33. Como dos hermanas

Comenzar desde el principio
                                    

No estaba peleada con mi hermana. No era tan sencillo como eso. ¿Recordáis el día del concierto de Nat en el bar? Cuando me llamó para decirme que me fuera a vivir con ella. Y cómo acabamos... Ella haciéndose la víctima, y yo enfadándome con toda la razón del mundo. Bien, pues a partir de ese día, todo fueron discusiones. Cada vez que me llamaba, acabábamos colgándonos la una a la otra. Siempre el mismo tema, siempre el mismo final.

Estábamos tensas. Lo cual era completamente normal, dadas las circunstancias. A veces llegaba a entender a mi hermana. Nunca mientras hablábamos. Eso venía después, en la reflexión. Marina se estaba comiendo todo mi problema en casa. Veía día tras día cómo mis padres se sentían respecto a mí. Intentaba hacerles cambiar de opinión, convencerles de que al menos fueran tolerantes. Y lo hizo porque quiso. No salió corriendo. Se quedó en casa de mis padres para defenderme. Eso lo comprendía, pero cuando hablábamos, Marina soltaba algo que no me gustaba. O me decía que ya estaba cansándose de la situación, o me dejaba caer que no merecía la pena perder a mi familia por una chica. Y bucle, bucle, bucle...

Damion lo que me estaba pidiendo es que terminase ya con esa rueda viciosa.

—Es que es ella. Yo lo intento, de verdad... Pero me suelta unas cosas que no. Lo siento, pero no.

—¿Cómo qué?

—Como que estoy montando un circo demasiado grande por un ligue que me va a durar tres meses. Como que en realidad no quiero solucionar lo de papá y mamá porque me ha gustado esta falsa sensación de libertad. Que no doy ningún paso porque no me interesa.

—Bueno, a mí también me parece raro que no hayas intentado hablar con ellos ahora que has vuelto de Pamplona.

—Porque me da miedo.

—Alba, son nuestros padres. No te van a comer.

—Los que yo vi por última vez no se parecían en nada a nuestros padres.

—Ya, ya—cabeceó—. Pero no sé. Ya ha pasado un mes desde que se enteraran. Ahora estarán más tranquilos.

No contesté. Agaché la cabeza. Me daba pánico el simple hecho de imaginarme en una misma habitación con ellos.

—Cambiamos de tema—sonrió amargamente—. ¿Te has pensado mejor lo de irte a vivir con Marina?

—Estoy bien con Nat.

—No lo dudo, pero... Convivir es algo complicado, enana.

—Nos va bien.

—Ahora.

—Damion, lo he pensado mucho.

—Alba, a ver, tú eres inteligente. Sabes de sobra que empezar una relación por el tejado no es muy...

—Quizás a nosotras sí nos funcione.

—No digo que no, pero me parece arriesgado. Mira, lo último que quiero ahora es que después de la que se está montando acabes también peleada con ella.

—Eso no va a pasar.

—Otra de las razones es de cara a reconciliarte con papá y mamá.

—¿Qué pasa?

—Que si te vas a vivir con ella, les costará más aceptarlo. Ellos lo que sienten es que no te conocen, Alba. Que estás haciendo cosas impensables para la imagen que tenían de ti... Irte a vivir con tu novia a su caravana—resopló—. Piensa un poco. Estás echando más leña al fuego.

—¿Entonces quieres que deje de vivir con Nat porque es muy arriesgado para nuestra relación, o para que mamá y papa...? —pregunté molesta. Él no me dejó terminar.

Ohana - (1001 Cuentos de Albalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora