XI

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La furia que invadía a Severus se multiplicó por mil al ver su varita rota, la varita que lo había acompañado por casi 30 años, la varita que le había brindado seguridad y con la que había hecho grandes cosas, increíbles y extraordinarias estaba partida en dos, se alcanzaba a ver el nervio de lo que alguna vez fue el corazón de un fiero Dragón...

Todo completamente roto, como si fuera una rama cualquiera

—¡Maldito imbécil! ¡Pagarás con sangre lo que hiciste!

Viktor lo calló de una fuerte bofetada.

—Ella casi muere hoy y tú vas a llorar por tu varita... No cabe duda de que eres un asno. ¿Cómo puedes siquiera dormir sabiendo cómo la heriste? ¿No podías dejarla tranquila?

—¡¿Cómo voy a quedarme callado si llegan malditas lechuzas trayendo esas asquerosas ecografías?! Ella es la que debería dejarme tranquilo. ¿A caso no la entretienes lo suficiente que tiene que buscarme?

Viktor se dejó dominar por sus emociones, que en ese momento eran un torbellino; la furia se mezcló con el dolor que le habían causado esas palabras, aún tenía el susto de casi ver a Hermione morir frente a sus ojos... Nadie podría culparlo por dejar salir su vena agresiva que siempre mantenía  guardada muy en el fondo.

No se dió cuenta de cuándo fué que se abalanzó a Snape y sacó toda su frustración y enojo contra él. Solo podía ver la sangre llenar sus nudillos, la cara hinchada de su rival y escuchaba su propia respiración agitada.

—Puedes golpearme todo lo que quieras, niño. Pero siempre vas a estar por debajo de mí. Ella me va a elegir a mí si me propongo regresar a su vida.— dijo Snape en un susurro lleno de veneno.

—No te acercarás a ella. No tendrás las agallas después de todo lo que has hecho...

—¿Me estás retando, Krum?

Cuando el búlgaro se iba a lanzar a golpearlo se quedó paralizado, en su interior se retorcía por poder moverse y de una vez por todas romper el cuello de ese animal, toda esa furia se notaba en sus ojos.

La directora Minerva McGonagall miraba la escena furiosa. Había alumnas de primero al borde del llanto al ver tanta violencia y unos cuantos alumnos de sexto y séptimo curso haciendo apuestas.

—¡Este es un colegio, Señor Krum! ¡No es una cantina ni un ring de box! — con un simple hechizo levitó a Viktor con ella rumbo a su despacho— Señora Pomfrey, ¿podría encargarse del Porfesor Snape? ¡Si doy media vuelta y encuentro a cualquier alumno, lo pondré a masajear los pies del Señor Filch! —dos segundos después de decir eso, Minerva volteó y el lugar donde estaba la horda de niños metiches ya no había nadie.

La directora no paró de caminar hasta llegar a su despacho y dejó a Viktor sentado en el suelo. Era obvio que Snape había hecho algo para hacer enojar a aquel joven, pero no se imaginaba qué pudo haber sido tan grave como para provocar en él el instinto asesino que bullía por salir.

—Va a pasar lo siguiente, Señor Krum: voy a devolverle la movilidad y va a ser tan amable de decirme el porqué vino a masacrar a uno de mis profesores. ¿De acuerdo? — Minerva pudo ver que el salvajismo se apartaba de la mirada del joven y solamente así levantó el hechizo.

—Hermione dió a luz hace unas horas...

—Eso es algo pronto pero es bueno que ya hayan nacido, Hermione me decía que ya no podía dormir bien...

—No fueron buenas las circunstancias del alumbramiento. Ese... Maldito le envió un vociferador diciendo cosas horribles y se adelantó el parto. Había tanta sangre, Minerva... Sentí que la perdía.

—No justifico la actitud de Severus hacia Hermione, pero no era necesario golpearlo frente a los alumnos. Pudiste haberlo encerrado en un salón y ahí masacrar lo. No puedo decir que no se lo merece. Pero tú deberías estar a lado de esos bebés, no aquí.

—Pero él provocó que las cosas salieran mal, Hermione tenía todo fríamente calculado para que el parto fuera perfecto, Minerva... ¡Ese imbécil tiene que pagarlo!

—Ese "imbécil" como tú lo llamas, pagará amargamente sus decisiones con el tiempo. El que vengas a golpearlo sólo le hace pensar que de verdad les está amargando la vida y con más razón continuará haciéndolo. Lo mejor que puedes hacer con gente como él es ignorarlo y evitarlo lo más posible.

...

Después de que Minerva aplicara un encantamiento estimulante en Viktor, éste regresó con la directora a casa de Hermione quien comenzó a despertar al escuchar susurros de sus padres.

A la mente de Hermione comenzaron a llegar los últimos acontecimientos, la película, el vociferador y el rostro de Patrick llegó a su mente de golpe haciendo que se incorporara exaltada, buscando con desesperación a su  alrededor.

—¡¿Dónde están mis bebés?! Mamá, ¿dónde están mis hijos?

—Tranquila, cielo... Ellos están bien, están durmiendo, mira... —Señaló la pequeña cuna que estaba cerca de la cama y así con un par de suspiros Hermione se relajó un poco.

Le costó un poco de trabajo, pero tuvo unos minutos de reflexión, viendo a la nada y viendo todo a la vez. "Ya soy mamá" se repetía una y otra vez en su mente. Por más que repetía esa frase no pudo evitar que dentro de ella creciera un miedo que con cada segundo que pasaba se hacía más intenso.

—¿Qué voy a hacer? — murmuró con voz temblorosa —¿y si me equivoco?

—Eso es algo que va a pasar... Te vas a equivocar muchas veces. Pero siempre será por el bien de esos niños. Lo que vas a hacer por el momento es enfocarte en el día a día, Hermione. Hasta que te hagas a la idea de pensar a futuro, cada instante que respires, hagas algo y llegues a pensar cualquier cosa, primero tienes que poner a tus hijos, su seguridad, su felicidad y bienestar. —su padre le dijo mientras ponía una mano en su hombro.

—A demás —prosiguió su madre —no creo que sea necesario repetirlo siempre... Sabes que vamos a estar aquí siempre, apoyándote y viendo por esos preciosos angelitos...

Tras unos momentos de silencio, los padres ayudaron a su hija a acercarse a la cuna de sus nietos para que los viera más tranquilamente.

Ambos bebés tenían la piel blanca, casi tan blanca que se parecía a la nieve que caía fuera de su casa, si ponías atención, se podía notar el camino de las venas a través de la piel de los brazos y piernas de los niños, el cabello era apenas una pequeña y escasa pelusita negra, pero en ambos bebés se podía notar la forma de los caireles que aún se adherían al cráneo.

Los suspiros ocasionales de los bebés hicieron que la nueva madre sintiera un golpe profundo de amor. Sus energías se reponían poco a poco y la sensación era tan intensa que sabía con fervor que volvería a pasar todo el dolor una y otra vez con tal de ver esos rostros divinos, naricita respingada, cabello negro como el carbón, piel blanca ojos pequeños... Todo valía cada segundo de dolor que tuvo que pasar para poder parirlos .

—Mami los va a cuidar siempre... —susurro la castaña haciendo una promesa de corazón, alma y mente.

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⏰ Última actualización: Dec 04, 2021 ⏰

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