Capítulo 60: Mitocondrias

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Los días fueron pasando casi sin que nos diéramos cuenta. La casa segura se había transformado en un nuevo hogar para mí. Me sentía cómoda, acompañada, libre. Solía soñar en tener algo así algún día; un grupo de amigos increíble, un chico perfecto a mi lado, un enorme jardín trasero para distenderme y sobre todo una vida lejos de mi padre y los recuerdos atormentantes que la muerte de mi madre me traía.

Después de aquella noche todo fue casi perfecto. Matthew y yo no habíamos discutido ni una sola vez y nos encontrábamos mejor que nunca. Eso sí, no lo voy a negar; mi mente siguió dándole vueltas al asunto de Sonia durante algunas semanas. El hecho de pensar en mi muerte me aterraba, y recordar lo cerca que había estado de ella en los últimos meses hacía que todo mi cuerpo se paralizara. Tuve varios sueños en donde moría, por distintas razones, pero todas coincidían en algún punto con Matthew. Y eso no se podía borrar de mi cabeza tan fácilmente.

Maisie se fue al día siguiente. Debo admitir que su partida me dolió muchísimo más de lo que esperaba, y que el miedo porque algo malo le pasara se apoderó de mí sin tener intenciones de irse. Ella intentó calmarme, diciéndome que todo iba a estar bien y que era una verdadera genio en todos estos asuntos. Pero claramente, sus palabras de apoyo no sirvieron para tranquilizarme, y aún así esperaba un mensaje de ella todas las noches.

Los chicos continuaron planeando el gran ataque. Oí hablar de Davenport, de un barco y hasta incluso de varias armas involucradas. Matthew me comentó que Travis lo había llamado un par de veces a su móvil, solamente para provocarlo y sacarle algo de información. Pero Sam ya había cifrado todos nuestros teléfonos y Matt era lo suficientemente listo como para no caer en su trampa. A pesar de eso, decidí no involucrarme en el tema, ya que sólo provocaría que empeorasen mis sueños por la noche.

En ese momento me encontraba en la cama, estudiando para uno de los exámenes posteriores al receso de invierno. Mis ovarios dolían tanto que se me hacía muy difícil concentrarme, sumando el hecho de que Matthew se encontraba en una esquina tocando una melodía con la guitarra.

—¿Podrías tocar abajo? No logro concentrarme—le pregunté con cordialidad observándolo desde la otra punta del cuarto.

—Claro— respondió el sonriendo y dejando a la vista ese hoyuelo que me traía loca—. ¿Lograste entender lo de las mito... mitoconcrias?

—Mitocondrias— lo corregí riéndome de él.

—Como sea— dijo algo ofendido, empezando a ruborizarse, algo muy poco usual en él.

—Lo entendí. Pero es bastante complejo así que me cuesta memorizarlo.

—¿Y si hacemos una canción?— preguntó volviéndose a sentar con la guitarra entre las piernas. Tocó un acorde tres veces y comenzó cantando—. Las mitocondrias son...

Me miró esperando que continúe con su estrofa, pero estaba riéndome tanto que no podía ni siquiera hablar.

—¡Vamos!— me animó y comenzó otra vez—. Las mitocondrias son tan geniales y un tanto desiguales— me hizo señas para que continuase.

—Están formadas por dos bicapas de fos— hice una pausa—. Fo. Lí. Pi. Dos— alargué la o.

—¿De qué se encargan, Mía?— preguntó imitando una voz grave.

—¡De la respiración celular!

—¿Y están presentes en todas las células?

—¡No! ¡No! ¡No! Tan sólo en las eucariontes.

—¡Las mitocondrias son tan geniales! Y sin ellas nos moriríamos.

Ambos estallamos en carcajadas. Eso fue desastroso.

Black Soul   |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora