⛥Capitulo Once⛥

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El día había transcurrido relativamente rápido, entre risas, dos humanos conversaban de manera simple y divertida, consumiendo una bebida ridículamente azucarada y fría, debatiendo torpemente sobre la existencia de criaturas fantasmagóricas, provenientes de algún sitio remotamente alejado del espacio, era algo tan absurdo y ridículo, que traía como consecuencia, constantes y sinceras burlas, por parte del irken, que no podía evitar disfrutar la compañía de su compañero terrestre. 

Tuvieron un golpe de suerte, al librarse temprano de sus deberes como humanos, en la eskuela, por lo que fueron a dar un paseo, explorando la ciudad junto al de ojos azules, el cual solo conocía los sitios indispensables, y aburridos que le suministraba su padre, por un par de horas, se comporto lo mejor que pudo, como otro apestoso humano, en esa ciudad. No se supo en qué momento, dejó de actuar como le dictaba su mente, su manera tan natural de expresarse, se hizo algo mas que común, para el de gabardina, generalmente bromeaban entre ellos sobre diversos temas y comportamientos del contrario.

Las expresiones realistas, y intenciones verdaderas, eran el perfecto remedio, para olvidarse completamente de cualquier duda interna y/o externa, que le tocaba afrontar. Repentinamente llegaron hasta la casa del humano, lo cual unos cuantos metros atrás, lo invito a pasar nuevamente la noche con él, ya que ese mismo día, el cielo sería invadido por una lluvia de cometas, eso era algo que entusiasmaba de sobre manera a su amigo, por lo cual decidió aceptar, sin mucho esfuerzo. Siempre podía retirarse en medio de la noche, gracias a las funciones de su pak.

- Ven, pasa Zim.

Entre pequeñas anécdotas que relata el castaño, lo hizo pasar a la vivienda con total normalidad, la casa estaba silenciosa, ambos optaron por subir directamente al cuarto del humano, en donde darían otro intento para descifrar aquel cuaderno secreto, aunque solo el extraterrestre sabía de quién era y que decía. No pudo evitar tensarse, al solo pensar en su antiguo némesis. Últimamente había abandonado a pleno sus memorias, siendo ahora Louie un necesario catalizador, para evadir casi completamente, los recuerdos que tanto lo mortificaban.

 Era una nueva etapa para el ex-invasor y iba a aprovecharla a su totalidad, orientando así sus intenciones, junto a sus planes a futuro. Sabía que cualquier vivencia experimentada, sería algo solo temporal y transitorio.

- No lo entiendo, Zimmy. -lo nombró con burla- Tanto dulce va a provocarte una enfermedad dependiente de diversos químicos. -explica moviendo sus manos- Sería una pena arrancarte algunas de tus extremidades, debido al azúcar.

- No me interesa. -encogió sus hombros, aburrido- Zim no es tan débil como para caer en esas complejas enfermedades humanas.

- Si eso fuera cierto, serías un espécimen raro. -menciona divertido, abriendo la puerta del cuarto- ¿Dejarías que examinara tu anatomía, entonces?

- Ni en tus sueños, mono-Louie. -sentenció con media sonrisa- Eso jamas sucederá.

- Que desperdicio para la ciencia. -respondió haciendo una mueca- ¿Ah? ¿Y esta ropa? -se acercó hasta la cama- Es raro, yo nunca saqué este tipo de prendas hoy...

- Estúpido e inservible larva. -se acercó hasta su acompañante- Olvidarte de algo tan simple y cotidiano como eso. -soltó una pequeña risa- ¡Pronto olvidaras hasta tu tonta cabeza!

- ¡Hey! -bufo con falsa molestia- No es gracioso... ¡Alguien entro aquí! -dedujo mirando a sus alrededores- Estoy totalmente seguro que deje la habitación ordenada antes de salir. -llevo una de sus manos hasta el mentón, pensativo- ¿Fue Gaz, quizás?

Redención [ZaDr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora