Preparativos

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Sohnia había decidido comenzar a organizar el evento, nada más comnzar el día, me obligó a acompañarla a elegir ramo.

Estuvimos toda la amañana escuchando a escocesas contarnos y descibirnos caules eran las mejor flores, ramos, etc.

No faltó un puesto por visitar, al final, eligió margaritas.

Me llevó a seleccionar jabones, y flores para la boda. Entre los olores del jardín del Edén, avisté dos ojos que me trajeron recuerdos del cielo.

- Alaster!- exclamé sonriente, llamando la atención de mi amiga. Mi highlander salió de detrás de un poste y se lanzó a mi abrazo. Sus manos enredándose por mi espalda, sus labios buscando lso míos. - Alaster.- le advertí.

- Déjame besarte un poco.- suplicó. Sonreí y asentí, provocando una de sus encantadoras salvajes sonrisas. Se inclinó y besó mis labios con dulzura. Cerré los ojos inhalando su olor a bosque, su olor a Escocia.- Debo marcharme, os veo ocupadas. -dijo mirándonos.- Tu enamorado está ansioso por la boda, ha revolucionado a medio pueblo.

Sohnia se rió.

- ¿En serio?

- En serio.- dijo sonriente. Pareció esuchar su nombre en el viento y se apresuró a marcharse. Observé su silueta de guerrero perderese entre lso puestos, preocupada por su destino.

- ¿Seguimos?- preguntó mi amiga.

- Por supuesto.


****


Al día siguiente, ambos escoceses se presentaaron bajo nuestros pies, dispuesto a llevarnos de excursión.

A mi tio le contamos la vulgar mentira de que ibamos a ver las tierras y a unos aldeanos qque estaban enfermos a ver su estado. Mi tio aprobó la excursión orgulloso de mi responsabilidad.


Paseamos por los prados de la verde Escocia, a caballo, o con la tierra bajo nuestros pies. Jugamos a perseguirnos entre los árboles, Álaster agarrándome, levantándome y besándome.

Me perseguía, buscando mis cosquillas bajo aquel viento de primavera.

- Ven aquí ven.

- No, no.

- Prometo no hacerte nada.

- Eres un truán mentiroso!- le grité riéndome. Su sonrisa eclipsó el sol por un momento y se lanzó a por mí.

- Como quieras.

- Ah no!- grité cuando ya notaba su mano rozando mi vestido de flecos dorado. Me agarró y surcó mis caderas, haciéndome cosquillas.

- Tenías razón, soy un truán mentiroso.- susurró en mi cuello, haciéndome reír. Tropecé sin querer y ambos caimos al suelo.

Él sobre mí, y yo con mi cabeza sobre la alta hierba escocesa. Las altas plantas verdes tapaban nuestros cuerpos.

- Dios mío.- mustió él. - pareces una diosa, con esos ojos que se confunden con la tierra, con esos rayos de sol que terminan de perderse entre tus cabellos.

- Hazme humana entonces.- le sonreí y agarré su camisa, provocando que descendiera sobre mí, él sonrió y su casi divina sonrisa se fundió en mis labios.






Más tarde, nso llevaron a un lago escondido entre las motañas, al que no dudaron en lanzarnos.

Mi amiga y yo dudosas comenzamos a meternos, ellos pronto, sin camisa y solo con el kilt comenzaron a mojarnos, cruzaron una mirada y ambos escoceses corrieron a por nosotras, nos alzaron, y a pesar de nuestras protestas, hundieron nuestros cuerpos en el agua.

3 persona

Las jóvenes inglesas, salieron del agua como la visión de una sirena a los ojos de los escoceses. Ambos se quedaron contemplando sus cuerpos mojandos, saliendo del agua, soñando con aquellas ninfas de leyenda.

La chicas al salir lanzaron agua sobre los highlanders, riéndose. El gesto de rebeldía provocó las carcajadas de ellos, que contraatacaron, provocando las risas y gritos de las chicas.


No muy lejos de allí, un soldado inglés observaba la escena en silencio.


****

Robb seguía enamorado de un imposible. Se veían a escondidas cuando podían, como Romeo y Julieta lo hicieron una vez.

Robb tenía miedo, miedo de acabar como aquellos dos amantes, pero tenía aun mas miedo de vivir sin ella que de morir con ella.

La joven noble, le había informado de que algunos Lords no querían tanto a su tio como Aylin pensaba, que a menudo había habido ciertas trifulcas entre los Lords respecto a Escocia. Robb rumiaba la información, inseguro, sin saber si contársela a su prima o no.

****

Aylin recibió la visita de aquel Lord inglés con el que había quedado varias veces un sábado por la mañana.

- Mi Lord, no esperaba vuestra visita.- se sorprendió ella, al verlo entrar en el establo. Su figura de leyenda, su escudo propio de cantares de gesta.

- Nunca es un mal día para venir a sorprenderos.- sonrió él. Observó que peinaba a mi caballo y añadió.- Ibais a algún sitio?

- No.- mentí.- A caso no puedo cuidar de mi caballo?

- Atlas, correcto?

- Sí.

- Es un caballo precioso.- dijo él acercándose a Atlas, lo acarició y su mano rozó la mía por accidente.- Disculpadme.

Cruzamos una rápida mirada y le dije que no se preocupara.

- Bueno, si no vas a ningún sitio, me gustaría que dierais un paseo conmigo.

- Por supuesto.- le dije.

Paseamos un largo rato por los jardines, de nuevo nos enfrascamos en conversaciones intelectuales sobre la vida, nos reímos un par de veces y recordé cuando "odiaba" a James y le usé a él para olvidarme. Seguía sintíendome extraña a su lado.

El atardecer alcanzó nuestros pasos.

- Milady, creo que es hora de partir.- me dijo con una de sus pluscuamperfectas sonrisas.

- Como veáis.

Besó mi mano con delicadeza y clavó sus ojos azules en los míos durante un brevepero intenso instante.

- Nos veremos de nuevo esta semana espero, milady.-se detuvo un instante para observar mi sonrisa cordial.- Adiós Aylin.

-Adiós Charles.-le dije, observando su silueta marchars epor el camino de piedra que llevaba a los establos.

Aylin se quedó un largo rato quieta, observado el camino que se había llevado a Charles. Una extraña sensación apoderándose de ella. ¿Por qué había vuelto Charles?


****

Sohnia había deicido casarse al día siguiente y andaba loca con los preparativos, todo el pueblo de Piperhill loco también por ayudarla a organizarlo. Su escocés la rondaba de tanto en tanto, sus manos rozando el pelo de la joven.

Llevaría un vesito de lino blanco, con flores tejidas, que se perderían en las curvas de la joven. Su corona sería una de flores, como era tradicional en Escocia.

No podía esperar.

James y Aylin acudieron por la tarde a ayudar, Alaster, siempre de manos largas robó un par de bayas que compartió con la joven inglesa. Entre risas y miradas cómplices ayudaron a la pareja y pasron otra tarde más felices, aún sin saber lo que se avecinaba.





Robb estaba dispuesto a contarle sus averiguaciones a su prima. No sólo había descubierto eso sino también que un soldado inglés espiaba a Aylin.

***
Gracias a todos.
Sé que es corto.
Pero ahora tengo ya más tiempo para escribir e iréis viendo más .
Gracias de nuevo.
Me encantan vuestros comentarios y favoritos. 😘

Highlands ( #PGP2020)Where stories live. Discover now