VII. ☆ Sueños y futuro ☆

Start from the beginning
                                    

—No es a modo de queja u ofensa, solo pregunto. Y vamos, que te llames a ti mismo deportista cuando, ya sabes, juegas así... por favor... —Mi voz no aguantó la seriedad y me reí con ese sarcasmo que linda en la ofensa, pero que curiosamente no le fastidió a Marco como cuando Beth lo usaba.

—Gracias por el apoyo, en serio lo aprecio. —Blanqueó los ojos—. Y la respuesta es sí, me voy así. Los miércoles me lo llevo a casa porque hay que lavarlo.

—¿Puedo acompañarte?

—¿A lavar mi uniforme?

Le di un codazo amistoso y rodé los ojos. Llegamos al estacionamiento casi desolado, a lo lejos se veía mi bicicleta y sin decidirlo, caminamos hacia allí.

—A donde sea. Tengo que estar fuera de casa como hasta las seis y pues...

—No tienes más opciones —completó. Un muy leve rubor se instaló en mis mejillas a la vez que fruncía los labios con culpabilidad—. Eso es tan grosero.

—¿Preferirías que te mintiera un poco?

—Sí, por favor.

—De acuerdo... déjame ir contigo, muero de ganas de pasar la tarde a tu lado.

Y no es mentira, me dijo mi interior

Le batí las pestañas hasta que bufó, divertido.

—Imposible negarme —replicó finalmente.

—Es posible, pero un poco grosero.

—Bien, vamos, pero te daré una condición y una advertencia.

—¿Vas a ponerme condiciones?

—Y una advertencia —corroboró. Asentí, curiosa—. La condición es que me digas por qué debes estar fuera de tu casa.

El motivo era Ray, aunque no planeaba explayarme en la razón con Marco, sin embargo, algo se le podía decir. Asentí, de acuerdo.

—¿Y la advertencia?

—¿Viste mi talento con los deportes? Así es mi talento haciendo buenos planes. Te vas a aburrir. Te puedo ofrecer televisión, un sofá y agua de la llave, no tengo más.

—Dado mi marco de opciones, creo que tu plan suena de maravilla.

—Entonces vamos.

☆☆☆

Caminamos hacia su casa, que no resultó estar tan lejos. Había llovido un poco por lo que el cielo estaba tan encapotado que lucía similar a un crepúsculo. Cuando ya llevábamos buenos diez minutos andando —con mi bicicleta siendo rodada, pero no montada—, Marco habló:

—Acá es donde cumples con tu parte del trato. ¿Qué creen tus padres que estás haciendo?

—¿Por qué piensas que les miento? Puede ser solamente que no hay nadie en casa, dejé mis llaves y todos llegan a las seis.

Marco entrecerró sus ojos al mirarme hasta que logró hacerme reír.

—No es eso, ¿verdad?

—No —admití—. Bien, te contaré pero no haces más preguntas.

—Me parece injusto, me gusta saber las cosas completas.

—Tómalo o déjalo.

Se lo pensó unos eternos segundos. A lo lejos se oyó un trueno, posiblemente anunciando otra llovizna como la de la mañana, el viento estaba helado pero no me importó realmente.

Karma de Estrellas  •TERMINADA•Where stories live. Discover now