Capítulo 84: El plan perfecto

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—¿Necesitas ayuda?— pregunté con una sonrisa burlona.

—No.

Solté una risa ante su expresión. Esperamos un rato hasta que, de una vez por todas, Collins terminó su helado. Cuando lo hizo, se excusó para ir al tocado a lavarse las manos. Y por supuesto que aproveché para continuar con mi ingenioso plan.

—¿Vamos?— me sorprendió su voz. Guardé con rapidez el móvil en mi bolsillo y solté una risa nerviosa.

Volvimos a montarnos sobre la motocicleta. Pero nuestro destino había cambiado, ya no era el centro de Asterville. Le había propuesto a Mía pasar la tarde en la casa de mi madre. Allí era más tranquilo y podíamos disfrutar de la enorme piscina que había en el jardín.

Tardamos alrededor de una hora y media en llegar. Aparqué la moto a un lado de la entrada y ayudé a Mía a bajar. Tomados de las manos, caminamos hacia la puerta y justo antes de llamar, mi madre apareció con una sonrisa de lado a lado.

—¡Al fin vinieron!— exclamó con un grito de alegría. Abrió la puerta con rapidez y al dejarnos pasar, nos envolvió con un enorme abrazo.

—Hola, ma— respondí dándole un beso en la mejilla. Mía también la saludó con un corto abrazo.

—¡Que guapos que están! Parece que han estado tomando sol— halagó haciendo referencia a nuestros bronceados. Lo cierto era que Mía y yo nos habíamos quedado completamente dormidos bajo el sol en nuestra escapada a la playa.

Caminamos hacia la entrada conversando de cómo habían transcurrido las últimas semanas. No había hablado con mi madre desde aquella vez que nos encontramos en la feria. Cuando las cosas se complicaron con Mía, sentí que no podía contárselo sin decirle absolutamente toda la verdad. Y cuando tuvimos que huir a Colombia, no encontré manera de hablarle sin preocuparla. Aunque como siempre, terminé haciéndolo sin darme cuenta.

—¡Matt!— gritó Jamie cuando me vio llegar. Corrió hacia mí y saltó directo hacia mis brazos. La envolví en ellos deseando nunca soltarla.

—¿Cómo has estado?— le pregunté aún sin soltarla.

—Triste— respondió ella en un murmullo.

—¿Por qué?— fruncí el ceño. La dejé bajar.

—Porque no viniste a visitarme.

Su respuesta terminó de romper mi corazón. Me disculpé ante ella y le di un gran abrazo. A pesar de que había derramado un par de lágrimas, su tristeza pareció desaparecer cuando la vio a Mía parada en el medio de la sala. Corrió hacia ella e inmediatamente soltó una sonrisa.

—No ha dejado de preguntar por ti— habló mi madre observando la escena de la pelirroja y Jamie.

—Lo siento. He tenido unas semanas complicadas— intenté excusarme pero me sentía un completo estúpido.

*

Pasamos la tarde entre risas y gotas de agua. El sol pegaba con fuerza sobre nuestros cuerpos y hacía demasiado calor para tratarse de una primavera. No podía negarlo, se notaba en mi rostro; estaba completamente feliz. Me sentía pleno rodeado por las personas que más amaba en la vida.

Intenté aferrarme a esa felicidad antes de que desapareciera por completo.

—Quita esa mano traviesa— me susurró Mía en el oído.

Nos encontrábamos tirados en la tumbona, acostados bajo el sol que amenazaba con ponerse. Mía estaba apoyada sobre mi pecho, y mi mano no pudo evitar viajar hasta su trasero. Solo yacía allí, cómoda y tranquila.

—No—respondí alzando los hombros—. Tranquila, pelirroja. Solo estoy apreciando lo que me corresponde.

—¡Ey! Es mi trasero no el tuyo— protestó abandonando la posición en la que nos encontrábamos. Solté una risa e intenté atraparla antes de que se escape.

La alcancé por la cintura y dejé que nuestros cuerpos cayeran hacia un lado.

—Eso no decías anoche— bromeé ganándome por supuesto, un golpe en el estómago y unas mejillas sonrojadas.

Comenzó una guerra de cosquillas interminable. Mía llevaba la ventaja. Hasta que Tim interrumpió, salvándome de las garras de Collins.

—La cena está lista, tortolitos— habló Tim, sosteniendo una espátula en su mano. Llevaba puesto un delantal de cocina con unos falsos abdominales impresos.

Ayudé a Mía a levantarse. Aún con el cuerpo algo mojado y el rostro teñido de rosado a causa del sol, nos sentamos todos juntos a compartir la barbacoa que Tim había preparado.

Un par de horas después, con el estómago lleno y cargando un gran cansancio, Mía y yo nos fuimos a acostar. Después de una sesión de besos entre sábanas, la pelirroja cayó rendida en brazos de Morfeo.

La abracé por la espalda apoyando mi cabeza sobre su hombro. Observé las agujas del reloj corriendo, mientras pensaba en el día siguiente y cómo iba a efectuar mi gran plan. Ese que había estado ideando desde nuestro reencuentro en el aeropuerto.

Cuando el reloj marcó las doce, acerqué mi cuerpo al suyo, lo más pegado posible. Escuché sus respiraciones pausadas y el eco de sus latidos atravesando su pecho.

—Feliz cumpleaños, pelirroja— susurré antes de quedarme completamente dormido.

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¡Estamos a nada de llegar a los 50K! Que alegría🙏🏼🥰

Espero que les guste este nuevo capítulo. Con la llegada de las vacaciones prometo escribir más rápido y actualizar más seguido.

Al parecer, Mía ya cumplió la mayoría de edad. Eso indica una sola cosa; es libre de abandonar Asterville cuando ella desee. ¿Tomará las maletas para irse de una buena vez a Inglaterra? ¿O alargará su estadía hasta el último segundo para pasar más tiempo junto a Matt?

¡Leo sus comentarios!

Black Soul   |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora