D i e c i o c h o

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Severus
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Ya había pasado casi una hora desde que Hermione fue a hablar con San Potter y su amigo el estúpido. No sé porqué es tan importante para ella la aprobación de ese par de idiotas, eso era de lo más absurdo, pero ella a comparación de mí, aún era una niña, diferimos en algunas cosas pero solo era cuestión de que uno de los dos cediera de vez en cuando.

Estaba regresando a mi despacho después de una reunión con Minerva, unos estúpidos chicos de Slytherin habían hecho un desastre el salón de Historia de la magia, todo por esos estúpidos productos de los Weasley, ahora cualquiera podía entrar con cualquier artefacto estúpido y hacer desastres a diestra y siniestra por el castillo.

Pero me encargaría de hacer miserable la vida de esos dos chiquillos este fin de semana.

Aún renegaba mentalmente cuando en una esquina vi a un par de jóvenes besándose, lamentablemente para ellos, estoy más enojado que de costumbre.

— ¡SEÑORITA JONES! ¡SEÑOR CATTERMOLE! — grité para asustarlos—50 puntos menos a Gryffindor a cada uno por exhibiciones impúdicas en pleno pasillo. — justo por esto es que sigo dando clases.

— Pero Señor... — respondió la chica Jones, colorada hasta las orejas, al ver a ambos chicos en ese estado de bochorno tenía unas ganas horrorosas de reír hasta ahogarme.

— ¡PERO NADA! ¡Largo de aquí antes de que sean 300 puntos los que les reste!

El señor Cattermole tomó la mano de la chica y salieron corriendo por el pasillo, ya un poco más relajado seguí el camino a mi despacho. Hacer que los alumnos me teman es mi terapia para eliminar el estrés más efectiva, solo falta una copa de vino de elfo para estar completamente relajado.

Después podría disfrutar de una o dos horas con Hermione en el despacho... O en el armario de ingredientes para las pociones o también podríamos recrear nuestro último encuentro en la sala de Menesteres, ahora que conocía cada centímetro de su cuerpo y qué hacer para tenerla en la palma de mi mano, no dudaba en hacerlo en cuanto tuviera la oportunidad.

Al dar la vuelta en una esquina pude apreciar a lo lejos a Potter llevándose a Hermione, me acerqué a ellos y pude escuchar una pequeña parte de la discusión. Podía verla completamente nerviosa y eso es algo que me preocupa. Nadie debería vivir en constante presión y ella misma se ha sometido a situaciones bastante fuertes desde pequeña; tratar de salvarle el trasero a Potter es un trabajo difícil y ella a sus once años lo hacía bastante bien.

Había ocasiones en las que por la noche tenía que darle una poción para dormir sin soñar ya que no paraba de temblar y sudar, había tenido que entrar en su mente para saber qué es lo que la atormenta y saber cómo es que puedo ayudarla, regularmente sus sueños son del día en el que los carroñeros los habían capturado en el bosque, la habían llevado a la Mansión Malfoy y Bellatrix la había torturado.

No es para menos que tenga esos sueños y no podía evitar sentir pena por ella, solo era una niña en un problema de adultos, no pudo disfrutar de una adolescencia normal. Su mayor preocupación fue mantenerse viva por 7 años cuando solo debió preocuparse de pasar sus TIMOS y los EXTASIS... y ahora en "días de paz" no podía descansar debido a la tortura de su pasado.

Frecuentemente había ocasiones en los que simplemente se acostaba a llorar por nada y se enojaba por nimiedades, sabía por lo que pasaba, así que simplemente ya no me molestaban sus cambios de humor tan repentinos. Si para mí era difícil batallar con toda mi porquería, no quiero imaginar lo difícil que es para ella sobrellevar sus sentimientos, pensamientos y acciones. Así que en cuanto me gritó no me lo tomé muy a pecho. Simplemente deberían de ser sus nervios, así que cuando entramos a mi oficina pude hablarle para tranquilizarla.

-Te dije que tus amigos del alma no entenderían nada... ahora ya te pusieron histérica y tengo que prepararte la segunda poción calmante de la semana...- dije mientras sacaba unos frascos de la pequeña alacena que tenía en mi oficina

-No necesito una poción calmante, Severus, yo necesito que me aclares una cosa... - di media vuelta en mi lugar y la pude ver sujetar el puente de su nariz, tratando de dominar sus emociones.- ¿Aún la amas? -preguntó con voz baja, pero lo suficientemente claro como para que la pudiera escuchar.

-Disculpa, ¿Qué?- pregunté sin entender su pregunta- ¿amar a quién?- un carraspeo de garganta nos hizo mirar hacia la puerta viendo a Potter claramente incómodo por la situación. - ¿Sigue ahí señor Potter? Pensé que habría sido lo suficientemente prudente como para usar mi red flu e irse de aquí.- dije impaciente señalando la chimenea. Parecía ignorarme y solo veía a Hermione.

-¿Estarás bien, Herms?- preguntó nervioso y yo me limité a pasar mis manos por mi cabello en clara señal de que estaba perdiendo la paciencia.

-Voy a estar bien, Harry, puedes irte. – No lo pensó dos veces antes de correr a la chimenea y desaparecer entre flamas verdes. – Ahora que estamos solos, Severus ¿responderás a mi pregunta? ¿Aún amas a Lily Evans?

-¿De dónde sacas esa pregunta? – Pregunté airado- No deberías hablar de ella, me hiciste prometer hace unos meses que no hablaría de ella.

-Resulta que hoy que fui a ver a los chicos, Ron me preguntó por mi cambio de imagen- comenzó a explicar con voz trémula. – Y me puse a reflexionar en todo lo que había pasado en estas semanas, los "accidentes" en las pociones hechas por ti... ¿no crees que es una casualidad enorme?- preguntó acercándose a mí. Yo solo pude recargarme en el escritorio mientras cruzaba los brazos sin saber qué responder.

-No sé de lo que estás hablando, Hermione, ilumíname con tu gran sabiduría.

-Resulta que tú no cometes "pequeños errores", tú no aceptas menos que perfección y menos en tus malditas pociones, simplemente no hay otra opción más obvia... - dijo caminando de un lado a otro mientras comenzaba a sollozar.- ¡Merlín! No puedo creer que fui tan ciega e imbécil.

-No entiendo a dónde quieres llegar. –dije mientras me acercaba a ella y me abrazaba a su espalda.

-¡Por Merlín, Severus! ¡Me quieres convertir en ella! ¡Me quieres convertir en Lily Evans!- gritó desesperada mientras me alejaba de ella como si quemara.

-No... No pienses eso, no es así, yo solo...- me puse a pensar un poco y entendí lo que había hecho.

- ¡Eres un completo asno! - dijo antes de darme un puñetazo en el pómulo.

Mayor Que YoWhere stories live. Discover now