rutas de sus presas.

Todo aquello comenzaba a írsele de las manos igual que se le fue a su hermano.

Sabía que Godfrey había vuelto.

Sabía que tarde o temprano Aylin sabría la verdad.

Sabía que los ingleses son tardarían en llamar a su puerta con una orden de arresto.

Recordó el lobo sobre la mano de su sobrina, casi le recordó a su madre, con aquel mismo lobo tallado en sus finas manos.

Era insano ocultarle la verdad y dudaba si era peor que ella buscara por su cuenta las respuestas que él podría darle.

La única solución a todo aquello era que su sobrina se casara con aquel estúpido inglés al que él no soportaba.

Si se casaban, protegería a Aylin, tal vez ella nunca supiera la verdad. Los escoceses dejarían de rondarla y el honor de la familia estaría a salvo.

Pero él no era nadie para obligarla a casarse.

Debía detener la marea, pero no podría durante mucho tiempo.


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Ahora ya tenía claro hasta el punto en que Alaster estaba metido en la dichosa rebelión.

La pasada discusión hacía las cosas más fáciles sin duda alguna. Se casaría con Kent. Fin.

Es lo que debía hacer, y haría, pues al menos Kent no lo había mentido.

Su tío la estaba esperando cuando bajó la escalera.

- Buenos días-  le dijo, intentando ser simpático, pues sabía que algo había pasado aquella noche, hacía una semana, pero ella se mostraba lúgubre y pensativa.

Ella le sonrió y le devolvió el saludo.

- Vienes al pueblo conmigo? Tengo algunos recados que hacer.

Highlands ( #PGP2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora