La mayoría de las veces Harry era educado con él, pero casi siempre terminaba declinando sus encuentros de último minuto, causando que Mikoto terminara con un terrible dolor de cabeza y guardando silencio para que Nara no lo regañara por correr detrás de su ex.

Al principio esto era algo que pasaba de manera esporádica, pero conforme avanzaban los días comenzó a volverse ansioso. Nara tuvo que volver a casa, a pesar de tener un trabajo como freelancer, su estudio estaba equipado con todo lo que necesitaba y vivir con Mikoto le dificultaba algunas cosas, además, Mikoto le había asegurado de manera efusiva que estaba mucho mejor, incluso tenía un trabajo nuevo. Quizás no lo hubiera dejado solo su hubiese sabido la cantidad de veces al día que miraba las fotos en Instagram de su ex.

De todas formas, él también subió un poco de peso y se sentía como nuevo, o al menos lo suficientemente bien como para poder continuar con su vida mientras encontraba la manera de retomar la relación con Harry. Ellos habían estado juntos cinco años y suponía que eso debía significar algo.

—¿Has probado con salir en citas? —Una noche como cualquiera, Nara comenzó a insistirle con el tema, como si oliera a kilómetros de distancia que seguía enamorado de su ex y que todavía no superaba la ruptura.

—¿Salir en citas? —Preguntó, sintiendo que el pánico se formaba en su estómago y subía hasta atorarse en su garganta—. No creo que sea el momento.

—¿No te sientes listo? Ya ha pasado un año —ella puntualizó un hecho, pero Mikoto lo sintió como un reproche.

—Creo que no debería precipitarme —su voz sonó baja porque sabía la razón por la cual no había siquiera considerado la idea de estar con otra persona. Era porque quería estar disponible, necesitaba estarlo, porque estaba seguro de que había una posibilidad de que Harry volviera con él. Incluso la más pequeña esperanza era suficiente para continuar.

—Vi que subiste una foto en un café ¿Fuiste solo? —Nara siempre fue la lista de los dos, ella era increíble, como un zorro, no había nadie que pudiera engañarla, al menos, no por mucho tiempo y ella comenzaba a sospechar que había algo raro.

Mikoto se quedó un momento en silencio, preocupado de que hubiese algo en su tono que lo delatara.

—Sí, estaba solo, tenía ganas de tomarme algo dulce —murmuró con voz temblorosa, pero estaba seguro de que era su tono normal al hablar. Lo era ¿Cierto?

—Tengo a Harry entre mis amigos, él también estuvo ahí con su novio ¿Pasaste a saludarlo? —de nuevo Nara había dado en el blanco e incluso, de manera muy cortés le recordó que se suponía que él y Harry habían terminado.

Mikoto sintió ganas de llorar, sabía que no era la intención de su amiga hacerlo sentir mal, pero sus palabras lo golpearon, haciéndole sentir como si estuviera siendo atacado. Probablemente era su conciencia culpable.

—No sabía que estaba ahí —mintió.

Esa noche casi no durmió nada, no podía dejar de pensar en Harry, en Chris y en Nara. Toda aquella situación le hacía sentirse superado, como si se estuviera ahogando en un mar inmenso, sin tierra firme a la vista. Luchaba y luchaba hasta que se quedaba sin fuerza y la corriente lo arrastraba de un lado a otro. Era asfixiante.

Sin embargo, al día siguiente todavía se levantó y fue a trabajar, miró su celular más veces de las que debería haberlo hecho, así que terminó enterándose de que Harry y Chris irían esa tarde a una exposición de arte en un museo cercano. Mikoto se dijo que debía detenerse un momento y respirar, pero después se vio a si mismo consultando horarios, precios y pensando en salir un poco antes de su trabajo para no perderse nada.

El instante más hermoso de la vidaWhere stories live. Discover now