CAPÍTULO 16

1.2K 175 23
                                    

¡Señor de los cielos infinitos! Diego se ha vuelto completamente loco y es culpa mía. No hay ninguna otra posibilidad en todo el maldito universo para explicar lo que acaba de pedirme. ¿Follármelo? ¡Jesús! ¿Qué le pasa? Él no era así, no acostumbraba a hacer esas cosas conmigo. ¡Bueno, vale! La verdad es que antes yo no tenía nada que meterle, pero... quiero decir... ¿Hola? Hace setenta y dos horas, era heterosexual y ahora... ¿Quiere tirarse de cabeza a la piscina gay y poner el culo? ¡Pero eso no es lo peor! Porque lo más terrible de todo este asunto es que... ¡Dios, cómo me excita la idea! Solamente con oírselo decir, La Cosa ya se ha puesto firme dentro de mis pantalones en plan "¡Aquí estoy yo!" y mi imaginación... ¡Ufff! Mi imaginación hace rato que lo tiene a cuatro patas y... ¡Ya es suficiente, necesito centrarme!

—¿A qué viene esto ahora? —le preguntó, perplejo.

—Fabián, los dos sabemos que, tarde o temprano, va a suceder así que... ¿Por qué no ahora? —Se muerde el labio nerviosamente... ¡Joder! Se está rifando una agresión sexual y este hombre tiene todas las papeletas.

—Porque es muy pronto, Diego, acabamos de... esta mañana, te pusiste de los nervios con sólo... rozarte... no creo que... ¡Tú no estás preparado para hacer eso!

¡Jesús, ni yo tampoco! A pesar de todos los cambios que he sufrido, en algún recoveco de mi consciencia, sigo siendo una mujer, y si accedo a hacerle eso, será como renunciar a mi último vestigio de feminidad. Y después, no habrá marcha atrás, estaré permitiendo que este cuerpo tomo el control de mi mente para lo que me queda de vida.

—No creo que nunca llegue a estar preparado para hacer eso, pero la mejor forma de vencer los miedos es enfrentarse a ellos y nosotros no tenemos mucho tiempo —responde, dedicándome una mirada de profunda tristeza que me parte el alma.

—Estás muy asustado, ¿verdad? —Diego asiente. Ycréeme, ninguno de los dos se refiere a la penetración anal—. No necesitas probarme nada.

—No es justo. Acabo de encontrarte.

—No, no es justo. —Lo atraigo hacia mis brazos—. Eres el hombre más bueno y decente que he conocido en mi vida, no te mereces esto. ¡Haría cualquier cosa con tal de evitártelo!

—Toda la gente que me importa acaba muriendo —masculla al borde del llanto—. Primero mis padres, luego Verónica, ahora tú y... ¡Ni siquiera sé lo que le ha pasado a Sandra! Me voy a quedar completamente solo.

—No, no voy a permitir que eso suceda. ¡Aunque sea lo último que haga! —Apoyo mi frente contra la de Diego, y ya ni siquiera sé si las lágrimas que empapan mi camisa son suyas o mías.

—Me siento bien cuando me tocas, en paz... —gimotea.

—No te voy a soltar. Venga, vamos a dormir. —Lo desnudo, me deshago de mi ropa, nos meto a los dos en la cama y apago la luz.

*****

No sé qué hora es, pero tengo la impresión de que ha transcurrido toda una eternidad desde que nos acostamos. Hace ya un buen rato que Diego se ha quedado dormido en mis brazos, y de momento, no ha empezado a agitarse como le sucedió la noche anterior, quizá tenga algo que ver con el hecho de que nos estamos tocando. Esa extraña corriente eléctrica, o lo que sea, ejerce un poderoso efecto tranquilizador en nosotros dos. Aun así, sigo muy preocupado porque la situación se me ha ido completamente de las manos y no sé qué hacer. No me vendría nada mal un poco de orientación, pero la maldita octogenaria no ha vuelto a dar señales de vida desde mi estancia en el hospital. Necesito hablar con ella, debe haber algo que yo aún pueda hacer para arreglar este maldito desastre. Me levanto de la cama muy despacio para no despertar a Diego, avanzo a oscuras hasta la puerta de mi habitación, la cierro detrás de mí ,y luego cruzo el salón hasta dejarme caer derrotado sobre el adorado sofá de Gordi.

Asuntos pendientes (completa)Where stories live. Discover now