Día uno

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Pov Miguel

Llegué bastante temprano a mi ahora nuevo trabajo, era mi primer día y quería que mínimo empezara con el pie derecho, pero siendo sincero tenía miedo ¿Qué sabía yo de una cafetería? nada, ¿De usar una máquina de café? de nuevo nada, ¿De cómo hacer figuras lindas en un café? ¡Por Dios! apenas y pasé clase de artes.

—Culo si no Miguel —murmuré para mi mismo, entrando y ver a mi ahora jefa acomodando—. Buenos días —sonreí dejando mi mochila en donde me habían asignado y caminar a acomodar mesas y sillas, realmente era cómodo el ambiente, la ciudad de Sanfransokyo, al menos durante la mañana, se veía tranquila a pesar de que si había una cantidad considerable de personas fuera.

—Miguel, por favor ayúdame a limpiar las mesas —sonrió mirándome, ella de verdad debía ser una madre cariñosa—, ¡muchas gracias!

—No hay de que —sonreí caminando a hacer lo que se me había pedido y tararear un poco, si esto iba a hacer diario, no me molestaba nada—, ahora te puedes marchar—canté bajito haciendo la limpieza y pronto ayudar a la señorita Cass a servir y entregar cafés—. Aquí tiene—dije amable al cliente y seguir atendiendo—, siento que esto me va a golpear en la cara—susurré mirando la máquina de café, me asustaba que la presión hiciera que explotara.

—También a mí me daba miedo, pero es bastante segura, además un pequeño genio se encargó de que fuera perfecta—su sonrisa y ojos brillantes me hicieron pensar si ese "genio" era la persona especial de la señorita Cass, ¿Su hijo, tal vez?—, ¡Oh! Miguel, ¿Puedes por favor recoger las donas de ayer? puedes comértelas si gustas, ya no es bueno dárselas a los clientes—me guiñó el ojo dándome a entender que realmente no iba a pasar hambre aquí.

—Adoro mi trabajo—murmuré risueño caminando con un plato hasta el mostrador y empezar a retirar las donas "Son 5, eso me bastará hasta para llevarle a Marco y que no me moleste hoy en el almuerzo"

Terminé de poner las nuevas donas y tomar el plato con las donas, las llevaría a la cocina para evitar malentendidos , ese era el plan hasta que choqué con alguien y las donas cayeron.

—Lo siento—murmuré nervioso—. Lo bueno es que eran de ayer—susurré sintiendo mis nervios aumentar, sentía que me iba a regañar y no era para menos, llevaba unas horas y había tirado las donas ¡MIS DONAS!, miré a la persona que tenía frente mío y ver que no reaccionaba—, ¿Estás bien?—cuestioné ahora preocupado y pronto ver sus ojos, se veían cansados, con un brillo lindo y su ceño fruncido, tenía nariz de bolita, eso le daba una expresión de niño pequeño, eso dejando de lado su tamaño.

—Lo siento, debo irme—murmuró tomando la última dona que quedaba en el plato y vi que salió —pinche chino esa dona era mía—dije indignado para mi mismo, no podía correr el riesgo de que me escucharan—, chale, ya no aplica la regla de los cinco segundos— suspiré viendo las donas en el suelo y aun así levantarlas y llevarlas a la cocina, Marco no se iba a morir por unas donas del suelo limpio de una cafetería de gatitos.

¡Que no soy chino! (Higuel)Where stories live. Discover now