Capítulo 1: Asterville

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Generalmente solía dormir mis ocho horas diarias. Pero ese día realmente fue una excepción.

Mudarme a una nueva ciudad conllevó un cambio bastante drástico en mi corta vida. Y no solamente se trataba de abandonar mis amigos, conocidos o a mi ciudad natal. Implicaba desarraigarme de todo aquello que conocía para mudarme a una cuidad no de lo más normal. Dejar atrás lo que alguna vez significó todo para mí, para nunca volver a tenerlo otra vez.

"La ciudad sin dueño", "El lugar del espanto" o "Asterville", como suelen llamar a esta ciudad, está ubicada en las afueras de California. Nadie había oído hablar de ella hasta hace unos años, cuando el verdadero sufrimiento se desató de la noche a la mañana.

Nadie sabe por qué, cómo o quién comenzó esta guerra. Empezó a darse a conocer hace un tiempo, cuando el mal se apoderó de toda la ciudad. Aquí nadie está seguro, nadie confía en nadie y en nadie se puede confiar.

Violaciones, secuestros, robos, drogas, ilegalidades, sectas, alcochol, maltratos, asesinatos, estafas, asaltos, prostitución entre muchas otras características que describen esta ciudad. Lo sé, suena completamente aterrador.

No hay un gobernador, un jefe, un alcalde. Las leyes valen mierda y la policía es tan cruel como el asesino. Son inciertos los números de personas que salen lastimadas, desaparecidas, muertas, estafadas por día. Aquí, se trata de moneda corriente. Los habitantes se han acostumbrado a ello, mayormente porque suelen formar parte de todo el caos y el peligro que Asterville implica.

Había oído hablar de esta ciudad en algunas ocasiones, aunque la información era muy escasa y algo difícil de hallar. Gran parte de la información me había proporcionado el Internet. Y al llegar a Asterville confirmé por mi propia cuenta todo lo que había leído.

¿Y cómo llegué yo aquí?

Digamos que en contra de mi voluntad.

Hace unos meses, mi vida era todo lo que siempre había soñado. Estaba por cumplir la mayoría de edad, a tan solo un año de terminar el instituto y deseando con ansias el momento de ir a la universidad. Mi madre murió dejando que todos mis sueños se estropeasen en cuestión de segundos. Legalmente, aún era menor de edad, y eso me ponía a cargo de mi padre, René.

El divorcio de mis padres había sucedido hacía ya tres años y medio. Él, un completo drogadicto y alcohólico, la engañaba a ella desde hacía años, incluso hasta antes de tenerme. Desaparecía por las noches, por días seguidos, levantaba la voz a cada momento y poco a poco, fue haciéndose más dependiente del alcohol. No tardó en destruir todo nuestra relación, nuestra familia.

Luego de su divorcio, comencé a vivir con mi madre y las cosas andaban realmente bien. Mi padre se mudó, y prácticamente dejé de tener noticias sobre él. Pero a pesar de eso, mi madre y yo éramos completamente felices. Lejos de los tormentos de mi padre, la vida iba mejorando. Y cuando creí que iba a pasar el resto de mi vida rodeada de felicidad, mi madre perdió su vida en un accidente.

Sinceramente, no logré superar el hecho de perder a mi madre. Y creería no superarlo nunca. Su nombre era Aria y era una persona maravillosa. Pelirroja, alta y con ojos claros, al igual que yo. La gente que nos conocía solía decirnos que éramos un calco, el mismísimo reflejo. Lo único que nos diferenciaba eran las pecas y el cabello ondulado, que heredé de mi padre.

La inesperada muerte de mi madre me hizo tomar un avión hacia la otra punta del país obligada por el gobierno. Entonces, sin más familia directa, quedé a cargo de mi padre. Servicio social me había traído hasta aquí y ahora dependía pura y exclusivamente de él. Tenía más que claro que no recibiría un peso de su parte, como lo había hecho durante los últimos años. También, podía entender que no me daría la atención que necesitaba en un momento como ese.

Lamentablemente mi vida había cambiado y no para bien.

La nueva casa era pequeña, tenía únicamente una habitación y un baño. La cocina se encontraba en el mismo ambiente que la sala de estar. Y aunque no me importase que la casa fuera pequeña, no toleraba el hecho de que estuviera patas para arriba. No podría considerarme la persona más ordenada del mundo, pero sin dudas no soportaba vivir en un chiquero. Había un olor nauseabundo recorriendo cada centímetro de la casa. La suciedad parecía haberse instalado allí por años. E incluso, se me hacía prácticamente imposible caminar entre tanta basura.

A mi padre no se le ocurrió mejor idea que dejarme dormir en el sofá. Y esa fue una de las razones por las cuales no pude pegar un ojo en toda la noche.

Dejé la mayoría de mis pertenencias en Carolina del Norte. Y no sólo eso, también dije adiós a mis estudios y amigos. Nueva escuela, nuevos profesores, nuevos compañeros. Y aunque no era tiempo de comenzar las clases, había encontrado la manera de que me acepten en un nuevo instituto estatal.

Estaba comenzando una nueva vida. No estaba segura de cómo resultarían las cosas para mí en ese entonces. Ni mucho menos qué me depararía el destino.

Solo estaba segura de una cosa; deseaba largarme de allí cuanto antes.

Black Soul   |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora