Cuenta regresiva

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Ninguno de los jóvenes podía estar concentrado, mucho menos podían estar tranquilos y en un mismo lugar por mucho tiempo, estaban aterrados, con pánico y al mismo tiempo querían acabar con todo cuanto antes.

Claro que ninguno se estaba preparando para ¿morir?, querían evitar pensar en eso, ambos rubios se encargaban de dar un aire positivo y animar a su equipo, decían que irían a alguna playa bonita a pasar unas vacaciones juntos, irían a cocinar nuevamente galletas a casa de Fredy, seguirían siendo los mismos chicos genios y muy, muy infantiles de siempre.

Esas pequeñas imágenes los hacían sentir más seguridad, claro que terminarían muy heridos, pero no iban a perder esa batalla, no, no lo harían.

—¿Cariño?, te noto un poco distraído, ¿pasa algo?— la voz de la señorita Cass hizo dar un brinco al más bajo quien sólo negó, era sábado así que trabajaba en la cafetería junto al mexicano y el clon de su hermano, del cual pasó a tener una buena relación a alejarse un poco, Marco quien había empezado a tener una relación estrecha con el cocinero de un día para otro sólo se alejaron, sin volver a verse a la cara o saludarse.

Se empezaba a notar la separación entre ellos. Marco y Hiro estaban iguales, aislados. 

Las cosas entre el mexicano y el menor de los Hamada no era diferente, claro que ese beso había sido el cambio totalmente de papeles, de amigos a algo más, habían marcado que no sólo querían ser amigos, pero ninguno mencionó nada después de eso, en la mañana ni siquiera se veían a la cara, o al menos el japo-americano no notaba nada, tenía un millón de cosas en su cabeza, pero la que ocupaba el primer puesto era esa batalla y la ciudad.

—¿Te encuentras bien chino?— habló el mexicano abrazando por la espalda al mencionado, podría sonar acosador, pero al notar que su chinito iba dentro de la casa lo siguió para hablar un poco, la actitud del más bajo le preocupaba y mucho—, ¿Hiro?

—Estoy bien, lo estoy Miguel—esa no era una voz sincera, además de que la forma en que lo había dicho sólo alteró al moreno, quien con algo de fuerza lo giró para ver sus ojos—.  Miguel..., estoy bien.

—No mientas, por favor, por esta vez dime que pasa —antes de poder seguir con sus reclamos por saber lo que sucedía, el beso que recibió por parte del mayor lo dejó en blanco, había sido sólo un roce, pero fue suficiente para que el mexicano se tranquilizara.

El azabache mayor quería recuperar un poco de paz que el moreno le daba, quería volver a sentir lo de hace unos días atrás, pero no podía, la situación no estaba ayudando en absolutamente nada. Podía sentir su estómago lleno de nervios y sus piernas temblorosas, sabía que eso no era provocado por el chico frente suyo, pero sin importar cuánto quisiera mantener un romance con el mexicano, primero debía salvarlo y a él mismo.

—Hiro..., ¿qué pasa? —susurró con voz suave para el más bajo quien sólo acariciaba la mejilla del contrario, la mano pequeña y áspera del mayor, le daban una sensación cálida al de ojos chocolate, quien sin pensar mucho disfrutaba de las caricias que el pulgar de su chino le otorgaban, momentos que siempre quería vivir.

—Nada..., no pasa nada—en la mente de Hiro había sólo dos cosas, primera mantenerse con vida, segunda, estos dos días, los pasaría con el chico frente suyo y su amada tía Cass, no quería arrepentirse en sus últimos momentos—, ¿Quieres salir mañana? todo el día, con tía Cass, también Marco y Kyle, una salida familiar—susurró aún dando caricias al moreno quien asintió besando los labios del mayor, era un lindo momento para una situación delicada.

¡Que no soy chino! (Higuel)Where stories live. Discover now