IX

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—Mantén la calma... No pierdas la cabeza...

CONTRACCIÓN

—Podrías hacerle daño a los bebés...

CONTRACCIÓN

DOLOR

ANGUSTIA

Hermione dió un paso tratando de llegar al teléfono que estaba en la mesita a lado del sofá, pero resbaló con el charco en sus pies, cayendo así de sentón en el suelo. El dolor se multiplicó en cantidades descomunales haciéndole pegar un grito desgarrador.

A rastras logró llegar al teléfono y rápidamente marcó el número de Viktor y en cuanto éste contestó, entre jadeos y llanto logró formar unas pocas palabras.

—Viktor, ya vienen...

No pasaron ni 10 segundos (los cuales fueron eternos) cuando Viktor apareció justo en la entrada de la cocina viendo el desastre.

Con el rostro más pálido que el de un vampiro, se acercó a levantar a Hermione cuidadosamente del suelo y la llevó a su habitación, tratando de no perder la cabeza y dispuesto a ser el apoyo de la joven bruja.

Su mente trabajaba rápidamente sopesando las pocas opciones que tenía.

Definitivamente no podía tomar su camioneta y llevarla al hospital muggle por que la nieve había aumentado en demasía. Perdería tiempo valioso.

No podía llevarla a San Mungo por desaparición, sería una completa imprudencia y un riesgo completamente mortal para Hermione.

No podía usar la Red Flu ya que igual había un riesgo alto de que las cosas se complicaran aún más.

En cuanto puso a la chica en su cama, mandó un Patronus a su médico de cabecera informando de los sucesos en calidad de urgencia. Pero aún así, el profesional y su apoyo tardaría unos pocos minutos en aparecer, así que aún sin perder la calma, retiró el pantalón y ropa interior de Hermione y rápidamente lanzó un hechizo de limpieza.

—Todo va a salir bien, hermosa, pronto veremos a los bebés. No te preocupes...

—¡Duele! ¡No puedo Viktor, duele mucho!

—Escucha, Krasiva... Imagino que te duele muchísimo, pero estoy seguro de que puedes aguantar y vas a hacerlo. Eres la mujer más fuerte que conozco y puedes aguantar ésto y mucho más.

El dolor era inmenso, mucho más grande que un crucio. El pánico la hacía temblar, los dientes chirriaban y sentía que iba a reventar en cualquier momento.

—Tengo miedo, Viktor —dijo Hermione sollozando. — Siento como si fuera a morir...

—No digas eso, todo va a estar bien —Viktor se sentó a su lado en la cama y acarició su cabello. — Solo será por unos minutos y después estarás como nueva, vamos a cuidarlos... Les pondrás los nombres que tú quieras. Pero debes ser fuerte y confiar en que todo estará bien.

Hermione asintió y trató de respirar más acompasadamente, inhalando por la nariz y exhalando por la boca, mientras Viktor la acariciaba y besaba su mano cada tanto...

Pero ninguno de los dos se dio cuenta de la gran mancha roja que comenzó a extenderse por las sábanas.

La puerta se abrió estrepitosamente mientras entraba rápidamente el medimago con su enfermera. Se detuvo unos segundos mientras evaluaba rápidamente la situación.

—Señor Krum, necesito que espere afuera de la habitación. Clara, por favor trae más sábanas para cambiar las que están sucias mientras trataré de detener el sangrado...

—No la dejaré sola, Hasan. Puedes olvidarte de eso.

Hasan lo miró fijamente unos segundos y después se puso a revisar a Hermione, quien lloraba en silencio pero apretaba fuertemente la mano de Viktor cada que venía una contracción.

—Está bien, Krum... Mantenla despierta, la hemorragia es abundante y podría desmayarse.

Hermione no podía creer que algún día llegaría a sentir un dolor más intenso que la tortura de Bellatrix. Era un dolor espantoso y cada segundo era peor que el anterior.

—Señora Granger, sus hijos vienen en la posición correcta y no podemos esperar más, así que en la próxima contracción debe pujar...

—¡PERO NO PUEDO! — gritó

—Tiene que hacerlo si quiere que los bebés nazcan vivos...— el medimago comentó haciendo que Viktor le diera una mirada fulminante.

La mirada de Hermione fue de terror puro e inmediatamente se aferró a la mano de Viktor y tragándose el grito desesperado que bullía en su garganta desesperado por salir, comenzó a pujar como lo había leído en las revistas para madres principiantes.

Se concentró tanto en pujar que ocasionalmente llegaba a notar las caricias de Viktor en su cabello o lejanos murmullos diciendo que lo había hecho bien...

Hasta que suspiró de alivio e inmediatamente después se escuchó un llanto agudo, parecido a un patito de hule.

—Es un niño... Tiene el cabello negro, como tú, Krum. Ven a cortar el cordón.

Rápidamente Viktor se puso de pie y se acercó para que con un movimiento de varita se separara al pequeño de su madre. La enfermera envolvió cuidadosamente al pequeño bebé sangrante en una manta azul y después de lanzar un rápido hechizo de limpieza a sus vías respiratorias y le entregó el bebé a Viktor, quien lo acurrucó en su pecho acercándose a una pálida y cansada Hermione en la cama.

—Es tan pequeño, Hermione. Se parece a ti

La chica sólo pudo dar un pequeño vistazo a su pequeño bebé antes de  llorar aún más de lo que lo hacía ya.

Todo el dolor que estaba sintiendo se le hizo tan poquito comparado a la gran satisfacción de ver a su bebé. Acarició un poquito la mejilla del bebé, haciendo que su llanto se volviera un precioso puchero y el pequeño se acurrucó aún más en el calor que le brindaba el amplio pecho de Viktor.

—¿Cuál será el nombre del niño? — preguntó la enfermera, trayéndola a la realidad.

—Patrick.... Patrick Granger. — y aunque no quería despegar la vista de su bebé, otra contracción la atacó haciendo que cerrará fuertemente los ojos — ¡Siento que debo pujar!

—Espera un poco, debo arreglar esto para que no haya problema con....

—¡Necesito pujar!

—El bebé tiene el cordón enredado en el cuello, si no esperas mi indicación, morirá asfixiado. Solo dame unos minutos...

Esas palabras fueron tan crudas que le helaron el corazón y aunque fuera en contra de su instinto, esperaría indicaciones del Medimago.

Viktor acariciaba su cabello y le transmitía un poco de paz, mientras que a Patrick lo limpiaba la enfermera.

—Bien, Señora Granger, no hay más complicaciones. En su siguiente contracción puede empezar a pujar.

Dicho y hecho, después de pujar un par de veces se volvió a escuchar un llanto, pero este era un poco más bajo que el de Patrick, mientras que Hermione, cansada, lloraba de alivio.

—Bien... Es una niña, Señora... ¿Cuál es el nombre de la bebé?

—Doreen... Doreen Granger.

Mayor Que YoWhere stories live. Discover now