Capítulo 45: El comienzo del fin

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Matthew

—No me busques más Brenda—la alejé de mí por décima vez en el día.

—Oh, lo siento. Olvidé que ahora tienes a tu chica.

La ignoré y caminé hacia la otra punta de la cocina.

—¡Uy!—soltó una risa fingida—. ¿Entonces qué pensará tu chica cuando se entere lo que tú y yo hicimos el domingo por la mañana?

Apreté los puños con fuerza. Estaba colmando mi paciencia.

Flashback

—¡Anímate! Es sábado por la noche, hermano. Vamos a divertirnos un poco— dijo Sam entrando a casa sin permiso.

Cuando llegó a la mitad de la sala se me quedó mirando.

—¿Qué esperas? ¡Las llaves!—exclamó. Me quité la llave del cuello y se la lancé.

—Como sigamos así el jefe va a descubrirnos—bufé enojado.

—¿Opción uno o dos?—preguntó asomando la cabeza por el marco de la puerta.

—Dos—respondí y en ese mismo instante golpearon la puerta.

—Me olvidé de avisarte...— habló Sam mientras me paraba a abrir— invité a algunos amigos.

Suspiré y al abrir la puerta me encontré con Chase, Cal, Pete y un par de chicas que no conocía. Hubo una de ellas que captó mi atención al instante.

—Ellas son Mila, Terry, Brenda y Ronnie. Bienvenidas chicas— habló Sam interpretando un papel de caballero, que todos sabíamos que no existía.

Sam se encargó de repartir una tableta para cada uno, y así fue cómo las horas pasaron sin que ni siquiera lo notemos. En mi viaje, lo único que podía hacer era imaginarme a la pelirroja, en millones de escenarios y situaciones. Y por más de que quisiera borrarla de mi mente, no podía.

Desperté a causa de un movimiento que hacía que mi cuerpo rebotara sobre el sofá. Al parecer todos nos habíamos quedado dormidos en la sala. Brenda, si mal no recordaba su nombre, se encontraba saltando casi sobre mí.

—Es hora de una segunda ronda. ¡Despierten!

Cuando abrí los ojos pude notar que ni Sam, ni Chase ni dos de las chicas seguían en casa. En el piso se encontraban Cal y Pete durmiendo junto a una chica asiática con poca ropa.

—Abre la boca—habló Brenda en tono mandón.

Abrí la boca y saqué la lengua. Ella depositó con delicadeza la tableta en mi lengua.

—Ya que todos duermen— susurró sentándose sobre mi regazo—¿por qué no subimos a divertirnos un rato?

—No, gracias— le dije intentando incorporarme. Ella me empujó en el pecho produciendo que me volviera a recostar en el sofá.

—Vamos—dio un beso mojado en mi clavícula—. No— volvió a darme un beso, esta vez más arriba—. Te— otro en mi clavícula—. Resistas— hasta que llegó a mis labios.

Subimos a la habitación mientras nos besábamos apasionadamente.

No dejaba de confundir su rostro con el de Mía, ni sus labios, sus caderas o sus incontables pecas en el cuerpo. No había comparación entre ella y Collins, no para mí, por lo menos. Eran detalles, miradas, personas, cuerpos y actitudes completamente diferentes.

Luché internamente contra mí mismo para disfrutar el momento. Pero simplemente no podía. No podía dejar de pensar en Mía, en nuestro acuerdo, en nuestra "relación".

La veía por toda la habitación. Se multiplicaba, cada vez había más. Me miraban, con firmeza y desprecio. Eran tantas que la cabeza comenzaba a dolerme. Se movían como un efecto dominó. La habitación giraba cada vez más rápido y yo no podía concentrarme en lo que estaba haciendo. De repente, una luz resplandeciente apareció en mi visión, molestándome. Y se multiplicó, apareció otra y luego otra, sin detenerse.

Mía. Mía. Mía. Repetía una voz en mi cabeza.

—Debes irte — le dije a Brenda mientras besaba sus labios una última vez.

Fin del Flashback

El poco tiempo que pasó después noté a Collins distante e ida. No entendía que le sucedía, pero prácticamente no me dirigía la palabra. Al parecer mi madre lo notó también, ya que me preguntó al respecto. Pero ninguno de los dos sabía que era lo que ocurría exactamente.

Una hora más tarde decidimos irnos. Ya había oscurecido y hacía algo de frío. Mía se despidió de mi familia de una forma tan amorosa y atenta, como solo ella tenía la capacidad de hacerlo. Mi madre me agradeció por la visita y por haber traído a Collins, me dijo que estaba orgullosa y feliz por mí.

Y a mí me dolía cada día más mentirle.

Cuando subimos al carro el ambiente cambio por completo. Nada de canciones o diversión como el día anterior. En ese momento estaba todo tenso y silencioso, y todavía nos esperaba un largo viaje a casa.

Observé a Collins de reojo varias veces. Se veía angustiada y tenía los ojos brillantes. Coloqué mi mano en su pierna y apreté levemente, buscando que nuestras miradas se conecten.

—¿Qué sucede?— le pregunté con voz suave y devolví mi mirada a la carretera. Un auto blanco seguía nuestros pasos. ¿Nos estarán siguiendo?

Volví mi mirada a la pelirroja, ya que entreabrió sus labios para hablar.

—Dijiste que íbamos a intentarlo. Que ibas a intentarlo— dijo mirando al frente. Se notaba que estaba mal, pero no había indicios de que fuera a derramar ninguna lágrima.

—No entiendo a lo que te refieres— contesté con sinceridad. No estaba concentrado en la conversación. Me preocupaba que nos estuvieran siguiendo.

Mía soltó una risotada. Fruncí el ceño.

—Me refiero a que; mientras me tenías a tus pies, enamorándome como a una tonta, te revolcabas con cualquier mujer en tu cama.

Me quedé callado por unos segundos. El auto blanco había doblado a la derecha, por lo que suspiré aliviado. Seguí con la vista en la carretera hasta que me detuve en un semáforo.

—¿Escuchaste mi conversación con Brenda?— pregunté mirándola a los ojos.

—Sí, y tampoco evité notar las miradas que se tiraban. Todo este tiempo te reíste de mí, ¿verdad?

—No Mía. ¿Tan mala persona me crees?

—A duras penas te conozco.

—Lo que escuchaste es verdad, pero no por completo. Ese día Sam trajo gente a casa y consumimos. No estaba en mis cinco sentidos y Brenda se aprovechó de mí. No voy a mentirte ni decirte que yo no le seguí el juego, porque sí lo hice. Pero no pude parar de pensar en ti ni un solo segundo. Y eso es lo que me pasa continuamente, no dejo de pensarte.

Un claxon interrumpió nuestra conversación. El semáforo ya había dado luz verde. Aceleré y arranqué, pero al hacerlo un carro perpendicular a nosotros también aceleró, a pesar de que tenía luz roja. Era el mismo auto blanco. Intenté hacer una maniobra para evitarlo, pero su objetivo era chocarnos y eso fue lo que consiguió.

Se oyó un gran estruendo.

Un grito ahogado.

Y todo se volvió negro.

Black Soul   |Completa|Where stories live. Discover now