21. La hematofobia

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—¿No preferís ir al parque? Hace un solazo hoy...

—¡No!

—Puedes dejar que hable June, Elena. Igual ella no quiere...

—June, ¿tú quieres ir al parque o jugar a los yutubers?

La niña se acerca al oído de Elena para susurrarle algo que no logro captar. Pero Junito, jo, dime algo, que no voy a comerte...

—Quiere jugar a los yutubers—me transmite mi hija con chulería.

—Oye, tronca, te me relajas con ese tonito que soy tu madre.

—Perdón, mamá—agacha la cabeza.

El almuerzo continúa, y June solo abre la boca para comer. Todo lo contrario que Elena, que no para de charlar como una cotorra. Me ha contado hasta el más mínimo detalle de lo que ha pasado hoy en clase, y su amiga ha corroborado todo con un constante asentimiento de cabeza y alguna que otra sonrisa de complicidad.

—¿Podemos irnos a jugar? —me pregunta con impaciencia cuando rebañan sus platos.

—El postre... —le recuerdo con pesadez. ¿Qué le pasa hoy a mi niña? Está alteradita. Espero que no le de por tener otra fase de adolescencia prematura como le dio a los 2 años. Ya sufrí demasiado ese verano—. ¿Queréis fruta, yogurt...? ¿Helado? —susurro sugerente con los ojos muy abiertos.

—¡Helado, helado! —grita mi peque mientras yo me levanto.

—Pero solo porque tenemos una invitada especial. No te acostumbres—le revuelvo el pelo—. Ven y me ayudas, anda.

Evidentemente, pedirle que me acompañe es una estrategia para poder hablar de su amiga a solas. Qué listas que sois cuando queréis, mamarrachas.

—Oye, cariño, ¿por qué June no habla?

—Le da vergüenza cuando hay adultos—me dice agarrando tres cucharitas del cajón. Adultos. ¿Desde cuándo habla mi hija con tanta propiedad? Luego dicen que la educación pública es mala.

—¿Y en el cole cómo lo hace? ¿Qué pasa cuando la profe le pregunta por los deberes?

—A la profe Elena sí le habla ya. Antes no. Me lo decía a mí en el oído y yo se lo decía a ella.

Vaya. Así que mi niña es la portavoz oficial de June... Con razón me dice Anne todas las mañanas que mi hija es un sol. Ahora todo tiene sentido. A ver, albayas, sabía que se estaban haciendo muy amigas y que Elena estaba ayudándola a integrarse en el cole... pero no esto. No tenía ni idea de que la timidez de esta peque fuera tan fuerte.

La observo mientras se come el helado. Su inocencia brilla. Es frágil, como todos los niños. Sin embargo, ahora que sé hasta donde llega su carácter introvertido, me parece aún más indefensa.

Me pilla analizándola y huye de mis ojos rápidamente. Me encantaría decirle que no tenga miedo, que yo de adulta tengo lo mismo que su amiga Elena. Pero no quiero ser pesada.

Voy a dejar de intentar que me hable. No quiero que se sienta incómoda. Seguro que está harta de que todos la presionen para que deje a un lado la timidez, y en mi casa hay una bandera llamada libertad... Si prefiere comunicarse conmigo a través de su portavoz, así lo puede hacer. ¿No os parece?

—¡Mamá! ¿Ya podemos jugar?

—Podríais ayudarme a recoger la mesa... —pongo mi cara de cachorrito, la que siempre funciona. (También esta vez).

Me voy a la cocina y empiezo a limpiar el desastre silbando canciones. Mientras tanto, Elena y su amiga van trayendo los platos y vasos sucios, amontonándolos en la encimera. Ya me encargaré yo luego de...

Ohana - (1001 Cuentos de Albalia)Where stories live. Discover now