1 "El susurro de un adiós"

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Vicenta
Ya han pasado cuatro meses y no puedo más. No aguanto ver a Daniel tirado en esa cama en estado vegetal. El doctor no me da muchas esperanzas de que despierte pero yo sigo aquí. No quiero dejarlo solo porque yo sé que va a despertar por su jefecita, por su hijo Diego, por mí y por nuestro bebé. Lo amo tanto que me duele respirar sin él. Me siento a su lado y le digo:

—Hola, mi amor ¿cómo estás? Supongo que luchando por despertarte de ese pinche coma.

"¿Cómo estás?" ¿En serio no se me ocurrió decir algo mejor? ¡Claro que está mal! Está luchando por su vida y yo solo puedo llorarlo; lo está haciendo ahora.

— ¿Sabes? Te tengo noticias, es sobre nuestro embarazo—le digo mientras acaricio mi vientre—Ayer me hice una ecografía ¡vi a nuestro bebé, mi vida! También escuché su corazoncito latiendo— me río con lágrimas en los ojos—no tienes idea de lo que sentí ¿o si? Lo mismo que sentiste tú cuando escuchaste por primera vez el corazón de tu hijita. Y hay algo más, hoy me dijeron el sexo del bebé ¡vas a ser papá de un varoncito!—Suspiro mientras acaricio su mano—tengo que confesar que cuando escuché su corazoncito te sentí a través de él. Yo sé que tú te vas a despertar por él. Vas a ser el papá de Diego y de este chamaco, también vas a ser mi marido.

Vamos a estar juntos los cuatro siempre, hasta que el mundo se acabe.

Me quedo llorando junto a él. De repente, escucho sonar mi celular; es Mendiola ¿qué querrá? Respondo:

— ¿Bueno?

—Vicenta, tengo una propuesta que hacerte.-me dice en un tono serio.

— ¿Qué propuesta, Mendiola?-le digo algo asustada.

—Tranquila, no es nada malo pero ¿podemos vernos en persona? con No quiero que se filtre información que ponga en peligro a tu familia.

—No te estoy entendiendo muy bien, pero cuenta conmigo ¿cuándo y dónde?-le digo algo dubitativa.

—Ven a la oficina que era de Daniel, ahí estoy yo ahora.

Esa oficina,¡que lindo recuerdo! Ahí me casé en alma con Daniel,solo espero ser fuerte para ir ahí y no desmoronarme.

—Está bueno, pues.-Le digo algo triste.

No sé muy bien para qué me quiere ver Mendiola pero él es un buen amigo de Daniel así que voy a ir a verlo.

Llego a su oficina y por la expresión de su cara, no me tiene buenas noticias; me saluda:

—Hola, Vicenta.

—Hola, Mendiola, por favor, dime lo que me tengas que decir rápido porque quiero volver a casa para estar con...-me detengo antes de arruinar todo.

¡Espera! ¡Vicenta, cállate! Nadie puede saber que Daniel está vivo, ni siquiera Mendiola; digo:

—Diego.

—Con Diego y con el papá ¿no?-me dice con voz firme, y no sé qué responder ante eso

—Este... no sé de lo que me estás hablando.

—Tranquila, tu hermano Salvador me lo contó todo y me pidió ayuda.-me dice calmado.

¿Chava ¿Por qué lo hizo? Era un secreto para...proteger a Daniel...

— ¿Ayuda para qué?-Digo algo molesta

—Siéntate, lo que te tengo que decir es muy grave.

—Bueno—me siento, a pesar que algo en mi mente me dice que todo va a cambiar —A ver ¡suelte la sopa pues!

—Me imagino que conoces a Julián Romero, es tu abogado ¿cierto?-me dice mirándome seriamente.

—Si pero ¿qué tiene que ver él en todo esto?-pregunto muy confusa.

—Él les estuvo mintiendo todo este tiempo. Hace un año compró su cargo en Bandera Blanca. Él no es un abogado, solo fingió que lo era para estar cerca de ti y de tu familia.

— ¿Qué? Pero ¿por qué?

—Porque él es el hijo del Teca Martínez, heredero del Cártel de Tijuana y del Cártel de Cali. Se acercó a ti porque quiere vengarse de su familia pero se obsesionó contigo.-me dice serio, y todo se cae en mi interior.

