Al estilo mexicano

2.7K 372 29
                                    

Pov Miguel

—Aquí tiene—sonreí entregando pedidos y ver sonriente, que ya casi terminaba mi turno, eso me hacía feliz, aunque debía correr a la escuela—, Señorita Cass, ¿Necesita ayuda con alguna otra cosa?—murmuré amable entrando a la cocina.

—No Miguel, muchas gracias, puedes irte para que no se te haga tarde—dijo dándome una bolsa café de papel—, buena suerte—sentí un abrazo cálido de su parte, me recordaba tanto a mi madre que no pude evitar abrazarla de regreso, necesitaba tanto ese abrazo—. Ahora jovencito, no te metas en problemas—su expresión y voz seria causaron una risa en mí. 

"Que cálido"

—Claro mamá Cass—murmuré tomando mi mochila dejando el mandil en su lugar y caminar fuera rumbo a mi escuela, llevaba lo que me dio la señorita Cass y las donas para Marco, insisto, no se va a morir por esas donas y no debía enterarse dónde estuvieron—. El tipo de la mañana, ¿Qué pedo con ese wey? se llevó mi dona así como si nada el hijo de su...esperen...se llevó una dona un niño ojeroso, ¿De dónde rayos salió?— dije para mí llegando a la escuela y ver a Marco siendo Marco.

—¡Miguel! —gritó al verme y no tuve de otra más que acercarme a él y a sus ¿amigas?—, qué bueno que llegaste, ¿Cómo te fue?

—Bien, ahm... ¿Ellas son?...—murmuré incómodo por las miradas nada, pero insisto, NADA, discretas de aquellas chicas.

—Son mis compañeras de canto—su tono de voz terriblemente "emocionante" me daba entender el doble sentido de esas palabras.

Desde antes de partir de Santa Cecilia, mi queridísimo amigo Marco de la Cruz sólo buscaba cualquier excusa para acercarme a chicas, ¿Tanto le urgía tenerme fuera con una persona o qué?

—Bueno, un gusto—murmuré aún incómodo y caminar a mi amigo —. Me iré al salón antes, debo afinar, hasta luego —sonreí amable y salir huyendo de ahí—. Maldito seas de la Cruz.

Caminé hasta el salón y entrar sentándome y empezar a afinar mi guitarra con cuidado.

—Prometo hacerlos sentir orgullosos —susurré para mí y ver que pronto el salón se iba llenando y muchos imitaban mi acción de afinar sus instrumentos, ¿Cómo nunca antes había visto tanta variedad de instrumentos?, era increíble, cada uno tenía algo especial y lo suyo. Eso lo hacía más increíble.

—Buen día jóvenes, empecemos, ¿Dónde nos quedamos la última vez?

......

—¡Riveraaaaaaa!—antes de poder responder tenía a Marco en mi espalda aferrado —¡Salvame!

—¿Qué pendejada hiciste ahora cabrón? — murmuré serio buscando quitarlo de mí al tiempo que intentaba no perder el equilibrio—. ¡Bájate, pesas un chingo!—hablé molesto y sentir que bajaba. Un alivio a mi espalda.

Giré a ver a mi amigo quién se veía nervioso, primer punto para preocuparme.

Corrió a cerrar la puerta con seguro, segundo punto para preocuparme y no sé por quién de los dos.

—¿Qué te pasa wey?—cuestioné viendo a mi amigo, preocupado.

—Una de las chicas del coro quiere que cante de a huevo con ella en un concurso que habrá, pero no mames es el mismo día del concierto, así que le dije que no podía por compromisos y se puso toda intensa y me empezó a perseguir y pues vine aquí y...—la puerta empezó a ser sacudida con fuerza en un intento de abrir mientras el nombre "Marco" se escuchaba en gritos.

Ambos nos encontrábamos pálidos y estáticos, más porqué no sabíamos si esa chica sólo lo iba a golpear o algo más serio, ya que su forma de actuar y gritar el nombre de mi amigo, era en definitiva, otro nivel de molestia o intensidad. 
Marco temía por si mismo, y yo por mi parte tenía miedo porqué ¡¿Por qué debía terminar siempre en los asuntos de Marco?!

—Una ventana —susurré para ambos y señalar, estábamos en un segundo piso, pero había un árbol cerca, si podíamos trepar al techo de mi casa y bajarnos en chinga antes de que mamá Elena nos aventará la chancla, podíamos de a huevo salir ilesos de esta situación—. Sígueme —susurré abriendo la ventana y empezar a salir sin mi guitarra —ahora pásala—murmuré recibiendo a mi preciosa y la de Marco después.

Pronto ambos nos encontrábamos corriendo lejos de ese edificio llegando a los auditorios, eran inmensos y al menos podíamos escondemos ahí.

—¡Voy a perder la segunda clase por tu culpa cabrón! —lo miré enojado dándole las donas, ahora deseado que estas hubieran caído en la arena de Mochi.

—Gracias wey y te lo voy a compensar, lo prometo —sonrió comiendo una dona—, ¿Te organizó una cita con una de las chicas de esta mañana?

—Imbécil —susurre dándole un zape—. Con las experiencias que estás creando, mucho menos—murmuré sacando la bolsa que me mandó la señorita Cass y sonreír "almuerzo".

—¿Por qué lo mío son donas y lo tuyo es una comida bien vergas de almuerzo?—murmuró molesto Marco aún comiendo donas.

—Yo no lo escogí, me lo mandó mi jefa— murmure viendo una nota y leerla.

"Espero que te guste, necesitas comer bien, no comiste nada desde que llegaste, ten un buen día.

-Cass"

—¿Y es joven o que pedo? —murmuró más interesado mi amigo.

—Es joven pero no para lo que estás pensando Marco de la Cruz—dije serio—. Es buena persona, cálida, cómo mamá —sonreí mirando a mi amigo quien sonrió y volvió a comer.

—¿Sabes que vamos a valer tarde o temprano?—murmuró comiendo y ver a nada en específico.

—Simon, pero al menos lo intentamos, nos hundiremos como caballeros —dije sacando una risa de mi amigo—. Cuando los veamos nos van a matar.

—"Es más fácil pedir perdón que pedir permiso", espero sea cierto—murmuró viendo los asientos vacíos —. Algún día veremos todo esto lleno y nosotros presentando nuestra música—sonrío como sólo él sabe hacer, mostrando su hoyuelo y provocando el mío.

—Así será, así será...—sonreí más.

Nos iban a madrear cuando nos encontraran, mientras tanto, todo esto valía la pena.

¡Que no soy chino! (Higuel)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن