60 "Partes débiles"

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Vicenta
Van pasando las horas y así llega la noche. Me siento rara, vacía. No tengo a quien ir a contarle un cuento, no tengo a quien besarle la frente y decirle: "Hasta mañana, mi pequeño hermoso. Sueña con los angelitos" ¿cómo estará mi niño ahora? ¿Habrá comido? ¿Le habrán contado un cuento? ¿Le habrán dado su besito de buenas noches? ¿Habrá dormido bien? Son las preguntas que me hacen perderme en mis pensamientos. Poco a poco me logro quedar dormida. De repente, me encuentro tirada en el suelo. No me puedo mover, estoy como inconsciente pero puedo ver y escuchar todo. Veo a Danielito que trata de despertarme; escucho su vocecita diciendo: "Mami, despierta, mami, no te vayas". Siento que empieza a llorar mientras vienen los de Bandera Blanca y se lo llevan. Mi bebé nos grita a Daniel y a mí que lo ayudemos y su voz se queda clavada en mi alma como un puñal. Veo que se lo llevan y no puedo hacer nada. ¡No puedo moverme! Me siento inútil porque no puedo ayudar a mi propio hijo, veo como me lo arrebatan de mis brazos e intento gritar pero nadie me escucha.

Daniel
Estoy sentado en mi computadora revisando todas las cedes de Bandera Blanca en las que podría estar mi hijo. De repente, siento que Vicenta empieza a hablar dormida y se pone a dar vueltas en su cama.

—No... no se lo lleven... déjenlo... loa voy a matar... ¡suelten a mi hijo!-Dice y veo que esta haciendo moviemientos muy bruscos, se esta haviendo daño

—Baby.-Le susurro a su lado y sostengo una de sus manos.

—Déjenlo... ¡No!-Levanta la voz.

—Mi amor, estás teniendo una pesadilla.-Le digo en su oído pero no deja de moverse.

—Daniel, despierta ¿si? No te mueras... te... te necesito... no dejes que se lo lleven... no, mi amor, no. -Dice y veo como sus manos agarran el aire ¡ay no!.

—Baby, tienes que despertar. -Digo mientras acaricio su frente cuando noto algo: está muy sudada y eso no es bueno. ¡La tengo que despertar ahora! Sacudo suavemente sus hombros.

—¡NO SE LO LLEVEN!-Despierta gritando.

—Mi amor, tranquila.-Digo acariciando sus hombros, empiezo acomodar su cabello.

—No, no puedo estar tranquila.-Dice y veo como cubre sus cara con sus manos.

—Fue solo una pesadilla.-Le digo intentando calmarla.

—Fue una proyección de la realidad.-Dice decaida.

—Yo estoy vivo, estoy bien, ¡mírame!-Dice y agarra mi mano para que toque su cara.

—¡Pero Danielito no!-Digo soltando mi mano de su agarre-Cuando tienes una pesadilla y despiertas, esperas darte cuenta de que nada de eso que viste fue real, que vas a volver a tu vida antes de eso pero no. Desperté y choqué de frente con-Hago silencio porque me cuesta aceptar mi presente-mi realidad. Tenemos que encontrar a nuestro hijo, Daniel.-Digo y siento que mis ojos se llenan de lágrimas.

—Y lo haremos, eso te lo juro.-Le digo en voz baja, y ella pega su cabeza a mi pecho.

Van pasando los días y Vicenta se va recuperando físicamente. psicológicamente, tanto ella como yo, estamos destrozados, agotados de tanto buscar a nuestro hijo sin obtener ninguna respuesta pero eso nunca nos hará rendirnos. Yo he ido a varias sedes de Bandera Blanca pero en ninguna me pueden dar ningún dato sobre el paradero de Danielito. Voy caminando hasta mi cuarto cuando veo la puerta del cuarto de Dani abierta. Entro y la encuentro abrazada al peluche que siempre llevaba mi bebé. Desde la puerta pude escuchar sus sollozos. Tiene la luz apagada para que nadie la vea. No quiere que nadie vea sus debilidad, pero de mi no la puede ocultar, porque yo me enamoré completa de ella, incluso de sus partes débiles, y me propuse hacerla sonreir siempre que pueda y si no logro una sonrisa, por lo menos ella sabrá que estoy ahí, que no me he ido, y que no me pienso ir.

Vicenta
No puedo evitar llorar. Estar en este cuarto me hace bien y a la vez, me hace mal. Después de nacer, mi hijo se convirtió en mi TODO. Es parte de mí y si no lo tengo conmigo, no tengo nada. Sé que aún me queda Daniel pero el dolor de no tener a mi hijo es el peor dolor de todos; es un enorme vacío que nunca se puede llenar. Siento que no puedo respirar. De repente, unos brazos me abrazan; es Daniel, una pequeña sonrisa sale de mi rostro, al sentir que ya no estoy tan sola, que él estará. Mi gringo se la pasó peor que yo porque pensó que nos iba a perder tanto a Danielito como a mí y aún así se mantiene fuerte para ser mi soporte. Siento sus lágrimas mojando mis hombros. No hablamos, solo nos quedamos abrazaditos y juntos,estoy sentada u siento como la puerta se cierra, Daniel se recuesta, y yo me acomodo a su lado sin decir nada hasta que logramos dormirnos. Amanece, mi gringo me despierta con un tierno y cálido beso en la mejilla. Abro mis ojos y lo primero que veo son esos ojitos aqua que tanto amo. Esos ojitos están rojos y veo como el dolor le traspasa sus fortalezas.

—Perdóname-Dice y se seca una lágrima.

-Tranquilo Danielno es culpa, dehecho es mía, ¿sabes? Siempre me dijiste que iba a ser una gran mamá y mira na más cómo acabamos. No pude protegerlo—le digo entre sollozos. Típico de un Acero, ni bien termino de despertar y ya estoy llorando.

—Shh. No digas nada, no fue tu culpa, baby. Yo sé que luchaste por que no se lo llevaran; mira nada más como te dejaron.-Dice y empieza a acariciar mi rostro..

—No fue suficiente. Tenía que haberme hecho matar y así lo cuido desde el otro lado.-Digo mirando la cama de mi hijo, vacía, y me siento muy molesta conmigo misma.

—No digas eso.-Dice Daniel intentando que lo mire, pero no giro el rostro.

—¡NECESITO A MI HIJO, DANIEL!—siento que se me quiebra la voz y las lágrimas no dejan de correr por mi rostro. -Lo siento ,tráeme a mi niño, Daniel-Phillips me abraza y me empieza hablar.

—Ya... calma... shhh—me dice mientras me soba la cabeza—lo vamos a recuperar porque no es justo que lo perdamos después de haber deseado tanto tenerlo; después de llegar amarlo tanto.

—Nada en nuestras vidas es justo, mi gringo.-Digo triste.

—Lo sé—besa mi frente—pero lo vamos a encontrar. Ahora, vístete, que vamos a salir.

—No quiero.-Le digo decaida.

—Sí quieres. -Dice Daniel de pie tendiendome una mano.

—No quiero nada. Solo quiero a mi bebé.-Le digo mirandolo a los ojos.

—Justamente vamos a ir a la cede de Bandera Blanca, la que está en Matamoros. Es la última que me falta por investigar y quiero que me acompañes. Quizás ahí encontremos a Dani.

—Está bien y sí, tienes razón. Hay que tener esperanza de que Danielito va a aparecer.-Digo con toda la esperanza que tengo en mi corazón, tomo su mano y me levanto.

[1] Cenizas de un lazo de Acero [Señora Acero: la Coyote]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora