Capítulo 7: Peleas

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No sabía lo que estaba haciendo en ese momento, pero terminé por aceptar. Sinceramente, no llegué a procesar toda la información. Lo cierto era que necesitaba el dinero lo antes posible, y la paga que me ofrecían era muy buena. Tampoco podía llegar a imaginar lo que implicaba el trabajo, ni mucho menos los problemas que me traería.

Luego de firmar unos papeles que Beatriz me dió, acepté su invitación a pasar a una habitación más privada, en donde oí con atención su explicación de lo que debía hacer esa noche.

—Tu noche estará dividida en dos turnos, de dos horas y media cada uno. En el primero, que comienza en unos minutos, deberás estar en la recepción recogiendo los boletos de los invitados. Asegúrate de que cada persona te dé el suyo y que nadie pase sin uno. Luego, cuando se cierren las puertas, te toca presentar los rounds, para eso debes utilizar un atuendo específico que te daré en unos minutos— asentí mientras le echaba una mirada rápida a la habitación—. Lo único que deberás hacer es caminar sobre el escenario sosteniendo un letrero, son unos pocos segundos y después tendrás tiempo para observar la pelea. Cuando esta haya terminado, eres libre de hacer lo que se te plazca. Puedes irte o quedarte, pero siempre actúa de manera respetuosa y con una sonrisa.

Luego de escuchar su explicación, me tendió un uniforme un poco más escotado y corto del que tenía antes. Este consistía en un top corto, sin mangas, con un escote que dejaba mucho que desear, teniendo en cuenta que mis senos eran algo prácticamente inexistentes. Y una falda negra bastante corta, que por más de que lo haya intentado evitar, terminaba a pocos centímetros de mi trasero. También debía usar tacones plateados que eran un tanto altos, aunque no me molestaba, ya que me encantaba andar en ellos.

Beatriz me indicó donde estaba el vestidor, no tardé en cambiar mi atuendo. Minutos después, me guió hacia una una puerta que tenía escrito "salón de belleza". Allí una chica bastante agradable, llamada Corny, se encargó de arreglar y maquillar mi rostro. Luego de media hora, pude mirarme al espejo y al hacerlo me sentí distinta.

—Y ¡estás lista! Quedaste divina, tienes una piel excelente— le agradecí dándole un abrazo amistoso, ya que realmente me había caído bien—. Ahora puedes pasar con César que te hará un peinado mágico.

Me levanté de la silla y caminé unos pasos hacia la derecha en dónde un hombre de descendencia oriental se encontraba esperándome. Me colocó una especie de delantal y empezó a alisar mi cabello.

No pude evitar esconder mi cara de sorpresa cuando el chico de la guitarra, o mejor conocido como mi vecino, atravesó la puerta del camarín. Corny lo saludó efusivamente con un abrazo bastante cariñoso, él le correspondió frotando su brazo sobre su espalda. Aún, no se había percatado de mi presencia.. Hablaron unas pocas palabras y él parecía no haberme notado. Por mi parte me limitaba mirarlo a través del espejo con una expresión algo tonta.

César terminó con mi cabello y se retiró de la habitación y en ese preciso momento, nuestras ojos se encontraron. Al mirarme su expresión cambió, ya no estaba sonriente y despreocupado, ahora se encontraba un poco confundido, frunció el seño e hizo una mueca que no llegué a comprender. Sus ojos eran oscuros y me incitaban a mirar más allá. Sentí una corriente eléctrica recorrer mi espalda e inmediatamente me enderecé, sé que él también lo sintió porque llevó su brazo un poco más abajo de la nuca y lo mantuvo allí un buen tiempo. A pesar de eso, nuestro contacto visual no se rompió, me sentía hipnotizada por sus ojos.

El sonido de un celular hizo que nuestra conexión se rompiera, Corny se disculpó y abandonó la habitación.

—Así que, pelirroja, qué sorpresa ha sido encontrarte aquí— comentó mientras se sentaba en la silla giratoria.

Llevaba una musculosa negra y unos jeans rotos, su cabello era castaño claro, casi rubio. Sus brazos eran sumamente musculosos y estaban cubiertos de tatuajes. Tenía un cuerpo de morirse y al notar que lo estaba observando de  arriba a abajo, sonrío dejando a la vista un pequeño hoyuelo que rompía con toda su imagen de chico malo. Había algo en él que me atraía, pero mis instintos decían que me mantenga alejada lo más posible.

—¿Qué haces aquí?— preguntó mientras observaba mi atuendo de forma perversa.

—¿Que haces tú aquí?— contraataqué.

—No deberías responder mi pregunta con otra pregunta—lo miré alzando una ceja, desafiante—. Soy Black Soul, peleador estrella de Asterville, un gusto conocernos formalmente pelirroja— se acercó hacia mí y tendió su mano para que la estrechara.

Con desconfianza, coloqué mi mano sobre la suya y nos dimos un apretón. Al hacerlo, la misma corriente eléctrica que recorrió mi espalda minutos antes, apareció en la palma de mi mano. Cuando lo sentimos, los dos rompimos rápidamente nuestro contacto físico soltando un gruñido.

—Ahora contesta tú mi pregunta ¿qué haces aquí?

—Conseguí un nuevo empleo— al decirlo, me observó sorprendido.

—¿Trabajar? ¿Aquí?—preguntó incrédulo, asentí—. Debo advertirte, pelirroja, que has cometido un estúpido error. Deberías largarte lo antes posible, este lugar es el mismísimo infierno.

Sus palabras me asustaron, no voy a mentir, cada vez me daba más miedo involucrarme aquí. Sin embargo, no entendía su preocupación, había algo en él que no me cerraba. ¿Por qué se empeñaba tanto en protegerme?

Segundos después, Beatriz ingresó a la habitación y le echó una mirada coqueta a mi vecino, él le guiñó el un ojo y ella sonrió.

—Cariño, debes irte, la gente está por llegar—me indicó dónde debía ir y cerró la puerta, dejándome afuera.

Tiempo después las personas comenzaron a llegar, la mayoría me resultaba desconocida, pero pude distinguir a un par de compañeros del instituto entre la multitud. Me sentía bastante incómoda, cada vez que alguien nuevo entraba, me escaneaba con la mirada. Algunos hombres me pidieron el número, otros intentaron manosearme y gran parte me regalaba halagos asquerosos.

Para mi suerte, el tiempo transcurrió rápido, y luego de dos horas de estar de pie, un hombre de seguridad vino a reemplazarme.

La pelea estaba por comenzar, el presentador, llamado Liam, me indicó todo lo que debía hacer. Las luces se apagaron, el volumen de la música disminuyó y el silencio inundó la sala. Liam subió al ring e hizo un par de chistes ganándose el apoyo de toda la multitud. Minutos después, presentó a los rivales.

—¡Esta noche tenemos la pelea más esperada! ¿Están listos? —el público gritó en respuesta—. Por favor, un fuerte aplauso para nuestro luchador estrella, el favorito, el invencible ¡Black Soul!— toda la multitud aclamó por él.

Los reflectores lo iluminaron, dejándonos ver su rostro que, ahora, se encontraba cubierto por maquillaje negro, el cual formaba una máscara alrededor de sus ojos. Llevaba puesto unos shorts negros y su torso estaba descubierto, haciéndome notar sus abdominales marcados. Al verme entre la multitud, sonrió, y su hoyuelo volvió a aparecer.

—Recién llegado de Europa, la sensación del momento, ¡Utopía!— el público volvió a gritar, pero esta vez con menos fuerza.

Una figura misteriosa, tapada con una tela negra y una máscara en su rostro llamó la atención de todos. Los reflectores lo alumbraban y cuando todo se quedó en silencio, se despojó de la manta y dejó al descubierto su identidad.

Mis ojos no podían creer lo que estaban viendo.  ¿Acaso era él?

Tardé un par de segundos en comprenderlo. Travis Scott, mi ex novio, saludaba a la multitud con una sonrisa en su rostro.

Black Soul   |Completa|Where stories live. Discover now