Mendiola empieza a desplegar papeles en el escritorio, y yo los voy tomando, veo facturas, veo fotos de Romero con el Indio Amaro, una prueba de paternidad realizada al Teca Martínez siento la rabia crecer

Todo es cierto...no lo asimilo, ¡ESPERA! Si Romero pudo comprar su puesto en Bandera Blanca, muy bien pudo mandar a secuestrar a los niños; también se alió con el Indio para mandar a explotar la lancha de Daniel ¡Y yo...yo que le di toda la información de ese cruce! empiezo a sentir rabia.

Cierro mis puños y aprieto mis dientes. Lágrimas empiezan a correr por mi cara y digo entre dientes:

—Mendiola, solo quiero que me contestes una cosa ¿Romero fue quien ordenó la explosión de la lancha de Daniel?-le digo con un dolor apretándome el pecho.

—Sí, Vicenta, ese hombre está mal de la cabeza y su obsesión es que tú seas su mujer. Tu hermano está preocupado porque sabe que amas a Daniel y que vas a protegerlos a Diego, a él y a tu bebé con tu vida y eso es justamente lo que le preocupas.

—Pues sí, en el rancho todos dicen que estoy perdiendo la choya porque me la paso todo el día al lado de Daniel hablándole.

—Él siente que si atacan el rancho, no lo van a poder proteger.

— ¿Soluciones?-le digo con la voz entrecortada.

— ¿Has oído hablar del programa de testigos protegidos?

—Si.

—Había pensado meterlo ahí.

No quiero dejar ir a mi gringo ¡no estoy lista para decirle adiós! Pero mi carnal y Mendiola tienen razón: si atacan el rancho, va a ser muy difícil protegerlo y el gobierno norteamericano lo va a poder proteger mil veces mejor que nosotros. Me duele en el alma separarme de él pero va a ser por su bien. Y le digo:

—Está bien, mijo-le digo mirándolo a los ojos-pero con una condición: me vas a dar noticias sobre él semanalmente ¿estamos?

—Sí, tranquila, tú sabes que Daniel es mi amigo, no haría nada para dañarlo.

—Hágale, gracias por todo, ahora me voy debo asimilarlo bien.

—Vicenta.

— ¿Si?

—Cuídate mucho y cuida a los hijos de mi amigo ¿sí? Él querrá verlos bien cuando despierte.-me dice con cierta tristeza en su voz, y ahí lo comprendo, a Daniel lo quería mucha gente,esto es lo mejor.

—Usted tranquilo, que yo los cuido con mi vida. Ese par de angelitos van a vivir felices.-le digo con el atisbo de una sonrisa en mi rostro.

Me voy a la casa y no le digo nada a nadie, solo me encierro en el cuarto de Daniel, y lloro, lloro por lo que nos pasó, por cómo fui tan ingenua para dejarme engañar por Romero, por lo que le hice al amor de mi vida, por como la vida y yo misma le quité la felicidad de ver los primeros meses de su gringuito.

-Espero que algún día conviertas estas lágrimas en sonrisas, mi vida.-le digo mientras beso su mejilla y paso una mano por su cabeza.

Pasan tres días y llevamos a Daniel escondido a McAllen. En un helipuerto, nos está esperando Mendiola junto a un agente de Testigos Protegidos. Este me sonríe y me dice:

—Tranquila, señora, el señor va a estar en buenas manos.

Las lágrimas empiezan a correr por mi rostro porque no quiero dejarlo ir; me quiero ir con él pero no puedo abandonar a Diego, quien se merece seguir en contacto con su mamá. Me acerco a la camilla y le digo a mi gringo:

—Hasta pronto, mi vida. Esto solo va a ser temporal ¿eh? Hasta que te despiertes de ese coma. Hazlo pronto, mi amor, porque nuestro hijo me va a preguntar por ti. Y no voy a saber que decirle por favor no te mueras, mi amor, porque yo no quiero vivir sin ti-le digo mientras beso su frente-Te amo con mi vida, mijo.

Dicen que las dudas matan, y Daniel actualmente es la mayor que tengo en mi vida, no porque dude de nuestro amor, sino porque no sé qué será de su vida,pero es algo que estoy dispuesta a descubrirlo...

[1] Cenizas de un lazo de Acero [Señora Acero: la Coyote]Where stories live. Discover now