–¿Un beso?– exclamó sorprendido el pelirrojo mirando al menor lejos de su lado distraído con unas bolsas de galletas.

–Si, digo... No es nada difícil.– sonrió la muchacha apoyándose sobre la mesa.– Vamos, tú eres el elegido.

–No beso a extraños.

–Y yo no doy direcciones a todo el mundo, así que es tu única salida.– elevó una ceja divertida por la mirada dudosa del chico.

–¿Le pediste lo mismo al chico que vino antes?

–Si, pero conseguí un beso en la mejilla y mucho dinero, sin embargo, no quiero eso de nuevo.

–Bien.– masculló molesto tomando de la nuca a la chica para plantar un corto y un poco brusco beso en sus labios para luego separarse.– ¿Contenta?

–Ah, si... Mucho.– una sonrisa estúpida se marcó en su rostro al tiempo que tocaba sus labios con cuidado.– Te daré la dirección, chico lindo, pero debes saber que la mitad del camino lo harán a pie porque un auto no puede pasar por esos senderos. Toma, ahí están las indicaciones. Fue un gusto.

Hoseok solo negó con la cabeza tomando la nota que había escrito la chica mientras hablaba, asintió volteando a ver al peliverde que lo miraba sorprendido con un montón de dulces y sodas en los brazos.

–Tomaré eso gratis.– le dijo a la chica y empujó al menor fuera de la tienda antes de que ella pudiera decir algo.

–Genial, vienen chicos lindos a robarme.– bufó ella recostándose sobre su silla, siguiendo con la mirada el auto en donde aquellos chicos se marchaban, sonrió ligeramente deseándoles suerte, pues en parte sabía la verdad, NamJoon la había puesto ahí de ayuda más que de vendedora, después de todo Kim Jisso había sido amiga eterna de aquel moreno de hoyuelos profundo desde que tenía contacto con ese mundo.

–Lo qué hago por ti, cara de mono.– sonrió recordando viejos tiempos viendo el auto desaparecer en la carretera, un sonido ahogado se escuchó en el almacén de al fondo perturbando su paciencia y haciéndole rodar los ojos.– ¡Superalo, Mei!, ¡Saldrás cuando termine de trabajar!

–Deberías alimentarla.– Se burló alguien entrando por la puerta trasera con la ropa ligeramente sucia y un golpe color violeta en su mejilla.

–Tiene agua y comida, es el almacén.– bufó hacia Kai mirándolo preocupada por el golpe.

–Pero está amarrada.– Jisso se encogió de hombros tocando con cuidado la herida de su amigo.– Genial, tengo que ir a la ciudad.

–¿Qué pasó?, ¿Y este golpe?– preguntó confundida.

–Nada, KyunSoo no me contesta. Volveré en unas horas, cuídate.– quitó el agarre de su rostro con una mueca y sacudió su chaqueta.

–Lo mismo para tí.– antes de que el rubio saliera la muchacha lo tomo del brazo.– El... ¿Está bien? Me llamó desesperado ayer por la noche, dijo que tenía que venir y hacer esto, ni siquiera pude verlo.

–Esta bien, está en la cabaña con el niño bonito ese.– revolvió su cabello dejando un beso en su frente.– Yo me encargaré de esto, tú solo cuida que nadie más ingrese a esa cabaña, te llamaré si necesito refuerzos.

–Bien. Adiós...– recibiendo una sonrisa más se quedó sola. Suspiró pensando en que NamJoon no estuviera en esos problemas si hubiera sido su novio como ella quería hace tanto tiempo, batiendo la cabeza se obligó a pensar que el era feliz con el tal SeokJin. Rodó los ojos de nuevo escuchando golpes en la parte trasera de la tienda, haciéndola bufar exasperada.– ¡Mei, maldita sea, no me hagas ir a patearte!

Penetrame, ¡ahora! [NamJin]Where stories live. Discover now