⛥Capitulo Veinticinco⛥

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"Te necesito"

Una frase tan remotamente corta e inesperada, a la que raramente podía escuchar resonar una y otra vez, dentro de su gigantesca cabeza, se mantenía crédulo al creer que esas escasas palabras se la dedicaban a alguien como él, aunque el contexto era completamente desconocido, no podía evitar sentirse tan dichoso, un egocentrismo eficiente sacudió con fuerza su interior, inundandolo de una grata importancia que antes diariamente gozaba, teniendo ese privilegiado puesto de "enemigos". ¿Que tan quebrado estaba su corazón para que ese gesto lo alegrará?. Se removió entre sus suaves sábanas, las heridas que antes eran consideradas como graves, simplemente se desvanecieron para convertirse en simples rasguños superficiales, los métodos tecnológicos traídos del espacio eran sorprendentes para recuperar rápidamente la salud, sin embargo, era consciente que debería dejar de ser tan descuidado, ya que a pesar de todo, era un simple humano.

Luego de haber atestiguado las palabras de ese pequeño irken, fue prácticamente lanzado por los aires, obligándolo de manera descortés a abandonar forzosamente la propiedad invasora, cayendo para su desgracia en el duro y frío pavimento de las contaminadas calles de la sombría ciudad. Al parecer esa caída no fue ni cerca algo que le causara dolor, claro si sumamos el hecho de estar al borde de perder la vida, a manos del amor de un resentido alienígena que deseaba mortificarlo, una suave risa irónica escapó de sus labios, tendría que aprender a lidiar con las situaciones bizarras que él mismo creaba. Últimamente tanto su cuerpo como mentalidad estaba en pleno agotamiento existencial, atravesó tanto dolor al regresar casualmente a la Tierra, apenas podía soportar los abruptos cambios rutinarios que a medida que transcurrieron los años, se convirtió en una efímera sombra de lo que alguna vez fue su vida.

Un cóctel conformado de sentimientos adversos, era la causante de la inevitable explosión inmersa provocando que cayera cada vez más en la negatividad, dando la impresión de tentarlo a aventurarse en lo más profundo de una tortuosa locura. ¡Ha! No era la primera, ni la última vez que lo obligaban a enfrentar sus propios miedos, inseguridades y crisis existenciales. Las paranoias internas, querían guiarlo por un camino estúpido y forzado, incitándolo torpemente a alcanzar su objetivo, claramente este no era su estilo.

No quería demostrarlo, pero su efectiva moralidad sobre la crueldad a la que tanto intentó confrontar, se desmoronaba, causando que sus confusos pensamientos se mezclaran en lo profundo de su psique...

¿Acaso estaba perdiendo su propia batalla mental?

"La locura puede llegar a cambiarte por completo, tonto cabezón"

Se negaba rotundamente a enloquecer, por supuesto no iba darle el gusto a sus demonios internos, tampoco era hipócrita al querer negar que hace años atrás, sería capaz de llegar a los más crueles extremos para obtener sus fines, jamás olvidaría ese deseo interno al tener atado y bien diseccionado al frágil cuerpo del irken, en lo que sería una gloriosa necropsia que le daría finalmente todo tipo de reconocimiento, incesante fama e fabulosa importancia por la que tanto había luchado, el sueño más grande de su vida, el cual era convertirse en un extraordinario investigador profesional de lo paranormal se haría realidad, pero no fue así. Un giro estremecedor e improbable, provocó que otro anhelo aún mayor, se realizará con un éxito descomunal, siendo un actual embajador espacial que le permitiría ser participe en una paz intergaláctica, a lo que pudo conocer diversas razas, extravagantes planetas y culturas interesantes pero.. ¿A qué costo?.

Dio un sonoro suspiro cargado de culpa, acomodando su cuerpo hasta quedar cómodamente sentado en la cama, aún no superaba del todo bien las despreciables consecuencias de sus infantiles actos, seguía cabizbajo con su mirada clavada en el azulado piso de su cuarto, no toleraba el sincero odio del alienígena cada vez que veía directamente esos orbes rojizos, ese color magenta que más de una vez admiro desapareció, mostrando en su lugar ese carmesí tan despiadado y natural como si estuviera a punto de atacar. Llevó ambas manos para cubrir parcialmente su cansado rostro, sentía que varios fragmentos de su corazón se partían. Aborrecía totalmente el remordimiento, mucho más cuando la persona de la que estaba hablando fue su único enemigo mortal, en donde más de una vez, juró con sus propias manos eliminar. No obstante, ahora los acontecimientos eran diferentes, sus atolondrados sentimientos fueron evolucionando para formar algo tan retorcidamente extraño, que cuando quiso darse cuenta, otra vez cayó en la dulce tentación de tomar algo por la fuerza.

Redención [ZaDr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora