Capítulo Treinta y Nueve.

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"No puedo sentir ésto"

Gabriel llevaba cuatro días conviviendo con su asistente y la relación con su más grande amigo, le molestaba muchísimo y no lograba entender porque, el debía sentirse feliz por su amiga, hasta incluso el mismo quería emparejarla con alguien, pero ahora sentía mucha rabia, odiaba ver cómo la azabache se arreglaba para el, o como le contestaba mensajes en hora de trabajó, mentiría si no dijera que deseaba ser el por quien ella se arreglará o a quien le contestará los mensajes con esa sonrisa de enamorada que lo hacía estremecer.

─Señor─ hablo la asistente en tono dulce, este al escucharla la miro embobado sin salir de sus pensamientos ─Debo decirle algo─ comento

─Dime─ dijo perdido en aquellos bellos ojos azules que la contraria tenía

─Me iré unos días a Londres─ soltó de repente haciendo que el diseñador caiga de golpe a la realidad ─Es solo por el fin de semana, Mike tiene unos asuntos allí y me invitó a que lo acompañe─ se sonroja ─Marinette estará aquí en mi lugar por si necesita algo

─¿Crees prudente irte en este momento?─ se gira para darle la espalda

─Si señor, los detalles del desfile están casi listos, y la niña se desempeña bien cualquier cosa que pase sabrá resolverla─ toma aire ─No debe preocuparse por nada

─Bien. . .entonces te veré el lunes─ mira el cuadro de su esposa con melancolía

─Si señor, el lunes a la noche estaré de regresó─ sonríe y se gira, Gabriel intenta decirle algo pero prefiere quedarse callado

Nathalie sale del lugar y se dirige a su habitación, allí saca una maleta, y empieza a guardar la poca ropa que tiene, su pareja le había dicho que pasaría por ella a las seis, aún tenía tiempo, pero debía preparar tantas cosas que no sabía si lograría hacerlo a tiempo; después de completar la maleta, ingreso al cuarto de baño para darse un rápida ducha, luego seguiría con sus cosas y se alistaria para salir.

Abajo Gabriel estaba hecho un manojo de nervios, no podía dejar que esos dos andén sueltos por Londres, esa ciudad tenía muchos lugares románticos como para que aquellos dejen salir a flote toda su pasión; si seguía pensando en eso se volvería loco, pero le era inevitable, como si fuera su salvación el teléfono sonó rescatando su poca cordura.

─Hola─ hablo sin siquiera ver el remitente de quién lo llamaba

Gabriel, cariño─ hablo una voz del otro lado, la sorpresa del diseñador fue grande

─¿Edna?─ cuestionó sin salir de su asombro

Asi es nene, así es, tiempo sin hablar, extraño a mi mejor pupilo─ comento con un leve tono de melancolía

─Es cierto, no hablamos desde que me gradué, que grata sorpresa─ hace una pausa ─¿Cómo han estado las cosas?

Excelentes─  se queda callada ─Tendre una presentación en Londres este fin de semana, me gustaría que vinieras, uno de tus diseños será parte de ella, amaría contar contigo cariño, ¿qué dices?─ una sonrisa se forma en el rostro de Gabriel

─Ahi estaré─ musita lleno de alegría

¡¡¡Grandioso!!!, le envío a tu asistente los boletos para el evento, espero ansiosa tu llegada, chao chao─ corta bruscamente

Gabriel sonríe ampliamente y deja su celular sobre el escritorio, el mundo por primera vez conspiraba a su favor y eso le agradaba. Por otra parte Nathalie salía de tomar su baño, se cambió de ropa, colocándose un pantalón de tobillo ancho marrón, y una blusa violeta, ambos combinaban perfectamente en ella, luego armó su característico rodete y se dispuso a perfumarse para la ocasión. En ese momento alguien llamo a su puerta extrañándola, rápidamente se para y se encamina hacia ella, abriéndola y encontrándose con Adrien.

─Adrien─ musitó sorprendída

─Nathalie─ la observa ─Te ves bien─ alaga ─El otro día me lleve tu tableta, y olvide regresartela, acabo de recordarlo porque recibió un e-mail, lo siento─ extiende el aparato

─Estuve tan ocupada que ni cuenta me di que faltaba─ la toma ─Estas perdonado si no desorganizaste todo como cuando eras niño

─No la toque, de verdad me había olvidado de ella─ rasca su nuca

─Bueno, te agradezco que la hayas devuelto─ sonríe ─No puedo vivir sin esto y estoy segura que Marinette la necesitará estos días

─Si. . .me contó que sales─ suspira

─Solo un fin de semana, no me iré para siempre.

─Lo se. . .lo único bueno es que tendré a Marinette todo el fin de semana─ cometa pícaro ─Pero eso no quiere decir que no te extrañare

─Apuesto a qué no─ abre el mail y revisa el correo, sus ojos se abren ampliamente por la sorpresa

─¿Algo malo?─ pregunto curioso

─Creo que no me extrañaras del todo─ lo mira

─¿Qué quieres decir?

─Nada─ sonríe ─Hablamos luego si─ el asiente y se va, ella cierra la puerta y se acuesta ─Maldicion─ bufa para si misma odiando su vida en ese instante

Parecía que el mundo conspiraba en su contra cada vez que la empezaba a pasar bien, ahora ella y su jefe saldrían todo el fin de semana y por más loco que suene los dos compartían destinó, bendito Londres y tú capacidad de ser el centro de la moda.


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