⛥Capitulo Uno⛥

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Toda la raza irken fue completamente erradicada.

Flotando sin rumbo alguno, en medio del oscuro y profundo espacio, su conciencia estaba completamente dormida, todo su cuerpo padecía en un estado inerte, el cual se encontraba lleno de crudas y profundas heridas, marcas crueles de una guerra inevitable mostraban su orgullo como un verdadero invasor. Sin embargo, ajeno a todo acontecimiento ocurrido hace unos breves instantes, le había costado demasiado caro, la vida que alguna vez conoció, desapareció sin piedad enfrente de sus ojos, todo ocurrió tan rápido que al presenciarlo se paralizó siendo expulsado violentamente hacia las vacías estrellas.

Una repentina revolución que rompía con los estándares de una absoluta tiranía, un valiente y motivador rescate por uno de los suyos fue el detonante perfecto para una batalla entre varias razas, con la confianza sumado al orgullo de un mejor capacitado ejército irken, no fue un gran impedimento para que una guerra espacial estallara. Con una arma secreta entre sus manos, la victoria para los Meekrobs fue asegurada con la ayuda de la inteligencia y astucia de un loco humano cabezón, que sin ningún tipo de temor, se enfrentó con gran valentía a la batalla, dejando como saldo a toda una raza exterminada.

Las cadenas que los apresaron durante tantos milenios, se rompieron por completo. La élite irken fue exitosamente derrotada y eliminada.

Gritos rebosados de orgullo, lagrimas que transmitían felicidad y una leve alabanza levantando sus armas al espacio en nombre de su héroe y próximo embajador, "¡Hurra por el humano cabezón!" Eran las palabras que con poco aliento, pero, con mucho entusiasmo decían entre gritos y alaridos todos los soldados, guerreros y habitantes que fueron testigos de aquel momento que estaría grabado para la historia.

Mientras tanto, el humano de gabardina negra observaba todo con malicia, pero al mismo tiempo con una sincera sonrisa, a toda esa raza que sin miedo lucho a capa y espada, siguieron sus órdenes para obtener su victoria. Como respuesta a la pequeña alabanza acompañada de un genuino respeto, el amante de lo paranormal hizo un puño con su mano derecha y lo alzó al aire, agitándolo un poco, lo cual animó a las tropas seguido por pequeños gritos de alegría.

- Al fin pude derrotarte, Zim. -exclamó con claro orgullo- Espera... -sintió algo húmedo en su rostro- ¿Qué es esto? -llevo una de sus manos hasta sus ojos- No lo entiendo... -con su otra mano removió sus lentes- ¿Por que estoy llorando? -susurro con tristeza a la vez que secaba sus lágrimas.

Una pequeña punzada se clavó en su interior, un escalofrío recorrió con rapidez todo su cuerpo. Sin saberlo, ese fue el preciso momento en el que sintió genuinamente miedo al haber "eliminado" a su enemigo, sin darse cuenta más allá de su corrupto y escondido interior, al percatarse de su acción. se le rompió el corazón.

Estaba nuevamente consciente

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Estaba nuevamente consciente. Dolía, el dolor que estaba atravesando por cada centímetro de su cuerpo, lo consumía como nunca en su joven vida, el simple hecho de seguir respirando le provocaba agonía, en donde el constante dolor era un permanente recordatorio de eso.

Redención [ZaDr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora